Hace algo más de una semana se estrenó el tráiler oficial de Los anillos de poder, la serie de Amazon Prime sobre la segunda edad de la Tierra Media de El señor de los anillos. Los fanáticos de la saga de J.R.R. Tolkien esperaban las primeras imágenes con altas expectativas y hasta nerviosismo, pero la euforia inicial derivó rápidamente en un aluvión de quejas y muestras de indignación bajo el argumento que el teaser mostraba realidades infieles al relato original sin respetar los cánones del autor. ¿El motivo? En él aparecen un hobbit puertorriqueño y una princesa enana negra.

Esta es la última de una larga lista de polémicas sobre cambiar el color de piel de los protagonistas de algunas franquicias, algo que años atrás ya pasó con el cambio de género: Ocean’s 8, Las Cazafantasmas o la posibilidad que James Bond fuera interpretada por una mujer por primera vez removió los pilares de un cine exageradamente androcéntrico. Tras esa mediática transgresión de los roles hegemónicos, la cuestión racial tomó el relevo del debate porque los relatos no eran creíbles– un argumento que no se tuvo en cuenta, sin embargo, cuando Cleopatra (nacida en Egipto) fue interpretada por la norteamericana Elizabeth Taylor o Ben Affleck dio vida a Tony Mendez en Argo, un agente de la CIA de origen mexicoamericano. Pese a todo, hace un par de años se confirmó que la adaptación real de la Sirenita, pelirroja y de tez blanca, la protagonizaría la actriz y cantante negra Halle Bailey o que la versión teatral de Harry Potter tendría a una Hermione Granger racializada, pero los ejemplos ya venían de largo: el doctor Robert Neville de Soy Leyenda interpretado por Will Smith era un caucásico de ojos azules en la novela de Richard Matheson y en la última trilogía de Spiderman se le dio el papel de Mary Jane Watson a Zendaya.


El reparto inclusivo de Los anillos de poder, la serie de Amazon Prime sobre el mundo de El señor de los anillos, fue criticado por muchos fans de la saga. / Amazon Prime

Que las personas racializadas están infrarrepresentadas en el cine es un hecho: según datos del centro de estudios Annenberg Inclusion Initiative, que hizo un análisis de 1300 películas populares de la industria hollywoodiense entre los años 2007 y 2019, solo en un 34,3% de ellas salen personajes racializados con diálogo, frente al 67,7% de los personajes blancos. A falta de referentes de minorías étnicas en las grandes producciones, convertir a personajes históricamente blancos en protagonistas negros se ha vuelto una obsesión para gran parte de una industria cinematográfica y televisiva que quiere sacudirse el racismo de los hombros pero con las mismas manos, porque las historias continúan siendo escritas por los mismos.

Armando Buika: "Mi madre se fue a los 10 minutos de la película - Palmeras en la nieve - porque está contada desde un prisma que no es real, y es necesario que nosotros tengamos la capacidad de contar nuestra historia"

Esta práctica, mal llamada black washing por su comparación con el white washing (que personajes de otra etnia sean interpretados por actores blancos), busca ese lavado de cara porque no hay voces racializadas que puedan crear historias propias. Lo explica muy bien Armando Buika, quien hasta lo ha comentado con Disney o Netflix. “Entiendo el intento de la industria de intentar corregir el error, pero ¿por qué convertir personajes ya escritos cambiando el color de la piel? Debemos crear personajes nuevos y dejar a los que ya existen tal como están, y eso pasa por tener creadores negros”. Él es actor y fundador de la plataforma The Black View, una organización que lucha para visibilizar el trabajo y la presencia de actores, guionistas, directores o productores negros dentro de proyectos audiovisuales. Cuando Armando empezó en el mundo de la interpretación, los únicos papeles que le permitían hacer eran de mantero o de guardaespaldas, estereotipos con los que no se sentía identificado. “Si yo soy reflejo de esta sociedad y yo sé que existen médicos, arquitectos, abogados negros… ¿por qué yo no puedo interpretar a uno de ellos?”. Ahí se dio cuenta que apenas había representación en la ficción española y creó la organización.

Jessica Sala, miembro de la Asociación Guineo-Catalana, también creció como espectadora mirando series o películas en las que apenas salían personas negras y, cuando lo hacían, era en ficciones extranjeras. "Yo me sentía cero representada en mi sociedad, si buscaba una serie o un cine de proximidad, allí no había nadie; mi carencia máxima ha sido que cuando yo veía una serie catalana no veía ni un personaje corriente que fuera negro, todos eran estereotipados", explica. Pero Jessica intenta ver el black washing como una primera parte positiva - aunque insuficiente y muy residual- en la lucha por la igualdad racial, sobretodo como una oportunidad real para que los niños no blancos se puedan sentir representados y pertenecientes a la sociedad.

Jessica Sala: "Mi carencia máxima ha sido que cuando yo veía una serie catalana no veía ni un personaje corriente que fuera negro, todos eran estereotipados"

¿Inclusión o fachada? Lo que se lee entre líneas, y tanto Sala como Buika coinciden, es que los remakes negros perpetúan la discriminación de colectivos minoritarios porque solo explican una parte de la historia. En la película Palmeras en la nieve, basada en la novela de Luz Gabás, se perdió la oportunidad de contar el testimonio durísimo de la esclavitud y el colonialismo en Guinea Ecuatorial porque se convirtió en otra historia de amor. "Mi madre se fue a los 10 minutos de la película”, cuenta Armando, “porque está contada desde un prisma que no es real y es necesario que nosotros tengamos la capacidad de contar nuestra historia. Las dos perspectivas pueden convivir siempre y cuando tengas una visión global de lo que está pasando, y eso no está pasando si no cuentas con nosotros”.
 


En la versión teatral de Harry Potter, Hermione era negra. / CC

El fundador de The Black View es muy crítico con la Academia de Cine, con quien lleva años conversando para revertir las actuaciones y decisiones que se toman desde la máxima institución del cine en el estado porque ni él ni muchos artistas negros se sienten representados en ella. “Y es el pez que se muerde la cola; como no hay personajes y papeles para los actores racializados lo suficientemente dignos como para optar a un Goya, no tenemos presencia en los premios. Es terrible”. Para Jessica, esta representatividad no solo es necesaria sino obligatoria, porque la pluralidad - como la paridad - se contempla en la Ley de Igualdad. 

Con la generación masiva de contenidos, las minorías étnicas o de género han visto una nueva oportunidad para trabajar: las plataformas son un hervidero de series y películas donde se puede encontrar casi de todo,  y esa es también una brecha para que las personas racializadas puedan huir de papeles estereotipados sin temor a ser absorbidos por la perspectiva hegemónica. Incluso en las labores de doblaje, donde los actores negros también han sido históricamente relegados a doblar únicamente a personajes interpretados por negros – en 2020, el equipo de Los Simpson ya anunció que la serie no seguiría contando con actores blancos para interpretar la voz de personajes no blancos, en lo que consideraron una apuesta clara por la diversidad racial. Ahora y junto a Netflix, The Black View ha preparado un taller de voces de doblaje con la idea que los actores racializados puedan poner voz a cualquier persona. Hay mejoras pero saben cómo está el patio: aunque cada vez más multinacionales se enorgullezcan de tener departamentos de diversidad e inclusión, todos están dirigidos por personas blancas.