Jimena Amarillo se identifica como rapera, y lo dice alto y claro. Está un poco cansada de la etiqueta de “indie moñas” o el encasillamiento de su música con la tristeza. En 2021 publicó su álbum debut Cómo decirte, mi amor, en el que salieron canciones que se han convertido en conocidos hits como Cafeliko. La artista lleva dos años aprendiendo a producir, todas sus canciones son autobiográficas y tiene ganas de cambiar un poco de temáticas de cara a nuevas piezas: “Igual hablar de unos pantalones que se me han caído por la calle, en vez de las chicas que me gustan todo el rato”. En 2023 publicó La pena no es cómoda, su segundo álbum, y ahora está buscando nuevos sonidos y aprendiendo a hacer música con gente. Considera que la letra y la vocal es lo indispensable de una canción y es lo que busca en cada pieza que saca. Cuando le pregunto si encontraremos un nuevo sonido en sus próximas creaciones, responde: “Sí, esa es mi intención. No voy a hacer un Motomami, ¿sabes? Pero quiero un poco más de ánimo”. Aunque su música es lo primordial, su persona está muy anclada a ella. La valenciana inaugura este viernes el Let’s Festival en la Sala Salamandra, donde pasarán artistas catalanes y estatales hasta el 23 de marzo.
Eres de Valencia ciudad. ¿Cómo has terminado en Madrid?
Para hacerme la moderna. Literalmente, porque yo todo lo que estoy haciendo aquí lo podría hacer en Valencia. Lo que pasa que al final el tópico se convierte en verdad y yo vengo aquí porque está todo, está todo el mundo y están los contactos, la verdad. No me escondo. Hace un año y poco que estoy aquí. He pasado un año de mierda porque la adaptación de Valencia a Madrid ha sido heavy, pero ahora mismo estoy contenta.
En 2021 publicaste tu primer álbum. ¿Cómo ha cambiado tu música hasta hoy?
Justo estoy en esas de escuchar las canciones antiguas. Pues me va y me viene, me dan bajones, miro mi música, no me encuentro, la comparo con mi sonido de ahora y me rallo… Creo que es consecuencia de haber sacado tantísima música en tan poco tiempo, que al final llega un momento que te saturas, y no sabes muy bien qué onda porque hay demasiadas cosas. Pero yo estoy contenta, siempre intento abrazarla, y tocar en directo también me hace de apoyo, cantar mis canciones antiguas y darme cuenta de que sigo siendo esa persona.
Consideras que el sonido ha cambiado.
Sí, ahora mismo lo que produzco no tiene nada que ver, pero la esencia, que es lo que me mola, es totalmente la misma; yo hablo de lo mismo, mi voz es la misma. Llevo dos años produciendo y aprendiendo un montón de cosas que antes no sabía. Y después de ahí, igual me dan vergüenza algunas canciones, pero luego me hace mucha gracia porque yo no sabía producir y saqué un disco.
¿En qué estilo musical te sitúas?
Yo soy rapera. Tu pon rap y punto, porque estoy harta del indie moñas. Yo me identifico como rapera, la gente que diga lo que quiera. Yo como persona, y las referencias que tengo, todo lo he hecho escuchando rap.
¿Qué referencias te vienen a la cabeza?
Escucho y me gusta un montón Kenya Racaile. Mucha música hortera, mucho reggaetón. También escucho mucho indie, pero sobre todo de fuera de España. Mi referente total es Inner Wave, pero ahora mismo sí que estoy más urbana, me apetece un poco más esa vibe, sí. Pero bueno, escucho de todo.
¿Qué encuentras indispensable en una canción?
Para mí lo más importante es la letra y la vocal, la verdad. Y luego de ahí, que la base esté más chula o menos, es lo que estoy trabajando ahora. Pero para mí, desde que llevo haciendo música, todo lo que se dice y lo que escribo, y eso es la esencia de la canción. Me da igual que tenga 3 pistas u 800, que, si no es buena la letra o la vocal, me rallo.
La mayoría de mis canciones son cosas que nunca diría de mi boca
¿La temática de las letras es siempre autobiográfica?
Totalmente, yo no me invento absolutamente nada; y como me pasan tantas cosas en la vida, pues ya tengo dos discos, un EP y no sé cuánta música.
¿Entre el primero y el segundo disco hubo un cambio de temática?
Para nada, los temas no son lo que quiero cambiar si hago nueva música. Siguen siendo igual de lésbicos, pero igual estaría bien hablar de unos pantalones que se me han caído por la calle en vez de las chicas que me gustan todo el rato.
¿Qué otros objetivos tienes a largo plazo?
No tengo ni idea. Soy una chica sin muchos objetivos futuros, vivo mucho en el presente. Pero quiero aprender a hacer música con gente. Es muy importante el apoyo y todo eso, pueden seguirte 1000 personas, que si no tienes a tus 5 amigas de la música, no te vas a sentir bien. Intentar hablar de otras cosas y hacerlo un poco diferente, sin dejar de mantener mi esencia.
¿Y cómo vives la exposición? ¿Consideras que expresas lo que te pasa por la cabeza a través de la música antes que de otro modo?
No me importa absolutamente nada, la verdad. No tengo ninguna vergüenza. Como solo lo digo mediante eso, pues nada, ahí está. Me da igual, la verdad. La mayoría de mis canciones son cosas que nunca diría de mi boca, físicamente. A veces las canto y digo: “uau, cómo ha salido esto de mi cabeza”.
¿Necesitas dejar de lado una letra para reciclarla más adelante?
La verdad que soy del momento, no me va reciclar letras. Y si lo hago es porque dije algo que sigue existiendo en mí en el presente o sigo pensándolo. Yo, por ejemplo, ahora no podría hacer una canción de hace uno o dos años, mi música es: “pienso esto, lo digo y lo saco”, no le puedo dar tantísimas vueltas. Quiero trabajar más en eso, pero al final no es mi esencia y creo que se nota un poco cuando escuchas mi música.
En una publicación decías: “recordando que canto aparte de ser lesbiana”. ¿Estás cansada de que se te etiquete?
Qué va, de hecho, me encanta. No sé, al final es una cosa que no tiene todo el mundo que hace música. A ver, hay mil lesbianas que hacen música, pero haber adoptado este concepto como de coña hace unos dos años y que ahora literalmente sea un referente lésbico para alguna persona, me hace bastante gracia y lo quiero llevar también como bandera, en plan: está mi música primero, pero mi persona también está muy anclada ella. Me encanta que me vean como una figura lesbiana que hace música.
¿Te genera presión ser un referente para cierta gente?
Me gusta porque literalmente ha sido haciendo nada, en plan; te gusto porque simplemente soy yo y me hace gracia, además que me alegra y me siento súper bién cuando alguien me escribe. Me quedo flipando porque, madre mía, si tengo que ser yo tu referente… Pero también lo entiendo.
¿Lo vives de modo político?
No, para nada. Yo siempre digo que no soy quién para dar ningún discurso, estoy trabajando en ello, y cuando pueda tener un discurso bien firme me podré meter en temas políticos. Yo quiero escuchar, considero que necesitaré mucho tiempo para que de verdad tenga un discurso bien formado. Ahora mismo estoy haciendo lo que puedo y cuando me puedo pronunciar en diferentes temas lo hago, pero me gustaría aprender muchísimo más y aprender de la gente. Creo que hay mucha gente en la cual fijarnos, que no sea yo; yo simplemente hago música y soy lesbiana. No predico nada.
Empezaste en pandemia y ahora tienes más de 430.000 oyentes mensuales. ¿Ha sido un proceso gradual?
Sí, bueno, yo ya llevo siendo un coñazo desde mucho antes, pero sí, cuando empecé a sacar mi música propia fue en la cuarentena. Ha sido progresivo, lo comparo con proyectos de allí como Julieta o Mushkaa y siento que ha sido más explosivo, de nada a muchísimo. Y me encanta, también. Pero yo, como ha sido tan progresivo, me he mantenido en la tierra todo el rato y nunca me he flipado de decir: “uau, qué loco todo”. O sea, obviamente sí, cuando haces alguna entrevista, cuando te encuentras con según qué persona delante, o cuando coincides con, yo qué sé, Alizzz al lado. Pero yo lo vi más por los conciertos y los festivales a los que iba. Creo que cuesta verlo en el presente, creo que lo piensas mucho después de que pasen las cosas. Y yo cuando lo pienso me da un poco de cosa, y no lo pienso. Y ya está.
¿Estás trabajando en algún proyecto nuevo?
Sí, ahora estoy haciendo nueva música, más exploración. Estoy encontrando sonidos y juntándome con gente.
Encontraremos un cambio en la nueva música.
Sí, esa es mi intención. No tanto en plan no voy a hacer un Motomami, ¿sabes? Pero quiero un poco más de ánimo. Todo el mundo dice: “escucho Jimena para llorar”, ya está bien, levanta el ánimo. Habrá para llorar, pero no todo el rato. No lo entiendo, yo tengo canciones muy animadas… Y todo el mundo me escucha para llorar. No, tú solo escuchas Cuando ya no me quieras y punto. Pero escúchate las otras. Es un poco salir de eso.
Primero está mi música, pero mi persona también está muy anclada a ella; me encanta que me vean como una figura lesbiana que hace música
Las dos canciones más representativas de tu discografía son Cafeliko y Ni se Nota. ¿Te lo esperabas?
No las aguanto más. No puedo con ellas. No, no me esperaba absolutamente nada. Pero si es que Cafeliko tiene cuatro pistas, como me iba a esperar yo algo… Pero es mi lema de vida: nunca esperes nada y cuando menos te lo esperes, de repente, pum, Cafeliko, hit. ¿Por? No sé, nunca lo entenderé. A mí me gustan otras que la gente no escucha. Siempre pasa esto… Las que yo considero hits no son hits, y las que yo considero que son canciones sin más, sí que lo son. Ya no sé cómo hacer música, me da igual. Cafeliko, de hecho, ¡va a salir en una película ahora!
Se te han roto los esquemas con el público.
Totalmente, yo flipo. De repente el otro día me meto en Spotify y una que para mí es fea de repente la está escuchando más gente y digo: ¿qué hacen? Obviamente los algoritmos y tu sello hace de todo, ¿sabes? Pero bueno, vivimos así los cantantes, yo creo.
¿Con qué canción te ha pasado esto también?
Cuando ya no me quieras me ha costado abrazarla, pero ahora la abrazo mucho. Porque la escucho y digo: ¿qué haces, Jimena? Una línea guitarra y tú diciendo estas horteradas. Me pasó en una época, pero ahora me encanta. Digo: dios, qué canción más LOL. Me va y me viene con canciones.
Has hecho algunas colaboraciones: Irenegarry, Belicemanu o Eddi Circa. ¿Qué obtienes de ellas?
Pues yo soy una chica bastante ensimismada, me cuesta muchísimo colaborar con gente, y de hecho este año va a ser el año de la colaboración. Me encantaría aprender a hacer música con gente, porque, al final, tú sola todo el rato te agobias. Las que tengo son porque han surgido súper bien y porque son las únicas que he probado, también te digo, y he tenido esa suerte. Pero ahora que estoy quedando con más gente para hacer música me pone de un nervio que flipas. Pero bueno, no sé, hay que probar y explorar. Las colaboraciones que tengo es porque o somos muy iguales o nos entendemos muy bien musicalmente, pero pienso que eso me cuesta muchísimo con una persona.
¿Qué concierto recuerdas con más cariño?
El FIB (Festival Internacional de Benicàssim), que es un festival mainstream, pero me da igual. Fue muy fuerte porque tocamos cuando coincidió que de repente acababa un concierto, el escenario era tocho, y de repente se reunieron unas tres mil personas ahí delante. Y fue súper gracioso porque estaban todas ahí y yo me sentía Beyoncé, súper fuerte. Yo miraba a mis músicas, y teníamos una cara de decir: ¿qué está pasando?, ¿por qué hay tanta gente? En plan, yo cantando Cafeliko y aquí tres mil personas delante. Una risa. Y también el Orgullo de Barcelona me marcó un montón. Qué loco todo, qué fuerte, fue una horterada que flipas. Encima todo en directo, se me olvidó enchufar el autotune… Qué risa.