Son días de aislamiento y, en algunos casos, también de introspección, estado que puede ser propicio para aquellos creadores que tienden a mirar hacia adentro, más partidarios de encontrar en sus yo y los alrededores inmediatos aquellas cosas que pueden compartir con los otros. Como los poetas. Los escritores tienen que escribir y los lectores tienen que leer, con la misma proximidad, si puede ser, que la del campesino y el consumidor. Y, para que eso pase, ahora y aquí, La Llança, suplemento cultural de ElNacional.cat, ha propuesto a una treintena de poetas de una calidad indiscutible y con una trayectoria detrás que nos hagan llegar un poema recién recogido. Así pues durante un mes publicaremos cada día un poema, cada uno de un poeta diferente, sin más requisitos ni condiciones que estos que hemos mencionado. Porque vivimos como vivimos y también porque se lo hemos pedido sin margen de tiempo, tendremos durante treinta días "Poetas bajo presión".
La serie se inicia, justamente, el día de Sant Jordi, Dia del Libro que este año viviremos en confinamiento, con el poeta y arquitecto Joan Margarit (Sanaüja, 1938) que justo hoy tenía que recibir el Premio Cervantes y que nos ha cedido una de sus últimas creaciones en exclusiva.
ES FA DE DIA
Darrere l’horitzó sorgeix la llum d’hivern.
Negres branques de l’àlber. El sol rosat i fred
ha il·luminat el mur de pedra de la casa
amb la seva llunyana veritat.
És una hora innocent i alhora perillosa:
degué ser-ho també pels que encenien foc
a dins les coves amb olor de fum,
excrements i animals esquarterats,
i pels primers que van poder escoltar
alguns hexàmetres de l’Odissea.
Aquesta hora m’imposa com antany,
quan aprenia a construir-ho tot.
Ja sóc un vell que oblido.
La meva última eina és l’oblit.
I el respecte per coses com l’albada.