Keith LaMar lleva 28 años en el corredor de la muerte de Ohio esperando una pena que en Estados Unidos todavía es legal en 27 estados, más de la mitad del total. El día que Keith LaMar entró en la cárcel por primera vez tenía 19 años y lo hacía condenado de homicidio: una banda rival empezó un tiroteo, él respondió y una de sus balas acabaron sesgando la vida de uno de sus amigos de infancia. Un abogado decente habría alegado defensa propia, pero el suyo le incitó a declararse culpable. Años después, LaMar fue acusado de asesinar a cinco presos y un guardia en el motín más longevo de la historia de Estados Unidos. Él lo ha negado durante casi 30 años.
Albert Marquès se topó con esta historia en una manifestación del movimiento Black Lives Matters poco después de viralizarse el vídeo del asesinato de George Floyd. Marquès es pianista de jazz, nació en Granollers y vive en Brooklyn des de hace más de una década. Fue su vecino —el músico negro Ryan Jackson— quien le explicó quién era Keith y qué le había pasado, y ahí surgió la idea de organizar protestas con música en la calle. Convenció a 25 músicos y lo hicieron a pesar de las detenciones masivas que pretendían sofocar la lucha esos días. Las manifestaciones del Black Lives Matters se alargaron meses y cuando se empezaron a deshinchar, convenció a otros músicos catalanes —Marc Ayza, Erin Corine y Manel Fortià— y montaron el videoclip On Living para Youtube. Resonó tanto que después llegó la idea de hacer un disco con Keith. Ambos han parido el primer disco de la historia en grabarse desde el corredor de la muerte.
Freedom first es un álbum logísticamente muy difícil de hacer porque las cosas de la prisión van demasiado lentas. Se han comunicado sobre todo mediante un sistema cutre de correos electrónicos y por teléfono. Pero nada ha impedido que Keith LaMar sea el colíder del proyecto junto con Albert: ha creado las letras de las canciones, el orden del disco, el título, incluso los músicos que tocan. "El objetivo desde el principio ha sido amplificar su voz, darle una plataforma para que yo no lo defendiera, sino que se pudiera defender por él mismo", explica el pianista catalán. En noviembre les dieron un premio en el Congreso Mundial Contra la Pena de Muerte en Berlín. Ahora están de gira. La banda toca en directo y Keith recita por videollamada. Acaban de hacer un concierto en el Irídia Fest de derechos humanos y cultura de Barcelona y todavía rodarán por un par de ciudades catalanas —el 1 de marzo en Granollers y el 3 de marzo en Sant Feliu de Llobregat— antes de viajar a otros países y volver a los Estados Unidos.
No es una oportunidad que haya tenido ningún otro preso antes en el país con más reclusos del mundo. Alrededor del 21% de la población carcelaria mundial está en cárceles de Estados Unidos. Y la población penitenciaria ha crecido un 700% en las últimas tres décadas. “Es un problema de dimensiones estratosféricas que afecta sobretodo a la gente pobre, y la gente pobre en Estados Unidos es, sobre todo, negra y latina”, me aclara Albert por teléfono. También las personas de estas comunidades son las que sufren más estigma y abuso social. Como Floyd, como Tyre Nichols o como Keith, que lucha a través de la música para demostrar su inocencia antes que lo ejecuten.
¿En qué condiciones está Keith, en el corredor de la muerte?
Él vive en aislamiento permanente. No es como aquí, en qué las celdas de aislamiento se utilizan para castigar a alguien cuando se porta mal, creo que los presos le llaman el zulo, y es un lugar donde no puedes ni recibir llamadas. Él está en situación de aislamiento queriendo decir que no está con otros presos, que no está en un comedor comunitario, que no ve a otros seres humanos... pero tiene visitas en un horario reglamentado unos días a la semana y un horario de llamadas. Puede salir a una especie de patio subterráneo, que si miras hacia arriba ves el cielo, donde puede hacer ejercicio, pero allí está solo. El aislamiento es la lógica del corredor de la muerte. Cuando un preso está allí quiere decir que es un preso peligroso que no tiene nada que perder y que puede matar a otros. En su caso, además, está en una prisión de máxima seguridad, porque supuestamente es lo peor, de lo peor, de lo peor.
Albert Marquès: "Keith prefiere que lo ejecuten a que le conviertan la pena de muerte en cadena perpetua"
Hace un tiempo hablé con el periodista Nacho Carretero sobre el caso de Pablo Ibar, y me explicaba que Pablo le decía que lo que más echaba de menos era decidir cosas, que hacía 20 años que no podía decidir ni cuándo abría una puerta.
Keith lleva toda la vida en la prisión. Él entra en un centro de menores con 15 años, y cuando pasa esta revuelta, tiene 19. Ahora supera la cincuentena. No quiero hablar en su nombre pero Keith echa de menos cosas como la naturaleza. Una prisión no es una cosa humana. Es como una fábrica, es toda luz artificial las 24 horas del día, todo está climatizado. Él siempre pregunta sobre el tiempo. Es una desconexión de la naturaleza brutal. Y claro, no escoge su ropa, no escoge lo que come, no escoge nada.
La ejecución está programada para el próximo 16 de noviembre.
El primer objetivo del proyecto es pararla, o si no pararla, que el gobernador de Ohio la prorrogue. Creo que este es un objetivo más asequible y lo que el gobernador tiene el poder de hacer. Reabrir el caso es más difícil porque tienes que ir al Tribunal Supremo de Ohio, y es más complicado. Pero Keith no quiere cadena perpetua. Keith prefiere que lo ejecuten que no que le conviertan la pena de muerte en cadena perpetua. Él dice que es inocente y que quiere salir de allí, vivo o muerto, pero quiere salir. Y el objetivo de los abogados es reabrir el caso.
¿Por qué lo condenan?
El motín humilló a todo el estado, fue el más largo de la historia de los Estados Unidos, 11 días, y que no acaba porque el estado doblegue la revuelta —a pesar de cortarles la electricidad y el agua—, si no por una negociación. Tienen un guardia muerto y eso hace que la sociedad del estado esté traumatizada. Y necesitan cabezas de turco. Y yo creo que lo que hicieron es coger a un pobre que ya estaba allí por asesinato, que no tenía ningún tipo de apoyo y que no tenía dinero para pagar un abogado. Ahora el nuevo equipo de abogados está intentando demostrar que entonces no se enseñaron todas las pruebas de las cuales disponían, por lo tanto la defensa no pudo hacer un buen trabajo y desmontarlo. Están trabajando sobre todo con que el fiscal disponía de muchas pruebas que no dio nunca a la defensa y que lo podían haber ayudado a ser inocente. Este fiscal ha utilizado esta estrategia sistemáticamente: solo este año, 3 hombres negros han sido liberados porque han demostrado que este fiscal utilizó esta praxis. Legalmente se ha demostrado que no tuvieron un juicio justo.
¿Hay posibilidades reales de desmontarlo ahora?
Una cosa que me gusta mucho de un artículo a doble página que hizo el New York Times, cuando el caso no se conocía nada, es que dice que el problema que tiene Keith es que si él demuestra que todo se construyó rápido y de una forma torpe, como hay 3 personas más en el corredor de la muerte por el mismo motín —les dicen los 4 de Luckesville—, todos los casos se hundirían. Lo que pasa es que él es el primero de la lista para ser ejecutado. Y por eso harán todo lo que puedan para que él no consiga lo que estamos intentando, porque toda la maquinaria que se puso en marcha entonces se hundiría. De hecho, hay un documental en Netflix —Captive— en que el primer episodio solo habla de esta revuelta, pero no hablan de él. Es que de los 11 días que duró, Keith solo está en la prisión la mañana del primer día. Y de aquella mañana, solo entra dentro del centro, dentro del módulo, 30 minutos (él dice) para recoger sus cosas; pero el estado dice que entró para asesinar a 5 personas y organizar el motín. Y el problema de un motín es que no hay pruebas de ningún tipo, no había cámaras, es el caos total y absoluto.
¿Y teniendo en cuenta que el proyecto que estáis haciendo hace una crítica abierta al estado de Ohio y a la pena de muerte, puede pasar de que Keith sufra represalias?
Ya ha pasado. Hubo represalias cuando salió el artículo del New York Times. Allí hubo represalias. Las represalias dentro de una prisión pueden ir desde molestarlo porque lleva el reloj cuando tiene una visita hasta decirle que no puede hacer una llamada o que no puede seguir haciendo una llamada un minuto antes de entrar en directo con la NPR, que es la radio pública más importante de EE.UU. Esto ha pasado. Son zancadillas que le hacen para putearlo tanto como pueden. Y para esperar, además, que él reaccione para después poder castigarlo.
El problema que tiene Keith es que si él demuestra que todo se construyó rápido y de una forma torpe, como hay 3 personas más en el corredor de la muerte por la misma revuelta, todos los casos se hundirían; él tiene la primera fecha de ejecución, y por eso harán todo lo que puedan para que no consiga lo que estamos intentando
¿Y fuera os han dado el toque?
También han dicho cosas contra mí. Cuando me atacan los argumentos van desde "como tú eres músico y te parece que un juez no hace bien su trabajo, te tenemos que escuchar a ti?". Es un buen argumento. Quien soy yo, un pianista de jazz de Barcelona, para decir que un jurado popular en el estado de Ohio cometió un error. Y hasta insultos. Evidentemente, los familiares de los muertos de los que se acusa a Keith no están contentos con eso. Pero una cosa que podemos aprender del mundo anglosajón es la libertad de expresión. La libertad de expresión en los EUA es muy, muy, muy sagrada, y todo lo que estoy haciendo entra dentro de este planteamiento. Lo que me daba miedo era tener problemas legales para utilizar las grabaciones de las llamadas telefónicas, y para eso sí que miramos todos los contratos de la prisión. No es exactamente legal pero no se había contemplado nunca. Este es el primer disco en la historia que se hace así y quizás será el último porque cambiarán las normas.
¿Hay precedentes en que la música haya servido para anular una pena de muerte?
Está el caso del Bob Dylan con el boxeador Rubin 'Huracán' Carter, representada en la canción Hurricaine. No estaba en el corredor de la muerte, pero es una referencia de que la música ha servido para sacar a alguien de la cárcel.
Entiendo que todas tienen un peso emocional, sobre todo para él, ¿pero hay alguna de las 15 canciones del disco que tenga un valor sentimental más fuerte?
La que es muy emotiva, tanto para él como para mí, es Tell'em the truth (Diles la verdad), porque es la única que tiene vídeo y es el único donde él pudo estar con nosotros en el estudio por videollamada, y pudo hablar con los músicos.
¿Cuántos conciertos tenéis previstos?
Intentamos tocar el máximo posible. A nivel de estrategia política, lo más importante es que en abril vamos a tocar en el Mid Est, sobre todo en Ohio, y es la población de Ohio la que a última hora tendrá que ser la responsable de llamar, enviar cartas y presionar al gobernador para que detenga la ejecución. Al gobierno de Ohio le importa poco lo que pensamos en Nueva York o en Catalunya, y por eso es muy importante ir a Ohio, pero los conciertos que damos fuera de allí, incluido el de Catalunya, sirven para dar a conocer el caso. Los conciertos también sirven para conseguir fondos. La campaña de Justice for Keith Lamar cobra en nombre de Keith por su actuación. Él cobra como líder de la banda, y cobra más que los músicos. Pero todo el dinero de merchandising va a la campaña, y sobre todo a pagar abogados, que piden en torno a medio millón de dólares. Yo ahora cobro por estos conciertos, pero no he cobrado nada durante los dos años que lleva el proyecto. Y estamos intentando que gente del mundo del derecho también haga eso y pueda ayudarlo gratuitamente.
Albert Marquès: "No quiero que con mis impuestos se pague el asesinato de ningún ser humano: yo pagaré la muerte de Keith con mi impuesto sobre la renta"
¿Y qué piensa la sociedad civil en los Estados Unidos?
La gente que defiende la pena de muerte, que es la mayoría en estos estados, cree que la pena de muerte es efectiva para prevenir crímenes en el futuro y porque hay crímenes que son tan graves que la cadena perpetua no es suficiente. Y no tiene nada que ver con ser de derechas o de izquierdas. Pero está demostrado que la pena de muerte no prevé el crimen; de hecho, los países donde hay menos crimen son precisamente los que no tienen pena de muerte, y en EUA, los estados con las tasas de criminalidad más altas son precisamente los que tienen la pena de muerte. Este argumento cualquier criminólogo lo tumba. A nivel emocional, a veces me dicen que qué hacemos con un violador de niños pequeños que es un asesino en serie. Y yo les contesto que no quiero que con mis impuestos se pague el asesinato de ningún ser humano. Yo pagaré la muerte de Keith con mi impuesto sobre la renta. No quiero.
¿Y ni las estadísticas sirven para hacerles cambiar de opinión?
El argumento que también dan es que para los familiares es una manera de cerrar aquel trauma. Para muchísimos familiares no es verdad. Cuando están presentes en las ejecuciones, tienen un nuevo trauma que añaden al que ya tenían por la experiencia previa. Básicamente las ejecuciones no aportan nada, no solucionan nada, solo crean más dolor. Incluso a la gente que hace las ejecuciones. No encuentran gente que quieran hacerlas, los médicos se niegan, y lo acaban haciendo guardas que no tienen ni idea de qué están haciendo. Y esta gente que hace eso después está en tratamiento psiquiátrico el resto de su vida. Gracias al activismo, incluso la industria farmacéutica, y eso es lo que está pasando en Ohio ahora, se niega a vender los medicamentos en las prisiones para cometer las ejecuciones. Es por eso que ahora están reimplantando el pelotón de fusilamiento, y ciertos estados, como Alabama, están reabriendo la cámara de gas —donde por cierto se utiliza exactamente el mismo gas que se utilizaba en Auschwitz—. Todo el proceso es macabro y crea unos traumas. Yo soy profesor en un instituto público y muchos de mis alumnos están a favor de la pena de muerte. Es importante hablar, y también hablar de para qué sirven las prisiones. Aquí también.
¿Aquí por qué?
Pablo Hásel está teniendo problemas para ver a un médico mientras hablamos. Eso es competencia de la Generalitat. Yo pensaba que durante la época del procés, porque teníamos gente con quien simpatizábamos dentro de las prisiones, nos haría pensar sobre el sistema penitenciario, pero veo ahora que no, que solo nos preocupaban aquellos porque pensamos que no son criminales, que no son monstruos y animales como el resto que les rodeaba, si no que son presos políticos y que son de los nuestros. Yo espero que con todo este proyecto la gente no piense "que malos son estos yankees", si no en qué pasa aquí.