Ayer quedó constatado una vez más que por el Primavera Sound, Barcelona se convierte en una de las capitales mundiales de la música. Muchos no querían llegar muy tarde para poder escuchar, ni que fuera por casualidad, Amaia, ganadora de la última edición de Operación Triunfo. Mientras la cantante navarra interpretaba todo un repertorio de lo más variado, donde se incluyeron temas de blues, copla y versiones d'Arcade Fire, el sol lucía y te invitaba a relajarte escuchando el yugo ve de la cantante que se estrenaba de esta manera dentro del mundo de los grandes acontecimientos indie. La corta edad, la emoción que pone en su trabajo y su naturalidad endulzó un público que buscaba acompañarla en este momento que, muy seguro, fue muy especial para ella.

Amaia durante su concierto de ayer / Foto: EFE

Como ya es habitual, el recinto se iba llenando de gente venida de todas partes, convirtiéndose en inmenso escaparate de moda que acoge vestimentas y estilos diferentes. Y la gente poco a poco se iba congregando en el escenario Seat, uno de los dos escenarios mayores, para escuchar a una de las grandes reinas de la electrónica. La cantante islandesa Björk deslumbró a su público con Utopía, su último trabajo. La artista es conocida por todas partes por su inconfundible voz y su original música que explora nuevos lenguajes melódicos, y ayer no fue la excepción. Björk cautivó a su público con uno de sus inolvidables conciertos, donde la música se funde con audiovisuales y luces que dan del directo una verdadera experiencia artística. Las pantallas proyectaban imágenes de la naturaleza en la cual tanto se inspira a la cantante, hecho que en un primer momento despertó ciertas quejas entre aquellos que querían ver a la islandesa por las pantallas. Björk ofreció un repertorio que incluía, sobre todo, temas de su último álbum. No obstante, el artista quiso complacer a sus seguidores más veteranos con un pequeño viaje a los 90 interpretando a Isobel, del álbum Posti Human Behaviur, incluido en su primer disco Debut. El concierto quedará, sin duda, en la memoria del festival, una pequeña cata de la potencia de la artista islandesa donde comprendes que, las voces y los espectáculos de este tipo ganan mucho más en salas y espacios más reducidos que en festivales.

Björk durante su actuación / Foto: ACN

Coincidiendo con Bjök, en el escenario Ray-Ben actuó el madrileño C. Tangana, entre los que ya desde el inicio lo escogieron a él en vez de ir a ver a la islandesa, se sumaron aquellos que se marcharon un poco antes del final del concierto para llegar a ver los últimos minutos de C. Tangana. Aparte de su estilo de música que puede gustar más o menos, es indiscutible que el cantante disfruta de un gran éxito. El concierto estuvo amenizado por coreografías y con una puesta en escena mucho trabajaba donde incluyó incluso grandes llamaradas de fuego y bengalas. Te guste o no su música, queda demostrado en que C. Tangana ofrece unos espectáculos donde la diversión pronto te lleva a bailar desenfrenadamente a los ritmos de rape.

Actuación de Björk / Foto: EFE

Justo después, los suecos Fever Ray protagonizaban uno de los mejores momentos de la noche, y seguramente de toda la edición del festival. La banda ni venía a Barcelona ni sacaba ningún trabajo desde el año 2009, hecho por el cual muchos esperaban con ilusión e incluso cierto nerviosismo su vuelta. Una vez más, Fever Ray no decepcionó a su público, y el concierto se convirtió en una auténtica fiesta. El grupo intercaló tema de sus dos álbumes adaptados al directo, hecho que se agradece y convierte los conciertos en experiencias todavía más únicas. El vestuario y coreografías canallas y queers acompañaban unos ritmos frenéticos con un impresionante trabajo de percusión. No obstante, el momento álgido del directo llegó con If I had a heart, cuando el público enmudeció para escuchar la voz rotura tan peculiar de las cantantes.

Las referencias a los años 80 protagonizaron, como ya es habitual, el concierto de Chvrches. Fue una buena excusa para seguir bailando con unos ritmos más pop y fáciles, justo antes de empezar el concierto de Bad Gyal. La trapera llegó al escenario en encima una moto para encontrarse unos graves problemas de sonido: un micrófono que no funcionaba, unas bases reventadas y una acústica no muy aseada. Los problemas se solucionaron rápidamente y la cantante pudo hacer disfrutar a los suyos con uno de sus usuales conciertos.