El hype, o lo que sería lo mismo, el fervor desmesurado en tiempos de marketing, es siempre un amigo traidor. Te pone en el punto de mira, en la conversación, en el orden del día; no hay rincón online, ni offline, que se escape de tu presencia, pero al mismo tiempo te expone a la lapidación inminente de los detractores. La polarización está servida. Y si no, que se lo pregunten a Sally Rooney. Después de ser coronada, en una ráfaga de euforia millennial, como "la voz de una generación" con su primera novela, Conversaciones entre amigos (Random House, 2017), ninguno de sus lanzamientos ha dejado a los lectores indiferentes. O la adoras o la odias. Pero lo que queda claro es que con la llegada de su cuarta novela, Intermezzo, el mundo literario está viviendo su propia Super Bowl, el Met Gala y la Navidad, todo a la vez.

Catalogado ya como el libro del año por parte de The Times, sigue la tendencia de Dónde estás, mundo bello (Random House, 2021). Un nuevo cambio de escenario, de entorno y de perspectiva. Igual que la autora, sus personajes han crecido. Nos alejamos de la mirada universitaria y nos adentramos en los desordenados mundos interiores de dos hermanos, no demasiado bien avenidos, que se encuentran golpeados por la muerte de su padre. Manteniendo el motor narrativo en las respectivas relaciones sexoafectivas, su relación fraternal se convierte en el ring donde detonar la gestión de un luto que ninguno de los dos ni siquiera ha empezado a imaginar.

Sally Rooney

En su gran mayoría, el libro se estructura a partir de los monólogos internos de los dos protagonistas. Peter, un abogado de treinta y dos años, carismático, aparentemente seguro de sí mismo, con una dependencia a las drogas de receta después de la pérdida de su padre y una vergüenza latente sobre sí mismo; e Ivan, su hermano pequeño de veintidós años, que encarando fácilmente la figura del genio infantil con habilidades sociales limitadas, que ha deambulado por pensamiento incels, y que todavía no acaba de encajar en el mundo adulto. Con la virtud habitual de Rooney, ambos se balancean por los grises de la existencia y las relaciones personales.

Este hecho, en ciertas ocasiones, puede detonar un exceso de abstracción hacia uno mismo que solo se podría responder con el meme con que Jemima Kirke dice aquello de "chicos, creo que estáis pensando demasiado en vosotros mismos". Pero como ya pudimos ver en su libro anterior, la exploración de un plano más filosófico puede enriquecer la lectura, si lo que se busca es ir más allá de un consumo maratón-Netflix del relato. En concreto, Intermezzo se convierte en un libro sobre el lenguaje. En muchos casos la novela plantea las limitaciones conceptuales con la que nos encontramos a la hora de relacionarnos con los otros. Como las relaciones humanas han alcanzado una complejidad que desborda aquello con que pueden ser definidas, y como nos encontramos, de manera torpe, intentando meterlas en verbalizaciones y acotaciones superficiales. Al ser el lenguaje intrínsecamente relacional, Ivan y Peter se encuentran con la imposibilidad de concebir la vida con la plenitud con la que la querrían vivir, acabando en muchas ocasiones terriblemente aislados, buscando un significado inalcanzable, incapaces de expresarse delante de sus seres amados, y en una lucha constante por liberarse de la regularización de las relaciones.

Intermezzo se convierte en un libro sobre el lenguaje y sobre cómo las relaciones humanas han alcanzado una complejidad que desborda aquello con que pueden ser definidas

Destaca el hecho de haber sustituido sus ya habituales personajes femeninos por masculinos, pero mantiene uno de sus temas recurrente: las dinámicas de poder dentro de las relaciones con una gran diferencia de edad. Esta vez nos plantea qué pasaría si la persona mayor no es un hombre, sino una mujer de treinta y seis años, recientemente divorciada, que mantiene una relación con un chico catorce años más pequeño, como pasa con Margaret. Y mantiene como contrapunto la relación entre Peter y una universitaria de la edad de su hermano, al mismo tiempo que continúa enamorado de su chica de la universidad, con quien mantiene una relación que ni él puede etiquetar.

85 CUBIERTO|COBERTIZO INTERMEZZO

La manera honesta con la que relata todas y cada una de las contradicciones de los personajes también da paso en muchas ocasiones a momentos tiernos o divertidos que dotan de una ligereza refrescante a la narración. Y al mismo tiempo da espacio a los personajes para profundizar en su espiral de neurosis, o en una severa dureza a la hora de juzgarse a sí mismos. De esta manera crea un combo ganador para que los lectores más emocionales se miren en los personajes y acaben exclamando un "¡soy yo, literal!", o bien sufran una irremediable aversión al sentirse observados.

Así bien, más allá del fervor-hype-campaña-de-marketing-agresiva que nos ha llevado a tener a Sally Rooney de la estantería a la pantalla, pasando por todos los escaparates donde podamos encontrar libros, tazas, libretas, botellas reutilizables, tote bags y una serie de objetos que acabarán acumulando polvo en nuestros pisos de precio desorbitado, podemos afirmar que Intermezzo eleva su narrativa al siguiente nivel. Ha perdido la ligereza de los primeros años de juventud pero se ha convertido en su mejor libro hasta el momento. Si es, o, no la voz de esta generación, queda en manos de aquellos que se atreven a hacer sentencias absolutas. Cuando menos, sus personajes, y gran parte de sus lectores, quedarán en el cambiante gris donde, como mínimo, y sin duda, afirmarán que, como diría Hannah Horvath de Girls, es una voz de una generación.