Barcelona, 10 de mayo de 1840. Hace 183 años. Joan Muns, obrero de la industria textil catalana, fundaba la Societat de Protecció Mútua de Teixidors de Cotó de Barcelona, que en algunos documentos aparece, también, como Associació de Teixidors de Cotó, y que fue el primer sindicato obrero y la primera sociedad mutualista obrera de la historia peninsular. Joan Muns creó y desarrolló una caja de cotizaciones (de resistencia, en la terminología obrerista) que debía cubrir las contingencias por desempleo, enfermedad, accidente, invalidez, viudedad, orfandad y muerte. Un proyecto pionero y revolucionario de garantías sociales que se adelantaría casi un siglo al actual sistema público de cotizaciones y prestaciones.
¿Quién era Joan Muns?
Tenemos muy pocas noticias del pasado de Joan Muns, entendiendo como tal su trayectoria vital antes de la creación de la Societat de Protecció Mútua de Teixidors de Cotó de Barcelona. Solo sabemos que nació en Vic hacia 1819, en una familia de condición humilde, y que hacia 1833, con tan solo catorce años y coincidiendo con el estallido de la primera guerra Carlista, siguió el camino de la emigración que, en aquel momento, ya hacían miles de segundones catalanes. Por la naturaleza de su proyecto, podemos intuir, sin miedo a equivocarnos, que en la capital catalana, Joan Muns se convirtió en un líder obrero con una extraordinaria capacidad para leer los grandes problemas sociales de la época. Joan Muns fue un visionario.
¿Cómo era la Barcelona que conoció Joan Muns?
La Barcelona que conoció a Joan Muns, era una ciudad dominada por las desigualdades y por la precariedad. Aquella Barcelona de los primeros años de la primera Revolución Industrial, continuaba recluida en el interior de las murallas por imposición del régimen borbónico. Era el castigo por la revolución de 1705 y por la resistencia de 1714. En aquel momento, aquella ratonera ya concentraba a 200.000 habitantes. Sin embargo, la minoritaria clase privilegiada vivía en la Rambla y en el pla de Palau, en grandes y lujosos pisos. Y las mayoritarias clases humildes, malvivían en los barrios populares del Raval y del Born, en viviendas que actualmente catalogaríamos como "pisos-patera": cada familia disponía, únicamente, del uso de una habitación, y compartían ciertos espacios como la cocina o la letrina.
Las fábricas de Barcelona
Cuando Muns llegó a Barcelona, las fábricas de la ciudad —como las de cualquier otra ciudad industrial del mundo— no tenían las más mínimas medidas de seguridad. Los obreros y obreras trabajaban en unas condiciones lamentables, jugándose las manos, los brazos o la vida cada día. Pero eso no era todo. Las fábricas de Barcelona estaban situadas en el interior del cercado amurallado, distribuidas por toda la trama urbana, pero especialmente por la zona más próxima al puerto (calle Ample). La ubicación de aquellas fábricas competía con el terreno dedicado a vivienda, lo cual aumentaba notablemente la presión sobre el suelo, y convertía a Barcelona en una ciudad insalubre, y a su sociedad quedaba especialmente expuesta a enfermedades y a contagios epidémicos.
Los accidentes laborales y la ruina de las familias obreras
Un accidente laboral grave (la pérdida de una mano, de un brazo, de ojo) comportaba, automáticamente, la pérdida del trabajo. El patrón estimaba que aquel obrero ulcerado ya no tenía la misma capacidad de producción y lo sustituía por otro en mejores condiciones físicas. Por lo tanto, un accidente laboral (por otra parte, tan frecuentes en aquel contexto) representaba una auténtica tragedia para la familia. El sistema de prestaciones por accidente (baja temporal o definitiva) no existía, y aquella contingencia, provocada por la falta de medidas de seguridad de la fábrica, se traducía en la ruina de la familia. Esta casuística era, perfectamente comparable, a la muerte por accidente o por enfermedad del obrero o de la obrera. También, en este caso, la familia quedaba totalmente desamparada.
El modelo que inspiró a Muns
Muns era una persona con una gran preocupación por los problemas sociales y un autodidacta que se había formado devorando libros. A través de sus lecturas, tuvo noticias de la existencia de un sistema privado de prestaciones, para cubrir las contingencias, que se había creado y puesto en práctica en algunas fábricas británicas y alemanas. Este sistema se inspiraba en un modelo creado, en el siglo XV, por las cofradías balleneras vascas, para cubrir la altísima siniestralidad que se producía en el sector. En las fábricas del siglo XIX, a diferencia de los balleneros del siglo XV, los patrones ya no aportaban nada a la caja de prestaciones, pero con las cuotas obreras se conseguía evitar que las familias obreras afectadas por una contingencia cayeran en la miseria.
El primer sindicato y la primera mutua
A partir de la experiencia que había conocido, Muns agrupó a los trabajadores de su fábrica, y luego amplió el colectivo al conjunto de trabajadores del textil de Barcelona. El éxito fue absoluto, y no solo consiguió pagar las prestaciones por contingencias de los asociados, sino que incluso llegó a financiar la creación de varias cooperativas obreras de producción textil. El proyecto de Muns se empezó a romper cuando el gobierno liberal del general Espartero legisló contra este sindicato primigenio y contra esta mutua pionera (1843), con el pretendido argumento de que atentaba contra la libertad de trabajo. Espartero y sus ministros proscribieron la obra de Muns, pero no hicieron nada para crear un sistema público paralelo.