El periodista Isaac Pepple era un periodista nigeriano, que en 1956 fue condenado por sedición. ¿Cómo acabó Pepple siendo condenado por un "Alzamiento colectivo y violento contra la autoridad, el orden público o la disciplina militar" (tal como lo define, en castellano, el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española)? Pepple no fue detenido con armas, ni organizó ningún "tumulto", ni siquiera agitó masas... En realidad, su problema fue su ingenuidad.
Un hombre íntegro
Pepple, que trabajaba para un periódico nigeriano y que ya había publicado algunos notorios reportajes de investigación, en 1954 fue enviado como corresponsal a Fernando Poo (la actual Bioko), en la Guinea Española, para averiguar si los braceros nigerianos que trabajaban en las plantaciones de la isla sufrían maltratos. Recibió la autorización para hacer un reportaje, pero fue obligado a ir acompañado de un inspector de trabajo español, que lo llevó por una serie de plantaciones escogidas por él. Isaac Pepple quedó admirado por la buena gestión de aquellas plantaciones y al volver a Nigeria publicó un artículo en qué aseguraba que los maltratos formaban parte de una turbia leyenda urbana. En realidad, a Pepple le gustó tanto Fernando Pooo que decidió volver de vacaciones en 1956. Estaba seguro de que era un lugar ideal para descansar.
Cuando la historia se tuerce
Cuando Pepple estaba pasando dos semanas en Fernando Poo se encontró con dos nigerianos de su región que le explicaron que habían sido golpeados por su patrón por haber faltado dos días al trabajo. Pepple se dejó llevar por la profesionalidad, y decidió, aunque estaba oficialmente de vacaciones, investigar el caso. Llevó a uno de los braceros al consulado británico y se entrevistó con el patrón de los nigerianos, que reconoció haberles golpeado. Las gestiones del periodista nigeriano traerían cola. Al día siguiente la policía española detuvo a Pepple y lo encarceló por investigar sin permiso policial. Pero en realidad, fue este encarcelamiento el que enriqueció la investigación del periodista.
Trabajo de campo
Pepple vivió de primera mano como eran tratados los presos. Estuvo encerrado en una celda sin ventanas donde había 40 prisioneros, en su mayoría nigerianos. En propia piel vivió la situación de los braceros: olió la peste de orina y de excrementos del calabozo; vio cómo los policías violaban repetidamente a una nigeriana; constató que algunos presos tenían las muñecas atadas con alambres y los pies introducidos a cepos de madera; oyó que habían muerto algunos hombres en la prisión; vio torturar a detenidos para obtener una confesión; a algunos incluso les refregaban excrementos por la cara...
Recogida de información de primera mano
Pero además de aquello que vio (y vivió personalmente), Pepple tuvo acceso a explicaciones horrorizantes de las vivencias de sus compañeros de encarcelamiento. Se enteró de que 17 nigerianos, de etnia ibo, fueron encarcelados y torturados por haber recibido a tres ministros de Estado nigerianos, y que otro nigeriano había sido encarcelado todo un año porque se había defendido cuando era agredido por su patrón. También supo que había tráfico de mano de obra infantil procedente de Nigeria, que los trabajadores de las fincas de cacao hacían jornadas de 5h a 23h, que había casos de muertes de braceros ocultadas por las autoridades... Los compañeros de encarcelamiento certificaron que el consulado británico no les ofrecía ninguna protección a los nigerianos en caso de sufrir abusos en la Guinea Española.
El sedicioso propagandista
Peppel tuvo dificultades para encontrar a un abogado que lo defendiera. Finalmente tomó su defensa el guineano fernandino Teófilo Dougan (en la época el único abogado guineano). Fue condenado a una multa de 2.000 pesetas por sedición y fue expulsado de la colonia española. Pero enseguida se esforzó en difundir la realidad de los maltratos de los braceros a la Guinea a través de la prensa nigeriana. Sus artículos tuvieron un fuerte impacto, y la policía española se dedicó a traducirlos para intentar minimizar el impacto de la propaganda negativa. Pero no consiguieron contrarrestar la tarea de este "sedicioso" que nunca utilizó otra arma que sus artículos.