Un ente maligno acosa a tres mujeres, en lugares y tiempos distintos, como si de una cíclica y heredada maldición se tratara. Esta es la premisa de El llanto, notable debut en el largometraje del cineasta Pedro Martín-Calero, curtido en publicidad y videoclips (el más conocido, Secrets, para The Weeknd), y ganador del Premio a Mejor Dirección en el último Festival de San Sebastián. Un inesperado galardón que reconfirma lo que empieza a ser norma: ya no existen fronteras en los certámenes cinematográficos de clase A para el cine de género. Porque El llanto es una película de terror, aunque su alcance trascienda los sustos y los pelos de punta, haciendo un nada escondido paralelismo entre ese incansable y fantasmagórico ser maligno y la violencia machista que sufren las mujeres desde que el mundo es mundo. La poderosa metáfora funciona en un film que, a muchos niveles, es toda una sorpresa.

Protagonizada por la mediática Ester Expósito, El llanto, que llega a las salas este viernes, es también una nueva muestra del talento de su coguionista, Isabel Peña (Zaragoza, 1983), que ha escrito la historia mano a mano con el director de El llanto. Ganadora de dos premios Goya, entre muchos otros que adornan sus estanterías, Peña se reveló al mismo tiempo que su socio Rodrigo Sorogoyen. Juntos han escrito, y él ha dirigido, películas como Stockholm (2013), Que Dios nos perdone (2016), El reino (2018) , Madre (2019) y As bestas (2022), la serie Antidisturbios (2020), y la que será la próxima del cineasta, El ser querido, que rodará con Javier Bardem y Victoria Luengo.

Es un hecho incuestionable el reconocimiento generalizado que se ha ganado el tándem Peña-Sorogoyen. Pero la figura de Isabel ha crecido por sí misma, como demuestra la anunciada Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, que recibirá próximamente, y cuyo anuncio recibió con sorpresa: “Sinceramente, me pilló en una crisis tan grande de escritura del guion de El ser querido, que era como... pero ¿a mí qué me dan un premio, si no estoy sabiendo solucionar esto? Un momento en el que me sentía ahí muy ahogada en el curro. Ahora ya lo he digerido y... jo, pues me parece que es un honor. Y además, también se lo entregan a la vez a otra guionista y amiga y tocaya, como es Isa Campo. Y entonces ya solo eso me hace entender que es algo bonito e importante, porque yo a ella también se lo daría”, afirma en una charla que Revers mantuvo con Isa durante el reciente Festival de Sitges.

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Foto: Manolo Pavón

Se diría que El llanto tiene su hábitat natural en Sitges, pero venís de ganar un premio gordo en San Sebastián. Una demostración de que el género está rompiendo la barrera de los grandes festivales, con casos clarísimos como Titane o La sustancia, ambas premiadas en Cannes...
Sí, y bien rota está, ¿no? Porque me parecía una frontera un poco reduccionista, la verdad. Las historias son buenas o malas sin importar a qué género pertenecen. Y El llanto está teniendo buen feedback, aunque está habiendo de todo. Y nos lo esperábamos, porque es una peli que toma sus riesgos.

El primero de esos riesgos es hacer terror huyendo de los lugares comunes del género. ¿Era una premisa a la hora de escribir?
Totalmente. Había una serie de reglas, y una de ellas era esa, aunque no siempre la hemos cumplido. Por ejemplo, la protagonista entra en una casa en la que no debería entrar, y eso es un clásico [risas]. Esa norma no la hemos subvertido, o no la hemos revisitado, pero muchas otras sí. Y ha sido exigente y divertido escribirla.

Es una película de terror con muchas capas: tras ese espectro, ese fantasma, podemos hacer una lectura de otro mal, el que acecha a todas las mujeres en vuestro día a día, y que muchas veces se traduce en violencia machista.
Claramente, como te decía, partíamos de un género y de una primera imagen, la del prólogo de la película [nota: el film empieza con una chica yéndose de fiesta y que sufre un salvaje ataque en la pista de una discoteca]. Entonces, claro, a partir de ahí había que rellenar un casco vacío. A base de conversaciones con Pedro llegamos al tema, y ese fue un momento crucial porque ya sabíamos de qué queríamos hablar. Pero cuidado, es un asunto demasiado importante como para tratarlo de cualquier manera. Era un arma de doble filo, te daba un faro pero también te daba un vértigo. Y decidimos tirar hacia adelante. Cuando sabes de qué quieres hablar, todo es más fácil.

Las historias son buenas o malas sin importar a qué género pertenecen

Ese vértigo del riesgo, ¿es algo que te excita particularmente al escribir?
Mucho, claro. Cuando intuyes que estás llegando a un lugar delicado, a un lugar pantanoso, resbaladizo, o simplemente que a ti te impone o te da un vértigo, creo que es una buena señal. Porque si a ti te está despertando cosas, significa que, si no lo haces demasiado mal, algo vas a despertar en el espectador.

Firmas El llanto con Pedro Martín-Calero y no hace mucho se estrenó Jaula, que escribiste con Ignacio Tatay. Dos guiones elaborados junto a sus directores, ambos debutantes y ambas historias de terror. ¿Ha sido casualidad?
Pues sí y no. Creo que la causalidad y la casualidad están bastante mezcladas. Llego a Jaula y El llanto de formas muy diferentes, porque con Ignacio coincidí por circunstancias mucho más externas. En cambio, a Pedro ya le conocía desde hacía muchos años y era mi colega. Lo cierto es que me sentía cómoda en ambos proyectos, tanto por el género como por trabajar con gente que igual no tiene tanta experiencia, pero ambos son tipos afilados, exigentes, y compartíamos referentes a paladas. Y luego, y esto lo digo con el corazón en la mano, yo me enfrento a cada guión como si también fuera novel, sobre todo si es algo que no he hecho nunca. Si me dices, hazte otra peli sobre corrupción política, pues algo sé porque ya he hecho El reino. Pero proyectos como El llanto y Jaula nunca los había hecho. Entonces es súper estimulante asomarme a ese lugar de vértigo de la mano de alguien que tiene el mismo vértigo que yo.


Normalmente escribes tus guiones con el director de la película, y pensaba que eso te asegura muchos menos cambios respecto al texto que si tu trabajo quedara en manos de un cineasta externo a la escritura.
Está bien tirado [risas]. Sí, a ver, no es que tenga un plan maestro, pero sí, es verdad, que creo que yo estoy cómoda con ellos y ellos también están cómodos con una figura como la mía. Y bueno, sorpresas las justas, ¿no? Está bien así.

Estamos en un momento en que valoramos mucho más la figura de las y los guionistas que hace 15 o 20 años.
Creo que tiene mucho que ver con el mundo de los showrunners de las series. Y si hablamos de guionistas mujeres, la sociedad ha cambiado desde el #MeToo, eso es así, y de hecho ha evolucionado tanto que ahora hay zancadas hacia atrás que dan mucho miedo. Ha tardado, pero creo que esta evolución social ha hecho que no solo los nombres de mujeres tengan más espacio, sino que además haya cada vez más mujeres en la profesión. Entonces esas dos cosas de la mano nos hacen más fuertes. Ha habido unos soplidos de un aire muy fresco, muy necesario, que han surgido un poco a la vez y creo que por eso estamos hablando ahora de esto.

Hablemos de tu trabajo junto a Rodrigo Sorogoyen: juntos habéis hecho películas y series que lo han petado, y curiosamente ahora estrenáis por separado. Tú con El llanto, y él con su serie Los años nuevos. ¿Os habéis tomado un descanso?
Esto me hace mucha gracia... No somos Ross y Rachel y nos estamos tomando un descanso [risas]. Ha surgido de forma natural y creo que es súper sano. A mí además me flipa su serie, me la había contado y era consciente de su idea, de sus ganas, he estado presente en el proceso porque lo he vivido con él, pero yo ni siquiera estaba haciendo El llanto cuando él estaba con Los años nuevos. Yo ya la había escrito hacía muchísimo, y estaba en otras cosas. Una de ellas, nuestra próxima película juntos. Entonces al final es que los procesos de escritura son tan lentos y pasa tanto tiempo antes de que se dé el pistoletazo de salida, y ya no te digo del estreno, que en realidad está todo mucho más enredado. Pero me parece muy sano que Rodrigo Sorogoyen y yo hayamos hecho cosas diferentes. Lo que pasa es que tendemos a encontrarnos el uno al otro, y de hecho nuestra próxima peli es lo que más feliz me puede hacer ahora mismo a nivel laboral.

La sociedad ha cambiado desde el #MeToo, eso es así, y de hecho ha evolucionado tanto que ahora hay zancadas hacia atrás que dan mucho miedo

Tradicionalmente, la figura del guionista desaparece una vez empieza el rodaje. Pero creo que tú, que también eres productora ejecutiva de El llanto, estuviste muy presente.
Siento que eso ha ocurrido casi desde Stockholm, y cada vez más. En Antidisturbios también era productora ejecutiva. Me siento súper cómoda, y sucede orgánicamente que estoy presente desde la concepción de la idea, obviamente, pero también más o menos en casting, se me pide opinión para las localizaciones, después de rodar veo muchísimos cortes en el montaje. Entonces ya te digo, es algo que venía pasando. Al principio creía que tenía mucha suerte, porque siempre estaba rodeada de un equipo amigo y tan cercano que me permitía hacer este tipo de cosas. Pero creo que ya tiene sentido que le pongamos un nombre a eso [risas]. Entonces sí, ha sido como una especie de evolución orgánica y estoy muy cómoda con ella. Y me hace ver lo mucho que me gustan todos los procesos de realizar una película. Todos menos el rodaje.

¿No te gusta estar en los rodajes?
No, no me gusta. Es verdad que he estado mucho en el de El llanto, y en muchos de mis proyectos previos, aunque solo fuera un par de días. Estar allí y formar parte, y conocer al equipo, es muy valioso. Pero durante el rodaje es donde menos hábil me siento, la verdad. Creo que es un hecho muy claro: en un rodaje no hay demasiado tiempo para equivocarte, y los procesos creativos que a mí me interesan requieren equivocación, requieren error, requieren duda. Eso tiene que ver con la preproducción y con la postproducción, pero no con el rodaje. De hecho, para mí, escribir es probar y equivocarse constantemente.

¿Piensas en actores cuando escribes?
Sí, siempre.

¿Y si luego no hace el personaje?
Bueno, cuentas con ello. A veces no lo hace, pero a ti te sirve cuando escribes. Y cuando además lo hace... ¡es la hostia! [risas]. Puede pasar que no se concrete, entonces se reescribe y no pasa nada. Por ejemplo, no escribimos a Antoine, el personaje de As bestas, pensando en Denis Menochet. Pero al final tenía que ser él y se reescribió para que fuera Denis. Ya está, se rehace y al final es mejor la versión escrita con Denis que sin Denis. Pero sin embargo ella siempre fue Marina Foïs. Te vas adaptando. Tener una cara en la cabeza es muy útil y fértil.

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Cuando Movistar canceló la serie que Sorogoyen y tú habíais escrito sobre la Guerra Civil, se habló de la opción de resucitarla en alguna otra plataforma o cadena. ¿Está ese proyecto definitivamente muerto?
No, no está muerto.

¿Estaba de parranda?
Estaba de parranda, sí. Está en el limbo. No hay que perder la esperanza.

¿Qué era tan polémico en esa serie?
¿Tú qué crees?

No lo sé, no he leído el guion...
Nadie nos dijo nada muy claro. Supongo que la propia Guerra Civil... Yo intuyo que tiene que ver con eso, pero no lo sé.

También se habló en su momento de una segunda temporada de Antidisturbios. ¿Hubo o no hubo algo al respecto?
Se le hizo una propuesta a la cadena que no interesó por motivos similares.

¿Iba de los Piolines y del 1 de octubre?
Bueno, se les hizo una propuesta que no les interesó. Y ellos querían otra cosa que no nos interesó a nosotros. Entonces está bien así.

Pero no me dirás cuáles eran las cosas que interesaban o no interesaban a unos y a otros...
A buen entendedor…

Escribir es probar y equivocarse constantemente

A ver cómo explicaré esto por escrito...
Los subtextos son maravillosos [risas].

Antes hablábamos de tu nuevo proyecto con Sorogoyen, que protagonizarán Javier Bardem y Victoria Luengo. ¿Cómo será El ser querido?
Buena pregunta. Espero que sea una historia completamente diferente a todas las que hemos hecho hasta ahora. Y es una peli de personas que intentan hacer las cosas bien. Hay algo de metacine, por así decirlo, porque los personajes pertenecen a nuestro mundo, el del cine. Pero, sobre todo, no hay una carcasa de thriller, no hay una carcasa de género. Hay personajes que intentamos que se parezcan a gente real todo lo que sea posible, intentando hacer las cosas bien. Es lo más difícil que hemos escrito porque es muy difícil escribir sobre personas que intentan hacer las cosas bien. Es mucho más fácil, dentro de que no hay nada fácil, escribir sobre un político corrupto o sobre un crimen en un entorno rural.

¿No te gusta escribir sola, verdad?
Lo he hecho y me gusta más escribir acompañada, bien acompañada. He escrito cosas que están en mi cajón, o el capítulo de Apagón, que pergeñé con todo el equipo de guionistas, pero que escribí sola, por así decirlo. Y me gusta mucho más trabajar acompañada, insisto. El diálogo es mucho más estimulante y mucho más divertido.