El boom de la inteligencia artificial (IA) y sus potenciales aplicaciones han abierto un mundo infinito de posibilidades de modelar el futuro. Los más entusiastas consideran que prácticamente todas las actividades humanas serán sustituidas por esta potente tecnología, incluso en las artes creativas. Hay que se han creído este discurso y han querido probar suerte. En los Estados Unidos, hay revistas literarias que pagan para publicar pequeños relatos que se han visto ahogados por centenares de relatos. Dinero fácil, con poco esfuerzo, pero con terribles consecuencias para estas publicaciones. Ante estos intentos de acceder al mundo literario por la puerta de la IA, y en el marco de Sant Jordi 2023, es posible preguntarse: ¿qué impacto tendrá el desarrollo de la IA sobre la literatura?
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La revista estadounidense de ciencia ficción Clarkesworld recibió en poco tiempo 700 relatos que aspiraban a ser publicados en sus páginas, de estos 500 se habían generado con IA, según publica The Verge. Ante esta situación, los editores decidieron cerrar temporalmente la publicación de relatos de escritores noveles. No es la única publicación que se ha visto soterrada bajo este tipo de relatos. Un mar de historias generadas con IA que taponan la entrada de relatos originales y prometedores descriptores de carne y hueso. Si bien el volumen es excesivo y colapsa la tarea de los editores en estos casos, la calidad de los textos no aguanta el escrutinio de los ojos expertos.
La capacidad creadora de la IA
"Creo que tenemos muchas ganas de atribuir a la inteligencia artificial capacidades que en realidad no tiene", expone Pau Alsina, profesor e investigador de arte y humanidades a la Universidad Abierta de Catalunya (UOC). Alsina parte de la base que el mismo concepto de inteligencia artificial nos puede inducir a error. "Las máquinas d'IA ni son inteligentes, ni son artificiales. No son inteligentes porque apelan a un tipo de inteligencia que no tiene nada que ver con la humana, es, en todo caso, una inteligencia computacional. Tampoco es artificial porque se ha basado en toda la historia de la literatura para escribir los textos", explica.
Es decir, al fin y al cabo, se basa en cómo se programan estas herramientas de IA: para predecir los patrones que caracterizan como narramos los humanos. Pero emular patrones de escritura no implica en ningún caso la existencia de una creatividad genuina, como subraya Alsina: "Hay una cosa que es fundamental: la relación en la escritura entre la palabra y la experiencia. La palabra remite a una experiencia directa con el mundo, a un deseo. El lenguaje, tal como se utiliza en los modos computacionales del lenguaje, no tiene una referencia del mundo en torno a la palabra, es una palabra desprovista de mundo".
Las mismas herramientas de IA advierten de esta falta de creatividad o experiencia vital que enciende la chispa de un relato con alma. Cuando se pregunta al ChatGPT sobre su capacidad para crear literatura, la respuesta es la siguiente: "Como modelo de lenguaje de IA, puedo generar texto en una amplia gama de estilos y géneros, incluida la literatura. No obstante, vale la pena señalar que, aunque puedo emular los estilos de escritura de varios autores y tradiciones literarias, mi escritura no será necesariamente del todo original, ya que estoy formado en textos existentes y puedo inspirarme en estas fuentes". La relativa autoconciencia con que alguien ha programado esta respuesta reconoce el hecho que no hay lugar para la originalidad. Todo lo que produce se basa en los libros, los relatos cortos, los poemas y los relatos que se han introducido en su base de datos.
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Rehacer una vez y otra
El último eco, El último mensaje, El último día de otoño y El último viajero, son algunos de los títulos que Sheila Williams, editora de la revista estadounidense Asimov's Science Fiction, recibió centenares a veces. Como relata a The Verge, William observó centenares de relatos cortos cortados por el mismo patrón. Frases cortas, muchos elementos repetitivos y una falta de profundidad son algunos de los elementos que delatan estos escritos. Por ahora, estos casos no parecen haberse producido fuera del mundo anglosajón, pero nada impide que alguien quiera probar suerte con editoriales catalanas.
"La situación en que cuándo eso, empiece a pasar, cuando empezamos a recibir propuestas de estas, me gustaría creer que sabremos detectarlo", explica Aniol Rafel, editor de Edicions del Periscopi, quién expone porque se pueden reconocer estos textos: "No tanto por una cuestión técnica, sino porque al final de lo que estamos hablando aquí es de creación artística y entendemos que detrás de esta creación artística hay una mirada humana sobre el mundo".
Hacemos la prueba para observar las limitaciones de una herramienta como el ChatGPT. Pidiendo relatos cortos en contextos de ciencia ficción y fantásticos, a medida que introducimos más detalles en la petición, más concreto es el texto que nos genera. También pidiendo que imite los estilos de grandes escritores y escritoras como Gabriel García Márquez, Ursula K. Le Guin o Mercè Rodoreda. Todo deja un manojo de frases cortas, estructuras muy marcadas y bastante previsibles, pero con un factor que destaca Alsina: cierta "verosimilitud". ¿Cómo son estos relatos? Aquí los podréis consultar.
El arte y el gran mercado
Si bien queda patente que estas herramientas de respuestas automatizadas no tienen la capacidad para crear historias profundas u originales, ¿quiere decir que quedarán fuera del mundo literario? Para Alsina no necesariamente: "Puede ser una herramienta que recorte profesiones o que las amplifique, yo aquí sí que creo que todo escritor puede hacer guarde eso como herramientas aliadas. Claro, una cosa es que te redacte un texto 100% y el otro es que tú utilices para ir trabajando y después llevarlo a tu estilo". Es decir, una ayuda más, que facilite el trabajo, no lo sustituya.
Hay artistas que ya han utilizado la inteligencia artificial dentro de su obra, sea para probar sus límites o para experimentar con esta. Rafel no cierra la puerta a proyecto como estos, siempre que sean de buena calidad y se especifique el uso de esta tecnología. "Sería problemático intentar dar gato por liebre, pero si se va de cara y se explica que eso es un experimento o una propuesta, según cómo, puede llegar a tener su interés", explica el editor.
Sin embargo, al fin y al cabo todo esto es visto desde una posición donde el valor principal lo tiene la obra literaria como expresión artística, pero ¿qué pasa desde una perspectiva de mercado? ¿Podría ser esta una buena opción para la publicación de libros que busquen solo satisfacer una necesidad del mercado? "El típico libro blockbuster del momento porque resulta que ya salido un tipo de libros y tiene que salir un libro sobre el tema de moda porque hay un contexto que lo pide, aquí, justamente, será donde este tipo de herramientas se utilizarán más", augura Alsina.