Isaac Flores habla a partir de sus fotos, tiene una narrativa, un detalle y estética que bebe de Barcelona. La foto es el medio de expresión que le permite abrirse, pero también se ha dado cuenta de la necesidad de la palabra. Con una personalidad introvertida, ha llevado la disidencia y el underground de la ciudad al objetivo de su cámara, trabajo que ha traducido en dos libros: HerenciaBarcelona se muere. El próximo noviembre llegará a Barcelona su exposición Identitats Vàlides donde retrata el colectivo queer barcelonés.

¿Cómo te acostumbras a presentar?
Principalmente, soy fotógrafo de Barcelona, me he criado en l'Hospitalet de Llobregat.

¿Cuándo empezaste a hacer fotografías?
Me compraron una cámara cuando tenía 18 años, pero no tenía nada que ver con lo que hago ahora, que tengo 29.

Quizás no había una narrativa detrás...
Claro, era probar. Mi fascinación estaba más relacionada con los videoclips, televisión, cine... Cuándo descubrí que a partir de la fotografía podía crear, me empezó a intrigar este mundo. Pero yo iba encaminado a hacer audiovisuales, quería ser director de videoclips.

Cuándo descubrí que a partir de la fotografía podía crear, me empezó a intrigar este mundo

¿Y a partir de aquí?
Intenté entrar al EMAV para hacer un grado superior de audiovisuales, pero como no entré, fui al Instituto de Institut d'Estudis Fotogràfics a hacer un curso y empecé a hacer fotografías de moda, pero no era mi mundo y lo dejé. Me dediqué a trabajar y salir de noche hasta que un día decidí coger una cámara analógica a las salidas de noche que hacía, tenía la necesidad de hacer fotos. Era una cámara compacta analógica (que compré por 5 euros) y empecé a retratar de manera casi esporádica y a crear mi nombre a raíz de documentar mi comunidad y mis salidas nocturnas por Barcelona.

Empecé a retratar de manera casi esporádica y a crear mi nombre a raíz de documentar mi comunidad y mis salidas nocturnas por Barcelona

El fotógrafo Isaac Flores, 2023 / Foto: Teo Vásquez

¿A quién retratabas?
Siempre he adorado mucho la estética, cualquier aspecto estridente capta mi atención. Acababa haciendo fotografías a personas que salieran de la norma, quizás iban desnudas, con una apariencia clubkid, travestis o transformistas. No tenía un perfil; yo salía con la cámara, pasaba alguien y era como un amor platónico. Llevo saliendo desde los 18 años y estoy un poco harto del mundo de la noche, ahora si salgo es por algún otro estímulo más artístico o reivindicativo. Nunca he sido un fotógrafo de ir siempre con la cámara encima. Tampoco creo encontraría lo que busco, yo fuerzo un poco lo que quiero mostrar.

Hacía fotografías a personas que salieran de la norma, quizás iban desnudas, con una apariencia clubkid, travestis o transformistas

¿Te consideras también activista?
No lo sé, yo no quiero pronunciarme como activista porque hay gente que está constantemente movilizándos. Yo soy un poco más libertario y lo hago principalmente por el placer o por la necesidad artística de crear. Quizás sí que un punto, pero no sé si suficiente... Que lo decida el público.

¿Podríamos llegar a decir que la cámara es tu herramienta para la lucha del colectivo?
Mira, es lo mejor que sé hacer en este mundo, siento que estoy aportando. No tengo facilidad para hablar, no sé cantar, no sé escribir bien... La fotografía es mi medio de expresión.

No tengo facilidad para hablar, no sé cantar, no sé escribir bien... La fotografía es mi medio de expresión

¿Qué quieres mostrar?
Quiero mostrar mi realidad o mi visión. Mis fotografías son como una realidad paralela. Siento constantemente que estoy retratando una cosa en peligro de extinción. Es como que si no lo hago fotos ahora, de aquí a un par de años ya no será posible, por ejemplo, un cabaré o un momento muy concreto o una persona. Somos una Comunidad muy frágil, la vida artística también es muy precaria, la gente lo deja, se va, se muere o las cosas desaparecen o los locales cierran y eso desaparece. Para mí, la fotografía como menos se parezca a la realidad cotidiana, mejor, es mi medio de evasión porque la realidad es una mierda.

Mis fotografías son como una realidad paralela. Siento constantemente que estoy retratando una cosa en peligro de extinción

¿Lo que te ha llevado a retratar esta disidencia es  que tu formas parte?
Sí totalmente, habría sido muy complicado si no fuera porque soy muy introvertido. Desde muy pequeño que no me he sentido muy conectado con el resto de la sociedad, por razones que todo el mundo se puede imaginar. La fotografía y formar parte del movimiento artístico queer en Barcelona me han salvado la vida.

Fernanda & Abelarda paseando miedo La Rambla durante la pandemia, 2020. Maquillaje: Medusa Alegre
/ Foto: Isaac Flores

¿Tienes algún enfoque concreto?
He buscado crear mi estilo propio. Hay algo de documentación y de crear mi propia narrativa a partir de una idea, desde mi perspectiva. Tampoco soy un fotógrafo documental o retratista al 100%. Yo diría que mi trabajo es personal y punto.

Te has decantado por la fotografía analógica. ¿Es un reto y también tiene algo de romántico?
Sí, a mí me gusta que la fotografía parezca un corte de una película y la fotografía analógica te lo permite. Después tengo mucha maña con el Photoshop y toco bastante el color, la composición... La analógica es una forma más sana de fotografía, cuando tiro en medio formado, son diez fotos y voy con un solo carrete y con las fotografías muy bien pensadas: de estas salen cinco, dos, una buena... Pero bien, es la foto y ya está. Tienes que ir al laboratorio y es todo más calmado, ya he encontrado mi estilo y me costaría cambiarlo. Con la digital puedes acabar una sesión con 500 fotos y es muy diferente. Yo me he formado en la calle y eso ha sido un punto positivo a mi trabajo, porque al final estás poniendo a la persona que estás retratando a un contexto, una ciudad, lo estás haciendo parte de una realidad y, al final, un estudio puede estar en cualquier sitio.

Y es un medio muy potente, impacta
Nuestra memoria está formada por fotografías, momentos concretos... Pero a veces hacen falta palabras. Yo me he dado cuenta de que no vale solo con la fotografía. Noto que me hace falta un poco más dialéctica que he ido dejando atrás por mi personalidad introvertida. Las palabras también son importantes, sobre todo en este mundo.

Las palabras también son importantes, sobre todo en este mundo

¿Con este tipo de fotografías has podido crear un espacio seguro para todo un colectivo y exponerlo al mundo?
No lo sé, pero cuando saqué mi primer libro, Barcelona se muere en el 2018, casi todo eran fotos de las salidas nocturnas y me paraba gente y flipaba, decían: '¿Eso existe?' Entonces sí que estaba retratando una cosa que no era accesible al resto. ¿Actualmente, hay un boom y parece que está más normalizado y no creo que sorprenda tanto lo que hago, tienes que ser una persona muy fuera de onda o vivir en una cueva, no?

¿Qué referentes de fotografía queer o de retrato transgresor pudría has tenido o tienes?
Mira, inconscientemente, y para ser justos, te tendría que decir que de pequeño un gran referente era la estética estridente y trash de los 2000 de David La Chapelle. Es fotógrafo y también director de videoclips como el de Dirty de Christina Aguilera o Tears Dry On Their Own de Amy Winehouse. También el fotógrafo y director de videoclips Herb Ritts, que es más clásico en blanco y negro. Siempre me ha gustado la dualidad entre lo estridente y lo clásico. A nivel nacional, el trabajo de Miguel Trillo y Alberto García-Alix; fotógrafos de la movida madrileña. También Colita, la fotógrafa de Barcelona, que fotografió la primera manifestación del Orgullo de Barcelonay también Ocaña. Tengo bastantes.

Siempre me ha gustado la dualidad entre lo estridente y lo clásico

Retrato de Gilda Love en su casa, 2022. Maquillaje: Medusa Alegre / Foto: Isaac Flores

¿Crees que había una especie de vacío dentro del mundo fotográfico del retrato queer underground de Barcelona, que has podido llenar?
No sé si había una especie de vacío. Pienso que se han juntado muchos factores como la dedicación y la suerte. Sería deshonesto con mi obra si no te digo que he podido crearme un nombre, no a nivel mainstream, pero sí a escala local y underground. Me gustaría que en un futuro sí que se me recordara por haber sido un fotógrafo de una época concreta en Barcelona.

Me gustaría que en un futuro sí que se me recordara por haber sido un fotógrafo de una época concreta en Barcelona

¿Cómo ha afectado al contexto actual, el boom que decías antes en tus fotografías?
Pienso que me ha abierto alguna puerta, pero me han cerrado muchas. No hago un trabajo comercial, ni me interesa. Aquí cuesta mucho que te den una oportunidad y el ruido lo tienes que crear tú mismo. Supongo que si tuviera más ambición, me hubiera ido en Madrid o al extranjero. Pero es que aquí estoy a gusto... Tengo mucha suerte de haber nacido en Catalunya.

Tendrías más proyección marchándose fuera de Barcelona?
Eso no lo sé, tampoco es tan difícil tener más de la que tengo ahora. No me he ido porque me gusta mucho lo que hago y fuera de Barcelona no lo podría hacer, necesito una ciudad mediterránea para crear. Si no hubiera nacido aquí, mi fotografía no tendría nada que ver.

¿Qué buscabas con el primer libro, Barcelona se muere?
Es un título crítico y potente por la pérdida de identidad de la ciudad, cada vez más turística, más gentrificada, más cara... Coger este punto romántico de Barcelona como una ciudad artística underground, un poco peligrosa, que tenía su esencia. También poner el foco en un grupo de gente que no interesa por la sociedad o por las instituciones. Barcelona se muere se agotó. Durante la pandemia empezó a coger forma el segundo libro: Herencia, que publiqué el Sant Jordi de 2022 a través de un verkami. Es un relato fotográfico personal sobre el transformismo, el folclore y la disidencia ibérica. En el ámbito estatal se habla mucho de la Movida Madrileña y yo quería coger el espíritu de Barcelona de los años 70, de la gente que todavía está aquí presente y anexarlo con la gente actual que también bebe mucho de eso. Hicimos una segunda tirada del libro y ahora cuando se agote se acabará. No me gusta tampoco alargarlo porque también se devalúa y todo tiene su momento.

Yo quería coger el espíritu de Barcelona de los años 70, de la gente que todavía está aquí presente y anexarlo con la gente actual

Virginia tirada en un colchón, 2017 / Foto: Isaac Flores

Herencia retratas aquellos primeros referentes y a los actuales. Sería interesante ver la evolución del Orgullo, ¿no?
Sí, desde la primera, el 77, en la Rambla, con policía detrás dando palos y ahora que se hacen cabalgatas. Aquella gente corrió para que la gente de ahora pueda bailar.

Aquella gente corrió para que la gente de ahora pueda bailar

¿Tienes pensado salir con la cámara durante este mes del Orgullo?
Normalmente, voy a la manifestación histórica del Orgullo de las ramblas. A veces llevo la cámara, a veces no. Tampoco me obsesiono con este mes, porque para mi es todo el año. Me da un poco de pereza. Es todo como un negocio.

Más allá de los libros, has mostrado tu obra en la exposición Identitats Vàlides.
Sí, eso también me pasó durante la pandemia. Me recomendaron que me presentara al concurso de Joves Fotògrafs de Catalunya, que lo lleva el INSPAI con la Diputació de Girona. Sin esperarlo, acabé ganando y la exposición ha estado itinerando por varios festivales de fotografía como el Visa Off de Perpignan, el FineArt (Igualada), el Festival Imaginària (Castellón de la Plana) y el Festival Mirades (Torroella de Montgrí). Este noviembre llegará a Barcelona. 

¿Qué fotos se pueden ver en la exposición?
Me encontró en un impàs, se puede ver la evolución de las salidas de noche a mis paranoias y retrato en color de temática folclórica. Hay fotografía digital, polaroid y analógica.

¿Estás trabajando en algún proyecto nuevo?
Proyectos muchos, posibilitadas pocas. Ahora me he presentado a un concurso de nuevos talentos y después tengo pensado viajar, cosa extraña en mí. Voy haciendo sobre la marcha. Tengo la inauguración de Identitats Vàlides el 2 de noviembre en el Pati Llimona y ojalá vengan más cosas.

¿Puedes vivir de la fotografía?
Voy combinando: cuando puedo vivir de la fotografía, estiro todo lo que puedo hasta que tengo que volver a un trabajo de mierda mal pagado. Estuve trabajando muchos años en el ocio nocturno, pero decidí que no volvería porque se aprovechan y explotan mucho a los artistas.

¿Cuál es la última fotografía que has hecho?
Hace tres días, a la Marina, en el Paral·lel, con una pancarta en medio de la carretera.