Isabel Allende ya tiene ochenta años pero demuestra conservarse literariamente en plena forma. Con la etiqueta de escritora viva en castellano "más leída y más traducida", la autora chilena ha presentado El viento conoce mi nombre (Plaza & Janés), su nueva novela, en la que une la crisis migratoria del presente en los Estados Unidos con la persecución nazi contra los judíos durante los años 30.

Cuando hace 40 años que irrumpió en el mundo literario con La casa de los espíritus, Allende escoge sumergirse en una crisis humanitaria que le ha tocado de cerca para trazar un paralelismo con otros sucesos oscuros del pasado. La polémica en los EE.UU. por la separación entre los niños migrantes y sus progenitores en la frontera con México, que estalló en el 2018, fue la semilla de la historia. La autora lo ha investigado a través de la tarea de su fundación, que se dedica a dar ayuda legal a los recién llegados al país norteamericano.

Foto: EFE

La amenaza de repetir el pasado

"Lo he visto: niños traumatizados que dejan de hablar y se sumergen en el silencio porque así se sienten seguros". Si Allende deja claras dos cosas cuando habla sobre El viento conoce mi nombre es, primero, que conoce de cerca la realidad de la cual habla. Y, después, que la preocupación por las desigualdades y conflictos globales ocupa una parte importante de su vida. La principal protagonista de la novela, Anita, es una niña salvadoreña que tiene que huir de El Salvador por culpa de la violencia endémica en el país. Su destino es Arizona, donde espera poder cruzar la frontera para encontrar una vida mejor con el sueño americano.

La amenaza del fascismo es real

Pero la política gubernamental establece que en algunos casos niños y padres y madres se separen. La niña se refugiará en Azabahar, un mundo imaginario que crea como defensa, mientras espera que dos trabajadores de una ONG la puedan ayudar. Su historia se conecta con la de Samuel, ocurrida casi cien años antes, en la Viena bajo la ocupación nazi. Cuando empieza la persecución contra los judíos, su madre se ve forzada a enviarlo a Gran Bretaña para salvarle la vida. Como Anita, tendrá que empezar una nueva vida solo y con el peso de la incertidumbre.

Una violencia perenne

"Para mí era importante establecer la idea de que la historia se repite si no sabemos evitarlo", explica Allende. "Tengo ochenta años y durante mi vida he visto cambios muy positivos, pero a la vez hay retrocesos enormes", recuerda mientras cita a los talibanes de Afganistán. Delante de eso, la autora defiende la necesidad de mantenernos vigilantes y pone el foco en otra sombra: "La amenaza del fascismo es real", dice. La novela también escoge poner el foco en los efectos de la violencia en los niños y las mujeres. La historia muestra la capacidad de supervivencia de Anita y su hermana Clàudia, y como son capaces de sobreponerse a las circunstancias más adversas. "Es muy difícil explicar hasta qué punto es trágico", afirma Allende sobre la problemática de la migración.

A través de su fundación, con la cual comparte el nombre, la escritora incide de forma directa en esta cuestión, representando legalmente a los migrantes no acompañados y trabajando para poder unirlos con sus familias. Explica que esta conexión la ha ayudado mucho en el proceso de documentación, en el que afirma haber hablado con "centenares de personas" para conocer la situación. Un conflicto, el de la migración que, sobre todo en América Latina, es especialmente cruel con las mujeres. Allende denuncia que "los crímenes contra las mujeres están totalmente impunes en nuestros países" y, en la novela, pone el acento especialmente en El Salvador, como una de las heridas abiertas del continente. "Los países más retrasados son aquellos en que las mujeres están en una situación peor", recuerda.

La irrupción del feminismo

Allende también ha hablado de los cambios sociales ocurridos durante las cuatro décadas en que ha ocupado una posición destacada en la literatura mundial. A nivel colectivo, ha destacado la importancia de la irrupción del feminismo: "cuando yo nací nadie hablaba del feminismo, ser feminista era un insulto y ahora es parte de la sociedad", ha afirmado. La autora también se ha referido al papel de las mujeres en el mundo editorial y a su evolución durante las últimas décadas.

Los únicos que pueden sobrevivir en Chile por encima de la mediocridad son los futbolistas

"La industria del libro se dio cuenta de que había muchos lectores que querían leer libros escritos por mujeres", ha dicho Allende, "eso ha cambiado completamente, antes no era así". Y ha cambiado también en su país, Chile, donde ella, en sus palabras "tuvo más dificultad para ser respetada", sobre todo antes de recibir el Premio Nacional de literatura del país. "Los únicos que pueden sobrevivir por encima de la mediocridad allí son los futbolistas", ha comentado entre carcajadas. Allende se encuentra inmersa en la escritura de una nueva novela que, eso sí, todavía no tiene fecha de publicación. No ha querido revelar ningún detalle por superstición, pero todo apunta que será una prueba de que, después de más de cuatro décadas de carrera literaria, la escritora viva "más leída y traducida" en castellano todavía tiene muchas cosas que decir.