Joan Miquel Capell (Barcelona, 1960) fue mosso d'esquadra durante 32 años. Empezó en el cuerpo como agente y salió de él como comisario. Fue el responsable del despliegue de los Mossos por la ciudad de Barcelona en sustitución de la policía española. Ahora sigue trabajando dentro del ámbito de la seguridad y ha publicado un libro, Wad-Ras (ediciones La Magrana), en que explica un caso que investigó cuando estaba en el cuerpo. Esta novela negra ha merecido el IX Premi Crims de Tinta que otorga La Magrana / RBA.

¿Hasta qué punto el protagonista es usted?
El protagonista tiene mucho de mí; su historia familiar tiene muchos puntos de contacto con la mía. La novela en buena parte tiene un fondo autobiográfico. Pero prefiero que el lector escoja qué es verdad y qué es mentira. Buena parte de la novela es cierta, pero la historia está novelada.

¿Por qué novelar un caso real?
Quiero explicar emociones que no podría explicar en un artículo técnico. Me tomo licencias literarias que me permiten explicar sensaciones y sentimientos. Las emociones y sensaciones del protagonista son, también, las emociones de quien las escribe.

¿Y hasta qué punto Wad-Ras es la historia de un caso real?
El núcleo central de la novela es un caso real: la muerte de una mujer en la prisión de mujeres en septiembre de 1991 en Barcelona. Yo estuve en Wad-Ras en ese momento y participé en la investigación.

Quiero explicar un momento concreto de la historia de los Mossos

Pero la novela es más que la historia de un crimen.
Yo tengo la intención en mi novela de explicar un momento concreto de la historia de los Mossos. Y la investigación de Wad-Ras no fue una investigación como la que harían los Mossos hoy, que tienen una unidad de homicidios, que se dedica sólo a eso. En aquel momento teníamos que hacer una investigación, pero al mismo tiempo proteger el Palau de la Generalitat, cubrir la Feria de Teatro de Tàrrega... Y eso en la novela se ve. Además del crimen en concreto, en el libro se ve cómo se desarrolla una policía nueva para el país.

¿Cuál era la situación de los Mossos, en 1991?
Los Mossos en 1991 vigilaban los edificios de la Generalitat: el Palau, el Parlament... Como se dice en argot, "vigilábamos piedras". Y después custodiábamos algunas instalaciones de la Generalitat, como unidades móviles de TV3 o los Ferrocarrils Catalans; al mismo tiempo hacíamos los servicios de escolta del Govern de la Generalitat; teníamos una unidad de menores, pionera en el Estado español; y se creó un Grupo Especial de Intervención (GEI)... Desde el punto de vista de la investigación criminal, sólo nos dedicábamos a cuestiones de menores, de juego ilegal, de fraude a la Seguridad Social... Sólo éramos 900 mossos, faltaba gente para hacer las funciones...

El Ministerio decía que los Mossos sólo podían ser colaboradores de la Policía

¿Hacían de policía judicial?
Esta posibilidad era muy discutida por el Ministerio del Interior. Se decía que sólo podíamos ser colaboradores de la Policía y de la Guardia Civil. En aquel año 1991 el contexto competencial de los Mossos era escaso.

¿Es cierto que algunos jefes del cuerpo procedían del ejército o la armada española?
Era obligatorio. El Estatut de 1979, en el artículo 13, exigía que los mandos de los Mossos procedieran de las Fuerzas Armadas...

¿Es cierto que los Mossos se formaban fuera porque ni la Policía ni la Guardia Civil querían formarlos?
Era una cuestión más política que técnica. Surgía más del Ministerio del Interior y del gobierno civil que de la Policía y la Guardia Civil. En la época tuvimos muchas dificultades para convocar la Junta de Seguridad de Catalunya, y por eso no se podía avanzar en cuestiones como la financiación, el armamento, la munición... El Ministerio del Interior no ponía las cosas nada fáciles. Y hasta 1993 no aceptaron que los Mossos pudieran formarse en las academias de la Guardia Civil y la Policía. Antes de eso la Generalitat nos envió, a unos cuantos, a formarnos fuera. Yo tuve la suerte de poder hacer una estancia en Estados Unidos, y conocer a algunos policías de la DEA, del FBI.... Trajimos ideas del extranjero, como la primera ficha de identificación de personas de los Mossos, que se inspiraba en la del FBI.

Los Mossos son el cuerpo civil policial más antiguo de Europa

¿Había complejo de inferioridad hacia otros cuerpos policiales?
Los Mossos harán, el año que viene, 300 años. Son el cuerpo civil policial más antiguo de Europa. Pero hemos vivido con un cierto complejo de inferioridad. Se decía que éramos una policía con pocas competencias, que no podíamos ser policía integral... Y eso cuando fuimos la policía más antigua... No parece que haya tradición policial en este país: hemos hecho famosos a los bandoleros, pero no conocemos grandes nombres de los Mossos d'Esquadra...

¿Cómo fue que se hizo mosso d'esquadra?
Yo me hice mosso cuando acabé el servicio militar. No tenía trabajo, vi que había una convocatoria para 280 plazas y me presenté. Entonces hacía de taxista y en 1983 entré en la academia de la calle Pearson. Fui uno de los 263 miembros de la primera promoción convocada por la Generalitat.

¿Cuál era la situación de la seguridad, en Barcelona, en 1991?
En 1991 la ciudad de Barcelona tenía un gran problema por el tráfico de heroína y por las muertes por sobredosis... Se vivían con una cierta cotidianidad las muertes por sobredosis. Además vivíamos con perplejidad la aparición del sida... La heroína la llevan para acá grupos organizados de delincuentes, como se refleja en la novela.

Vivimos en un lugar privilegiado, seguro y atractivo para todo el mundo: y eso implica a los buenos y a los malos

¿En aquel momento operaban muchas mafias internacionales en Catalunya?
Catalunya históricamente ha sido un territorio de paso, entre Europa y África, entre Europa y Estados Unidos... Aquí se vive muy bien... Vivimos en un lugar privilegiado, seguro y atractivo para todo el mundo: y eso implica a los buenos y a los malos. No es casual que tengamos 14.000.000 de turistas... Aquí quieren venir, también, los mafiosos y los delincuentes. Y nuestro sistema jurídico también es atractivo para los delincuentes, comparado con los del Norte del África, por ejemplo.

Wad-Ras también hace referencia a la presencia de opositores sirios en Catalunya.
La novela deja ver cómo fueron las relaciones con la dictadura siria... España ha sido tierra de refugio para gente que hizo grandes animaladas en su país de origen, como el hermano de Al-Assad, que está ahora en Marbella. Los problemas que hay hoy son consecuencia de lo que hicimos en los noventa. En aquel momento no podíamos ver que Al-Assad podría bombardear su población: se veía la dictadura en Siria, pero no podíamos imaginarnos esta barbarie, con bombardeos en población civil, con dos millones de exiliados, con familias destrozadas... Era imposible de prever todo eso...

Su novela retrata con dureza la situación de la antigua prisión de mujeres de Wad-Ras. No parece muy optimista con respecto al sistema penitenciario...
En aquel momento, en 1991, cuando los jueces enviaban a alguien a la prisión, eran conscientes de que en la prisión había problemas graves de enfermedades. Había muchos toxicómanos en los centros, y había muy pocas políticas dirigidas a resolver sus problemas de salud. Ahora, 25 años después, con todas las políticas que se han hecho, se ha cambiado en gran parte la imagen que tienes cuando entras en una prisión. El nuevo centro de Lledoners no tiene nada que ver con la Modelo. Las posibilidades de resocializar o reeducar son completamente diferentes de las que había en 1991. Entonces no era optimista; hoy eso ha cambiado gracias a la implicación de los poderes públicos.

¿Se han superado la desconfianza y prejuicios del Ministerio hacia los Mossos?
Ha ido a épocas. Depende mucho de las personas y de momentos históricos. Hay épocas en que los recelos se han hecho mayores y otras en que se han hecho más pequeños. A partir de 1993, cuando se produce el despliegue de sustitución, en el que los Mossos ocupan el lugar de la Policía Nacional, las circunstancias cambian radicalmente. Pero puntualmente pueden aparecer personas de uno y otro lado que dificultan el entendimiento entre profesionales.

La policía pasa por un momento difícil por las circunstancias que se han dado últimamente

¿En qué momento estamos ahora?
Estamos en un momento difícil. La policía tiene que trabajar desde el punto de vista de la confianza, tanto entre las diferentes instituciones como con la ciudadanía. Es un momento difícil por las circunstancias que se han dado últimamente. Los profesionales, en su día a día, van recuperando su clima de confianza entre unos y otros... Alguno puede tener dudas, pero cuando los mossos trabajan día a día las dudas se van... Pero lo peor que puede pasar a una sociedad es que los ciudadanos, los jueces o los fiscales desconfíen de sus policías, de la gente que tiene depositada la función de garantizar la seguridad ciudadana.

Pero estamos en una situación en que la ciudadanía desconfía de la justicia, de la que dependen los Mossos...
Los Mossos tienen dos sombreros: uno como policía gubernativa, que depende del gobierno, y otro como policía judicial, que tiene que cumplir y ejecutar órdenes de policías y fiscales. Este es el sistema por el que hemos optado. Eso a veces puede parecer contradictorio cuando unos y otros dan órdenes contradictorias. Pero al final los mandos de los Mossos, y los mossos y las mosses, cumplen órdenes de unos y otros, y eso es lo que les pide la ciudadanía. Ejecutan lo que les piden los gobiernos (local, autonómico y central) y ejecutan también lo que les dice el juez. Lo que no hace el mosso y la mossa es inventarse los criterios, aunque algunos así lo crean.

En la novela explica que una de las amenazas que combatían a los Mossos, en 1991, eran los grupos independentistas. ¿Pensaba que algún día estos grupos podrían llegar a estar en el gobierno de la Generalitat?
En 1991 lo que estaba pasando es que había acciones más o menos violentas de grupos independentistas catalanes y vascos. Se llevó a cabo una gran operación contra Terra Lliure, pero no podíamos pensar hacia dónde podían evolucionar las cosas. En aquel tiempo se veía difícil que ETA entregara las armas, aunque se pensaba que algún día se acabaría la lucha armada en el País Vasco e Irlanda.

Usted sigue siendo experto en seguridad: ¿cuáles son las máximas amenazas, hoy por hoy, a nuestra seguridad?
Yo creo que son el crimen organizado, el terrorismo y la consecuencias del pensamiento radicalizado de uno y otro lado. No me refiero sólo al terrorismo yihadista, sino también al de la ultraderecha y la islamofobia. Es una amenaza muy grave. Tenemos la gran suerte de que Catalunya es un país muy seguro y dispone de un aparato de seguridad muy potente. Pero tenemos asignaturas pendientes: la violencia de género, la violencia en el hogar, los hurtos...

Si no nos implicamos todos, no mejoraremos las cotas de seguridad.

¿Catalunya tiene suficientes medios para combatir las amenazas que vienen?
Sí, pero haría falta mejor coordinación entre todos los medios y la coparticipación de toda la ciudadanía en la tarea de mejorar la seguridad. Es el trabajo principal de las policías, pero tiene que implicar a todo el mundo... Si no nos implicamos todos, no mejoraremos las cotas de seguridad.

¿Qué relación tiene usted con la novela negra?
Leo mucha, sobre todo lo que me recomienda Paco Camarasa. Mi referente, el autor en catalán que me ha inspirado, es Andreu Martín, pero también me ha influido Vázquez Montalbán y su Carvalho... También González Ledesma, Carlos Zanón, los suecos, los americanos... La novela negra te explica cómo funciona la sociedad y cómo funciona la policía.

¿La novela negra, ha tenido relación con su tarea de policía?
En 1999 creamos en el cuerpo de Mossos un club de lectura, que dirigía, y dirige, Paco Camarasa. La idea era leer libros que nos explicaran cómo funcionaban otros cuerpos policiales: en Irán, Mongolia, Pakistán.... Cuando aparece alguna novela en que el investigador es de una cultura desconocida, nos la leemos. La novela negra nos enseña otras formas a actuar. Pero también hemos pasado por los clásicos del género...