El suelo de Barcelona está mojado. Hace frío, ha lloviznado todo el día y las luces de Navidad se ven reflejadas encima de las losetas. Hay barro y arena amontonándose en algunas aceras. Nada que ver con el color marrón que dejó la DANA y que todavía mancha la vida de los valencianos que lo han perdido todo. Joan Carles Girbés nos espera en un chaflán del Eixample. Es director editorial de Ara Llibres y valenciano, de Carcaixent, y cuando tenía 8 años vivió la rotura de la presa de Tous del 20 de octubre de 1982. "Soy hijo de la Pantanada y eso marca, nos marcó como generación". Lleva unos días de mucho trabajo y la mezcla de sentimientos se le amontonan en la lengua con una evidente implicación emocional. Mucha indignación, mucha rabia, mucha satisfacción de tanta solidaridad recibida.
Enseguida me revela como surgió Renàixer del fang (Ara Llibres), un libro solidario exprés parido en menos de un mes y medio y que tiene un objetivo puramente solidario: donar todos los beneficios a las 11 librerías afectadas por la catástrofe, a través del Gremi de Llibrers de València. "Conozco a la gente del sector, las librerías afectadas y a muchos autores, y tenía la necesidad de hacer algo", confiesa Joan Carles. Para conseguirlo, una quincena de autores y autoras valencianos se han sumado a la causa, como Núria Cadenes, Vicent Borràs, Manuel Baixauli, Gemma Pasqual, Paco Cerdà o Ferran Torrent. Algunos de ellos, incluso, después de sufrir las consecuencias del temporal en propia piel. "Está hecho con una urgencia extraordinaria y estoy maravillado de esta cadena humana; la ilustradora, por ejemplo, estaba sacando barro de su estudio y solo quiso dibujar para esto".
¿Cuándo viste claro que tenías que hacer un libro?
Cuando pasó la DANA yo estaba en Barcelona, y durante aquel fin de semana, que se hizo muy largo, la librería La Moixeranga nos envió un mensaje que decía: "me ha desaparecido la librería". No tenía ni paredes. Y tuve aquella sensación de... ostras, es que le ha afectado a mi gente, ¿sabes? Entonces empezó esta ola de solidaridad tan bonita, y yo pensaba en qué podía hacer más allá de criticar al Govern y hacer tuits, pero el problema era tan inmenso, tan abrumador, que o lo segmentas o te chafa a ti mismo, y en una situación así no hay nada peor que no hacer nada. Y yo puedo hacer libros y puedo ayudar a mi gente del mundo del libro. Me di cuenta de que mucha gente quería hacer cosas pero no tenía la red que yo tengo. Y también de la incomprensión de cómo funciona el País Valencià, incluso me he encontrado con gente que no sabía que en València se hablaba valenciano. Hay un desconocimiento brutal de lo que pasa allí.
¿La tragedia te ha afectado más como valenciano o como editor?
A mí me ha afectado más como valenciano. Tengo conciencia de lo que pasó cuando la Pantanada, y yo sé lo que vivieron mis padres para reconstruir su vida. La ola de solidaridad es muy bonita, pero es efímera, y por eso el libro era tan urgente, porque el dinero se necesita ya y porque tenemos que aprovechar esta oleada, porque después ya no estará. ¿Y qué nos quedará? La lucha política, los juicios y las deudas que se tienen que devolver. Mi familia estuvo décadas devolviendo el dinero de los préstamos. Dentro de seis mesos, los que no nos ha afectado habremos pasado página, y es muy injusto. Y por eso es importante dejarlo por escrito.
Es una radiografía multi testimonial; se explica qué pasó, pero también aporta mucho contexto sobre la realidad valenciana.
A mí me preocupaban mucho dos cosas. Una; que la gente estaba sufriendo y la teníamos que ayudar significativamente, tanto con apoyo moral para sentirse acompañados como con dinero para construir paredes. Y la otra; combatir el relato y los bulos de la extrema derecha, porque me daba pánico que a los valencianos nos dijera qué nos ha pasado desde Madrid. Conozco muy bien el caso del accidente del metro de València. Cuando estaba en Sembra Llibres, publicamos el libro Lluitar contra l'oblit; entonces había pasado tanto de tiempo desde el accidente que solo hablábamos de cuestiones técnicas. Pero es que murieron 43 personas. Y muchas murieron trituradas porque los cristales se desprendieron de los vagones del metro, había trocitos de carne humana entre las piedrecitas, y si eso no lo explicábamos —sin centrarnos en el morbo— no se entendía que la gente sintiera tanto dolor. Porque la gente no quería cobrar subvenciones, quería justicia. Al PP se le da muy bien manipular e intentar conducir las cosas hacia un lado que no es, y el 29 de octubre no se avisó a la gente, no se evacuaron los colegios, la gente quedó atrapada y murieron 222 personas. Era evitable. Que no nos cuelen un relato que no es.
Me daba pánico que a los valencianos nos dijeran qué nos ha pasado desde Madrid
Por eso todos los relatos son de autores valencianos.
Exacto. Son gente que toca el terreno, que ha sido afectada, que está muy sensibilizada y que sabe poner palabras a hechos que son muy difíciles de explicar. También quería que eso sirviera para dar mucha difusión a los buenos autores que tenemos en el País Valencià y que se desconocen mucho tanto fuera como dentro del territorio valenciano. Y cada uno ha soltado su relato: Martí Domínguez dice que dejemos de negar el cambio climático y Vicent Vidal da un repaso histórico de la relación intensa que València tiene con el agua. O Mercè Climent, que habla de nuestro arraigo con la tierra. Dice que en Benetússer, por ejemplo, no hay ni un centímetro cuadrado de tierra. Nos tendría que hacer reflexionar sobre qué hemos hecho con nuestro propio territorio.
L’Associació d’Editorials del País Valencià calcula más de 5 millones de euros en daños materiales. Un mes y medio, ¿después cómo están las editoriales?
Están muy, pero que muy mal. El punto negro en todo esto es que la gran distribuidora del País Valencià ha quedado arrasada. Y muchas editoriales utilizaban aquel almacén como su almacén propio, con todos sus libros. Cuándo te viene una ola como esta y te quedas sin los libros, no puedes vender nada, y encima ahora te viene la campaña fuertísima de Navidad. Y el País Valencià es un lugar donde la cultura, especialmente la cultura en catalán, está hecha de empresas pequeñas y frágiles para quienes es muy difícil reconducir la situación.
¿Han recibido algún tipo de ayuda o de apoyo de la administración?
La desampara del gobierno autonómico de la Generalitat es demoledora, porque imaginemos el desastre unido a un gobierno que no es que no te ayude, sino que está en contra. ¿Una estructura frágil, que lo pierde todo y que tiene un gobierno en contra, como se repone, de esto? Partimos de una fragilidad y de un menosprecio institucional, y ahora se ve con toda su crudeza.
La Generalitat Valenciana estima el presupuesto para la recuperación de las industrias culturales en unos 95 millones. ¿Puede pasar que haya discriminación ideológica a la hora de repartir este dinero?
Bueno, yo me lo esperaría todo. Me remito a lo que dijo el conseller torero —Vicente Barrera, conseller de Cultura de Vox hasta julio del 2024— cuando llegó al Govern: manifiestamente estaban en contra de todo lo que oliera a catalán y de todo aquel que expresara el territorio como País Valencià. Esto es lo que tenemos gobernando. Se fueron los de Vox pero se han quedado los otros, que son exactamente iguales. No tengo ninguna esperanza de que esta gente sea la que reconstruya la cultura del País Valencià, y menos la cultura hecha en catalán. Hemos pasado más de veinte años de gobierno del PP con mayorías absolutas, y ya te lo podías esperar todo y lo vimos todo, pero ahora han ido un paso más allá. Hay aversión y un posicionamiento contrario a que eso ocurra. Se tiene que denunciar constantemente: yo me niego a normalizar tener un Govern que vaya en contra de su propia cultura. No lo podemos normalizar de ninguna de las maneras. También creo que en el País Valencià falta unión entre sectores culturales, literarios y no literarios, y ahora sería el momento de construir lo que no se ha hecho antes. Se tendría que hacer piña porque no son espacios estancos: la gente que lee en catalán, también va a ver teatro y escucha música en valenciano. Tenemos que tender a la normalidad, y me gustaría huir de la militancia lingüística y valorar que hay buena producción en todos los ámbitos culturales.
¿Y crees que la catástrofe puede contribuir a que la gente se dé cuenta del maltrato que sufre históricamente la cultura valenciana? Al final, los que gobiernan han ganado unas elecciones...
Es una gran pregunta, y me gustaría decir que sí, pero no sé si hay elementos para creer que eso pasará. Hemos vivido muchos gobiernos del PP y hay muchos ambientes en contra de la lengua, también de gente valencianohablante. Pero ha habido una sociedad reivindicándose que no se ha dejado chafar. Desgraciadamente, después vienen las elecciones y pasan otras cosas. Es cierto que es una sociedad muy compleja y muy diversa, con un territorio no uniforme. Y todavía tenemos que luchar mucho y batallar mucho, porque si no nos pasan por encima y nos chafan.
Si las ayudas económicas no llegan, ¿el sector del libro peligra?
Las librerías afectadas peligran y las editoriales corren un peligro muy claro de no salir adelante, porque no es solo que han perdido los libros, es que no tienen distribuidora. Estos días están distribuyéndolos como pueden y sacándolos de donde pueden. Sí que se están poniendo en marcha unas ayudas a la reimpresión desde la Generalitat Valenciana para ayudar a reimprimir libros y volver a tener ejemplares. Pero claro que corren peligro. ¿Por qué? Pasan unas semanas reconstruyéndose a sí mismos, viendo los daños que tienen; después tienen que poner en marcha nuevas ediciones, adelantando un dinero que pueden tener, o no, y después aquel libro tiene que llegar a través de una distribuidora, que ahora mismo está destrozada. La campaña de Navidad peligra bastante. Y no nos olvidemos de una cosa muy importante, que es que los centenares de miles de personas afectadas no están para muchas alegrías ni para comprar demasiados libros, porque ya tienen bastante con lo que tienen.
Las editoriales corren un peligro muy claro de no salir adelante, y para la cultura en catalán será muy difícil reconducir la situación
Hay antecedentes de catástrofes con pérdidas económicas y enormes perjuicios al sector cultural. ¿Cómo se ha gestionado en otras ocasiones?
Es que una catástrofe como esta no ha pasado nunca. Estamos hablando de cerca de un millón de personas afectadas. Es una zona catastrófica de una dimensión muy extensa que afecta a muchísima población, y de la gestión que ha hecho hasta ahora el Govern de la Generalitat Valenciana se pueden decir muchas cosas, y creo que ninguna buena. Pero creo que la peor, la que más me duele, me indigna y que no hubiera sido nunca capaz de imaginar es esta soberbia, esta indiferencia y esta manera de despreciar a tu propia población. Como cuándo le preguntan a Carlos Mazón qué hacía el día del ventorro y dice que ya está bien de preguntarle por eso. Señor, es que a aquella hora estaba muriendo gente. Incluso en la época más dura del PP, esto no había pasado.
¿Llegarán las responsabilidades políticas?
Claro que llegarán. Espero que sí, vaya. Es que no fue solo la alarma, se tenían que haber activado muchas otras cosas antes. Hay gente que se salvó por los pelos. En el relato de Ferran Torrent dice que le entra el agua a casa y ni llovía. Claro que no tienes la sensación de peligro, porque no está ni lloviendo, pero el barranco hace horas que se ha desbordado. Y eso los políticos lo saben si no están en una comilona. Ferran Torrent ve a gente muerta en su calle. Gente que aquel día fue a comprarse un mueble a una tienda de Alfafar y al cabo de unas horas estaba viendo cadáveres flotando. Hostia, es que es muy fuerte. Y allí había testimonios. Por eso el relato es muy importante, para no olvidarlo.
¿Y qué podemos hacer las personas no afectadas para que no se olvide?
Uno de los problemas de la sociedad actual es la sobre información que tenemos. Nos llegan tantos inputs que ya no recordamos que hay una guerra en Ucrania, y es muy difícil estar centrado siempre en un problema. Lo que sí que creo es que tenemos que tomar conciencia que el caso de València no se acaba cuando se limpian las calles. Entonces empieza otro drama muy intenso y muy largo y que afectará a la vida de muchísimas personas. Y por eso el libro, para que lo recordamos y podamos ir a las fuentes y tener fundamentos de nuestro relato. Y repito un deseo: la unión del sector valenciano para ser más fuertes. Me gustaría que llegara también a muchos lectores catalanes y que descubrieran muchas cosas que pasan allí. Hay muchas editoriales haciendo muy buen trabajo y muchos autores valencianos muy buenos que no llegan suficientemente a Catalunya. Ojalá esto también nos sirva para unir territorios, porque vivimos muy aislados los unos de los otros, y lo tenemos que revertir.
Pero somos "Països Catalans".
En Catalunya la gente se está perdiendo toda una riqueza lingüística y literaria que también la enriquece, y si el problema valenciano no lo sentimos como propio, no vamos bien. Cualquier ataque a la lengua que pasa allí también tendría que afectar aquí, y al revés. O que un autor valenciano gane algún reconocimiento nos tiene que enorgullecer aquí, y se hace muy poco. Y yo lo he visto: he sido presidente de La Setmana y he visto que hay determinados flashes en qué sí que recordamos que hay unos Països Catalans, y que queda muy bonito en un discurso, pero no es así en la práctica. Y si no entendemos que tenemos un espacio cultural y una lengua compartida, no vamos bien.
¿Quieres decir que Catalunya se mira demasiado el ombligo?
Creo que las metrópolis tienden a mirar su ombligo, también València lo mira, y València no es el País Valencià. Tampoco Catalunya es Barcelona. Está bien mirarse al ombligo y reconocerse y pensar que somos muy guapos, pero no estamos completos si no miramos el país entero. Si no miramos el país entero, sin compasión ni paternalismo, nos empequeñecemos.
¿Cómo has visto la cobertura informativa que se ha hecho de la DANA?
En la cobertura que se ha hecho desde los medios públicos de Catalunya, en general, he visto una sensibilidad de creerse que lo que estaba pasando allí era una cosa que nos afectaba directamente. Y creo que TV3 y Catalunya Ràdio han hecho muy buen trabajo, francamente, de estar allí y preocuparse. También es cierto que todos los medios han estado ahí, pero obviamente no es lo mismo lo que ha ido a hacer Ana Rosa Quintana que Abraham Orriols. La sensibilidad cambia, y me da la impresión que algunos habrán descubierto cosas del País Valencià que no tendrían que haber descubierto en aquel momento. La cobertura de Televisión Española también ha sido buena, y lo que hace ElDiario.es es un trabajo superbueno. En sede parlamentaria, Mazón dijo que no llegó al CECOPI porque había mucho tráfico y llovía, y los de ElDiario.es buscaron específicamente si hubo retención y lluvia. Y ni una cosa ni la otra. Eso es un periodismo maravilloso, alguien que se preocupa y que no dejará pasar ni una. Y me da esperanza. Cuando el accidente del metro de València, eran poquísimos medios los que informaban; básicamente el Levante, que cada día 3 lo recordaba. Y en el caso de Guillem Agulló también hablamos de manipulación: nos querían hacer creer que Guillem era el nazi cuando lo habían asesinado a él.
Han actuado como políticos inútiles, y no quiero que me perciban como una sociedad ridícula y de pandereta
¿Y se ha hecho bien desde los medios valencianos?
Uno de los grandes problemas que tuvimos en la anterior época del PP, con Canal 9, fue la no cobertura del accidente del metro de València. Consiguieron taparlo. Fíjate cómo era de potente la red que tenían los medios de comunicación. Ahora estamos en otra época, y los valencianos hemos aprendido que eso no podemos volverlo a consentirlo. À Punt ha hecho una cobertura para estar al lado de la gente y para decir cosas que nunca en la vida se habrían dicho en la época de Canal 9. Se han oído críticas al Govern, se han oído verdades como puños y no he visto un intento de tapar nada. También cabe decir que en València tenemos un sistema mediático muy español, la gente se informa a través de la SER, TVE o Telecinco y no tenemos unos medios públicos fuertes. El sistema mediático valenciano es muy propio y está muy empobrecido.
Hablas mucho del accidente del metro de València.
Es que creo que, si pudieran, habrían tapado todo lo que ha pasado. Pero no pueden. En el metro había 43 personas y 47 heridos, pero aquí hay 222 muertos y muchísimas decenas de miles de personas afectadas. No puedes tapar una cosa tan inmensa, pero intentan despistar y desviarte la atención. Esta gente no nos salvará ni nos ayudará, no sabrán resolverlo, y han actuado como políticos inútiles y como personas de sangre fría distantes al dolor de la gente, y este cóctel hace que no sirvan. Y un problema que ya es muy grande lo será más. Yo no quiero que me perciban como una sociedad ridícula y de pandereta. ¿Por qué tenemos unos políticos tan ridículos que nos avergüenzan? No me hagas hacer sentir vergüenza de ser valenciano, que es lo último que se tendría que permitir y es lo que provocan con su incompetencia y su frialdad. Es momento de arremangarse, y si eso no lo tenemos, todo irá a peor.