Irene Solà publica el miércoles Et vaig donar ulls i vas mirar les tenebres (Anagrama), un relato familiar plagado de elementos del folclore y la mitología, escrito con el estilo personal de la autora del gran éxito Canto jo i la muntanya balla (2019). La nueva novela está protagonizada sobre todo por mujeres de varias generaciones de una familia establecida en una masía de las Guilleries. "Son mujeres que en general no son protagonistas ni de muchas historias en minúscula ni de la historia en mayúsculas", sostiene la escritora. Solà dice también que tenía interés en reflejar la subjetividad "a menudo diversa y contradictoria" de la memoria familiar. La dualidad entre aquello mitológico y el carácter "corpóreo" es otro rasgo distintivo de la narración.
La novela de Solà transcurre a lo largo de un día en la masía Clavell, una casa escondida "entre montañas escarpadas y apartadas, en algún lugar remoto de las Guilleries, transitado por cazadores de lobos, bandoleros, emboscados, carlistas, maquis, fantasmas y demonios"
La novela de Solà transcurre a lo largo de un día en la masía Clavell, una casa escondida "entre montañas escarpadas y apartadas, en algún lugar remoto de las Guilleries, transitado por cazadores de lobos, bandoleros, emboscados, carlistas, maquis, fantasmas y demonios". El relato, o relatos, se mueven entre el devenir del día en presente y los siglos de recuerdos de las madres, hijas y nietas que habitan la masía. Y al fin y al cabo, combinado con la intervención de seres fantasmales o míticos, y del mismo diablo, con un papel primordial en la novela. Y es que si bien en Canto jo i la muntanya balla la narración ya incluía elementos de fantasía (como la personalización de los animales) y del folclore catalán, esta novela va un paso más allá con "guiños" constantes a la magia, a la sabiduría popular más ancestral y a la mitología.
La autora dice que después de aquel libro tenía ganas de explorar literariamente estas "premisas mágicas" e introducirlas dentro de la historia. Cómo entonces, pero con más intensidad, el libro de Solà recurre las costuras del pacto ficcional (como ella misma explica) sin miedo de mezclar la fantasía y la fabulación con la realidad tangible de una masía perdida en medio del bosque.
Habla constantemente de los cuerpos de las mujeres, de los animales; habla del paisaje, de la comida, de cómo se tortura un cuerpo y de cómo se da placer a alguien, está lleno de partes, con una presencia constante de los olores, de las pestes, de los sabores
Sin embargo, Irene Solà destaca el carácter "dual" de su última novela, en el sentido que si bien aparecen más elementos fantasiosos, de carácter mitológico y de tradición folclórica en general, también es una obra "totalmente corpórea". "Habla constantemente de los cuerpos de las mujeres, de los animales; habla del paisaje, de la comida, de cómo se tortura un cuerpo y de cómo se da placer a alguien, está lleno de partos, con una presencia constante de los olores, de las pestes, de los sabores", lista en una de sus habituales enumeraciones.
La historia familiar, un relato de relatos
"Uno de los temas de los cuales habla este libro es de la subjetividad", expone a Irene Solà. Et vaig donar ulls i vas mirar les tenebres es una historia familiar explicada desde muchos puntos de vista, tantos como personajes hay en la novela. "Son subjetividades muy diversas y a menudo contradictorias, porque la mayoría de historias familiares son así, fragmentarias". Dice la autora que esta memoria familiar dispersa y el propio avance de la trama le fueron saliendo a medida que escribía (y no al revés). El factor sorpresa también espera al lector, y por eso la escritora no ha incluido en el libro un árbol genealógico que lo sitúe de antemano.
El estilo y el lenguaje son de nuevo un elemento clave y muy definitorio de la obra de Irene Solà. Al respecto, la autora dice que nuevamente le interesaba escribir desde un espacio de "mucha libertad y exploración", como ya había hecho a Canto jo i la muntanya baila. "El lenguaje es muy importante", dice antes de relatar el proceso de documentación e "investigación" documental y física sobre el entorno donde se ambienta la novela y sobre el imaginario cultural y literario que aparece a la obra.
La autora tiene la sensación que ella misma "ha mirado las tinieblas", en sentido literal y metafórico
Et vaig donar ulls i vas mirar les tenebres, una frase que aparece en la novela como el reproche de Margarita a su hija, remite también a la manera como Solà ha escrito el libro. La autora tiene la sensación que ella misma "ha mirado las tinieblas", en sentido literal y metafórico. En el primero, por "haber corporizado y explicitado con el lenguaje una cosa que no se puede ni ver" (el mal, las tinieblas). En segundo lugar, por haber escrito el libro que "le interesaba escribir", desde la libertad y siguiendo el instinto y el deseo personal.