Jaime Rosales (Barcelona, 1970) tiene este martes el estreno internacional de su nueva película, Morlaix, en el Festival Internacional de Cine de Róterdam. La cinta llegará a los cines el 14 de marzo. La octava producción del cineasta catalán narra un primer amor adolescente entre dos jóvenes de un pequeño pueblo de la Bretaña francesa y está rodada en 35 milímetros en blanco y negro y en 16 milímetros en color. La historia de la Gwen y Jean-Luc le sirve también al director para huir de la política y la actualidad para hablar de temas más trascendentales. "Es a partir de la conciencia de la muerte que tenemos que asumir la responsabilidad de ver qué hacemos con la vida", explica Rosales.

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Morlaix explica la historia de Gwen, una joven que acaba de perder a su madre y que se encuentra en su último año del instituto. En medio del curso, llega Jean-Luc, un parisino sofisticado, culto y magnético del cual la protagonista se acaba enamorando. La película aborda esta trama más afectiva, pero también da un salto hacia adelante y muestra a los personajes de mayores, reflexionando sobre las elecciones que han ido tomando durante la vida. Con respecto al reparto, Aminthe Audiard (sobrina de Jacques Audiard, director de Emilia Pérez) y Samuel Kircher (hijo de los actores Irène Jacob y Jérôme Kircher) encabezan los dos papeles protagonistas. Mélanie Thierry y Alex Brendemühl completan el reparto de una película que llegará a las salas de cine el 14 de marzo, pero de la cual el 26 febrero se hará una proyección en La Fimoteca, con presentación a cargo del mismo Jaime Rosales y del profesor de cine de la Universidad de Lyon Philippe Roger.

La importancia de escuchar a los otros

Rosales apunta que empezó a trabajar en la película hace cinco años y que desde entonces se ha ido cocinando a fuego lento. De hecho, señala que el hecho de que se hiciera en Morlaix – el pequeño pueblo de la Bretaña francesa que le da título – es casualidad, ya que llegó de forma inesperada en el marco de la promoción de una de sus películas anteriores. "Me llamó mucho la atención y tuve la sensación que tenía que rodar una película", subraya. "Una vez realizada, la siento como algo muy especial y bonito, porque finalmente lo he conseguido". El nuevo proyecto de Rosales aborda un gran abanico de temas relacionados con los sentimientos, la reflexión y la trascendencia de las personas. El director, sin embargo, sostiene que deja "completamente fuera" la política y la actualidad. "Hablo de problemas que tienen que ver con el sentido de la vida, la pérdida, la muerte... También con la representación, y todo desde una perspectiva crítica que muestre que se tiene que corregir el rumbo hacia donde vamos", añade. De hecho, el cineasta lamenta que actualmente gobierna una "polarización extrema" y, en cambio, sus personajes tienen visiones diferentes que consiguen confrontar de forma sana. "Es importante vivir la vida escuchando a los otros y dando importancia a las cosas que la tienen", opina. "Sabemos que, desgraciadamente, el tiempo es limitado, y por eso tener la responsabilidad de plantearnos qué queremos hacer con la vida". Este argumento, sin embargo, según Rosales no es tan fácil de poner sobre la mesa porque la gente vive en una dinámica que no le permite hacerse esta pregunta. Por eso, añade que el filme busca "despertar" un poco a todo el mundo de este tipo de anestesia.

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Morlaix es la nueva película del cineasta catalán Jaime Rosales / Foto: Eli Don / ACN

Es importante vivir la vida escuchando a los otros y dando importancia a las cosas que la tienen

Con respecto a la forma, la producción del director barcelonés combina blanco y negro y color, una elección "totalmente personal" que escoge como "ejercicio de libertad". También coloca fotografías. "En realidad el reto creo que ha sido mezclar todos estos estilos visuales y del relato para hacer que aquello que se explica fluya y sea interesante para el espectador", dice. Finalmente, Rosales sostiene que la película combina actores naturales y profesionales en una interpretación libre y en parte guiada. Una decisión que considera que permite combinar dos técnicas muy diferentes. Mientras que la primera está más cerrada y lleva a los intérpretes a actuar con un texto de memoria, con la otra les abre la puerta a utilizar sus propias palabras. "Hay un hilo, pero también mucha libertad", detalla, "puse la cámara y empecé a grabar, les dije que hablaran de lo que quisieran y así lo hicieron, se expresaron a su manera".

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Aminthe Audiard y Samuel Kircher son los protagonistas de la nueva película de Jaime Rosales / Foto: Quim Vives

Tengo la sensación que las obras están contaminadas por la política y que eso comporta una falta de libertad

Nacido en Barcelona el año 1970, Rosales ha desarrollado durante las últimas décadas una prolífica carrera cinematográfica. Entre los reconocimientos a su obra destacan el Premio de la Crítica de la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes (Laso horas del día, 2003), el Goya a la Mejor Película y el Mejor Director (La soledad, 2007), el Premio de la Crítica del Festival de San Sebastián (Tiro en la cabeza, 2008) o el Premio del Jurado Ecuménico de Un Certain Regard del Festival de Cannes (Bella juventud, 2014). Además, en marzo del 2014 el Centro Georges Pompidou realizó una retrospectiva de toda su obra. Rosales es también Caballero del Orden de las Artes y las Letras Francesas y Premio Nacional de Cultura de la Generalitat de Catalunya (2015). El año 2018, publicó El lápiz y la cámara, un libro que reflexiona sobre el cine y la creación artística, y presentó su película Petra en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes. Su última película, Girasoles silvestres, se estrenó en otoño del 2022 después de su paso por San Sebastián. Preguntado por el estado actual del mundo del cine, Rosales se muestra crítico, ya que cree que faltan cosas que provoquen "verdaderas conmociones", no solo en este sector, sino también con respecto a la literatura, la música o el arte. "Es también una crítica que me hago a mí mismo porque formo parte de este engranaje y creo que se tiene que hacer una reflexión profunda y romper algunos esquemas", asegura. "Tengo la sensación que las obras están contaminadas por la política y que eso comporta una falta de libertad". De hecho, el director recuerda que decidió hacer cine porque le parecía que era el campo que le podía encajar más, pero reconoce que durante todos estos años su visión del mundo ha cambiado mucho. "Me han pasado cosas profesionales y vitales que me han permitido hacer un aprendizaje", relata, "pero ahora mismo me encuentro en una crisis profunda que me lleva a querer plantearme cosas nuevas y llevarlas a los espectadores". En este sentido, reconoce que ya dispone de un par de proyectos en mente, aunque todavía no sabe cómo se desarrollarán ni en qué momento.