Joel Joan (Barcelona, 1970), actor, guionista, productor, director..., no le hace falta presentación. Todo el mundo lo conoce, desde los más pequeños que descubren 'Plats Bruts' por primera vez, hasta los mayores que han podido seguir su trayectoria. Nos encontramos en el vestíbulo del teatro Goya, donde está representando 'El gran comediant' para dar un repaso a su carrera, hablar del éxito, y conocer su opinión sobre la salud de la cultura y la lengua catalanas.
Estás en el teatro Goya haciendo 'El gran comediant'. Poco se lo pensaban los del Ayuntamiento de Badalona cuando os cancelaron la obra que, cuatro meses más tarde seguiríais llenando el teatro.
Aquello fue un ataque de histerismo por la chorreada del vídeo que hice en verano, se quisieron hacer los ultraconservadores, pero llenamos el teatro Zorrilla y a la gente le encantó.
Al final os hicieron publicidad gratuita.
Sí, nos fue bien (se ríe). Realmente estas promos no las puedes pagar con dinero, pero no deja de ser una anécdota.
Has escrito 'El gran comediant' con Héctor Claramunt, con quien también has creado 'El Crac', 'Escape room','El pare de la núvia'..., os entendéis muy bien, trabajando juntos.
Sí, es un hombre a quien amo, y esta es la clave de nuestro éxito, el respeto y la admiración mutua. Encontrar una persona con quien crecer, que te mejora, que te hace redescubrir la vida, es maravilloso.
Háblame un poco del protagonista de esta historia.
El personaje que interpreto es Llorenç Tortosa, un hombre vanidoso, narcisista..., un poco como David Güell de Plats Bruts. Es un divo, una estrella a nivel catalán que llena los teatros, hace series de televisión, películas, y es alguien que lo ha petado fuerte, en comparación con Ernest, su compañero de estudios, a quien las cosas no le han ido muy bien, pero por primera vez en la vida Ernest le pasa por delante, y eso, para él, es un drama.
¿Te has parodiado a ti mismo varias ocasiones, ahora también?
Sí, hay mucho de mí mismo en el personaje, pero es una parodia de todos los divos, de cómo de estúpido te puede llegar a convertir esta profesión y cualquier profesión cuando tienes éxito.
¿Qué es para ti el éxito?
El éxito es un bichito peligroso de gestionar. Todos buscamos el éxito, pero el peligro que conlleva cuando alcanzas el éxito es de creértelo, y de pensar que eres mejor que los otros, y entonces, entramos en la fase narcisista.
Tener éxito como actor quiere decir tener impacto social, porque es un trabajo que haces de cara al público, sales a los medios, subes al escenario cada noche, pero no inventas una medicina que salve millones de vidas.
¿Y por qué nos obsesiona tanto el éxito?
¿Porque buscamos amor, y cuando quieres que el público venga a aplaudirte, en el fondo qué es? El éxito lo tendríamos que cuantificar en cuánta gente te ama.
¿Te ama mucha gente?
No lo sé, es una pregunta que le tendrías que hacer a los otros. En todo caso, desde el escenario sí que recibo la complicidad del espectador, me siento muy querido.
¿Con quién os habéis inspirado para escribir este personaje? ¿Quién es este divo catalán?
Es un compendio de muchos divos, de hecho, el protagonista dice cosas que yo he dicho en la vida, pero sobre todo nos hemos inspirado con el libro 'Present laghter' ('Risas de hoy') una obra de Noël Coward que estrenó en 1920 y en la que hacía mofa de un hombre exitoso que, a consecuencia de este gran ego, se le rompen los esquemas en el momento en que su amigo triunfa. El conflicto interior de los celos que le genera, nos pareció un buen punto de partida.
¿Te gusta escribir?
Cuando escribes, te desnudas. Actuar es esconderte destrás de los personajes, pero cuando escribes te estás retratando a ti, por lo tanto, más vale hablar de las propias emociones y sentimientos que no has acabado de digerir o que te traen de cabeza, más vale ser sincero escribiendo.
Gestionar los celos, la rabia, la envidia, no es fácil, y supongo que en vuestra profesión, todavía menos.
Sí, pero en todos los trabajos te puedes comparar con los demás, y siempre hay alguien a quien las cosas le van un poco mejor, y este es el verdadero problema de Llorenç y de la humanidad. El personaje es una exageración de lo que todos llevamos dentro, el error que cometemos es que nos preocupamos demasiado por cómo les van las cosas a los demás.
¿Cómo llevas la autoestima?
Tampoco voy muy sobrado, pero es muy importante quererse, porque es el paso previo a amar a los demás. Como dice Michel Houellebecq, la desgracia te hace malvado, y cuando te sientes un desgraciado, es muy difícil dar amor a los demás, y como es tan importante dar amor a los demás, amarse a uno mismo se el primer paso.
¿Te sientes más cómodo con la comedia que con el drama?
No, la diferencia con la comedia es que el drama acaba mal, pero me siento igual de bien haciendo las dos cosas. Hacer comedia es más agradecido, oír las carcajadas te da vida, energía, gasolina. Hacer feliz a los demás es algo que te hace sentir bien.
¿Te afectan muchos las críticas?
Ya no. Pasé una etapa de la vida que sí, con las buenas entraba en estado de euforia y te lo crees, porque públicamente te dicen que eres fantástico, y cuando son malas te deprimes, porque no has gustado, y crees que no eres bueno..., por lo tanto, para mi salud mental, que es frágil, no las leo. Para mí no existen.
Observo que la mayoría de gente que va al teatro es mayor. ¿Y los jóvenes?
Siempre digo que es como un campo de algodón, muchas cabezas blancas... (nos reímos). Por un lado es un tema del precio de la entrada, es más barato ir al cine, y, por otro lado, los que hacemos teatro, a menudo son cosas demasiado eruditas y complicadas de entender, y la gente joven no está por demasiados postureos.
En la obra 'Escape room', que también la habéis escrito con Héctor Claramunt y todavía está en el teatro Condal, no os debe pasar tanto.
No, porque está hecha sin pretensiones, y como no vamos de intelectuales, utilizamos una jerga muy actual, y hablamos de temas que preocupan a mucha gente. Cuando tienes un público joven, hay más energía, y te rejuvenece el espectáculo, da bastante sentido a tu trabajo, te das cuenta de que estás creando nuevos espectadores, estás haciendo que amen el teatro.
Tu carrera se ha centrado mucho en Catalunya.
Sí, pero también he hecho pelis en España, lo que pasa es que no me instalé en Madrid por una cuestión familiar, y aquí me ha salido siempre mucho trabajo.
¿Te han vetado en Madrid, para mostrar públicamente tu apoyo a la independencia?
Cuando dices lo que piensas siempre corres el riesgo de no gustar a alguien, y estos ya no te llaman, es una cosa que me hubiera podido ahorrar, pero no me daba la gana. De hecho, aquí también me vetan.
¿Es importante apostar por la lengua catalana?
Sí, yo apuesto por la lengua y la cultura catalanas, y para explicar historias catalanocéntricas; y nosotros, como colectivo nacional lingüístico, nos tenemos que ver reflejados en la pantalla de la televisión, del cine, en los escenarios. Y si España no quiere escuchar estas historias, es su problema.
Todas las lenguas son un bien cultural de la humanidad, y cuantas más conozcas y existan, mejor, y la nuestra está en riesgo y hay que preservarla, y la tenemos que cuidar y fomentar entre todos.
¿Qué te pasa por la cabeza cuando oyes que el 25% de las clases tendrán que ser en castellano?
Es ridículo, da rabia, es una situación terrible.
¿Perdimos una oportunidad el 1 de octubre?
Sí, se podría decir que sí, ganamos el referéndum y no lo hicimos valer.
¿Crees que llegarás a ver la independencia?
Sí, creo que es bastante inexorable.
Queda clarísimo que amas mucho a tu país. ¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar?
¡Hasta el final! Si quieres una cosa te tienes que mojar y ensuciar, la libertad se lo vale.
No hay libertad individual sin libertad colectiva, o sea, si colectivamente no somos capaces de ser libres, dudosamente lo seremos individualmente
¿Qué piensas de la mesa de diálogo?
Un diálogo donde una de las partes es muy poderosa y la otra muy débil, no es un diálogo, sobre todo porque en la parte fuerte no tiene que dialogar; me parece una comedia.
¿No tienes miedo de decir lo que piensas por las represalias?
No, pero es que el miedo es la antítesis de la libertad, cuando tenemos miedo es porque no somos libres. A mí me gustaría vivir en un país donde cada uno pueda decir lo que le parece de cualquier cosa y que eso no te estigmatizara, que eso no te cerrara puertas. Tenemos que aspirar y luchar por la libertad.
Pero no es nada habitual que los actores y las actrices se mojen como lo haces tú.
Los actores son el eslabón más débil de toda la producción teatral, cinematográfica y de televisión, dependemos de que nos elijan, es una profesión que tenemos que caer bien al director y al productor y no levantar demasiado la voz, somos cobardes por naturaleza porque somos muy débiles.
O sea que al final también escribes para poder escoger lo que haces.
Sí, porque veía cosas en otros países y pensaba, ¿por qué no tenemos 'Seinfield', 'Murphy Brown', 'Larry David' o 'Friends'? ¿Cómo es que no tenemos sitcoms? ¿Por qué no hacemos gags buenos? ¿Por qué no hacemos personajes que sean lamentables, pero empáticos y la gente les quiera por los defectos y no por sus virtudes? Porque como actor, no quería hacer papeles con los que no me sintiera cómodo.
¿En algún momento te has sentido encasillado? ¿Quizás cuándo acabaste 'Plats Bruts?
Sí que es cierto que estoy un poco en modo comedia, pero a mí me complace. Para mí 'Plats Bruts' es un orgullo, es un icono cultural, es decir, es como si les preguntaran a los actores de 'Friends' si se arrepienten de haber grabado la serie, pues a mí me pasa lo mismo.
¿Por qué se acabó?
Porque teníamos bastante, fueron unos años de mucho trabajo y se acabó agotando y decidimos que ya era suficiente.
¿Y como Friends sería posible un reencuentro?
De hecho, Angel Llàcer, en un programa que se llamaba 'Cómics' de TV3, nos reunió a mí, a Mònica Glaenzel (Emma) y a Jordi Sánchez (Lopes), y estuvimos comentando, 13 años después de que se acabara la serie, anécdotas de los rodajes.
¿Tienes celos de Llàcer?
¡Noooooo! Él está en todas partes, pero no, quizás en el pasado los hubiera podido tener, ahora en este momento estoy en paz conmigo mismo. Sigo sintiendo celos de Javier Bardem, las cosas como son, el cabrón siempre hace pelis muy chulas que me encantaría hacer.
Tu trabajo te hace feliz y hace feliz a los demás. ¿Estás de acuerdo?
Sí, es un trabajo muy agradecido porque la compensación del público es inmediata, y queda ñoño, pero es cierto.
¿Recuerdas la primera vez que fuiste al teatro?
Sí, fui al Teatre Lliure a ver a 'La señorita Júlia' que interpretaban Lluís Homar y Anna Lizarán, del Flotats, y me costó de entender. También recuerdo Cyrano de Bergerac, también del Flotats, que fue lo que me acabó de decantar.
¿Cómo se lo tomaron tus padres cuando les explicaste que querías ser actor?
Era otra época, no lo tenían nada claro, me hicieron ir a la universidad, pero a la que me empezó a salir trabajo ya vieron que me dedicaría a esto.
¿Te gustaría que tus hijas trabajaran en el mundo interpretativo?
La mayor claramente no va, no me haría ilusión, me es indiferente, que hagan lo que quieran, no tengo ningún tipo de sentido de estirpe, mis padres no son actores ni mi hermana y ni mis hijas lo serán, hay una que tiene el bichillo y le ves el desparpajo, pero se una decisión tan suya que yo no entro ni salgo.
¿Has hecho otros trabajos fuera del mundo interpretativo?
No, la verdad es que he tenido mucha suerte.
¿Sabes hacer alguna otra cosa?
No. Sé hacer de actor, guionista, director, autor, productor, y estos trabajos ya los hago bastante justititos, pero me hubiera encantado ser arqueólogo, los libros de Eudal Carbonell los devoro, y me imagino con un pincel apartando la arenilla en los huesos antiguos, me apasiona la historia. Pero la profesión no es tan importante, es como te la tomas, y si la haces con ilusión. Lo que pasa es que, como debo ser un poco narcisista, egocéntrico y vanidoso, el teatro me tiraba mucho.
Yo siempre digo que eso de actuar es más una patología que una vocación, es la profesión que te escoge a ti y a no tu a la profesión.
¿Tienes proyectos futuros?
Sí, el 11 de marzo estrenamos la película ''Escape room', me hace mucha ilusión que sea en catalán y que hable de la Barcelona del 2018, justo después del referéndum y que, aquella revolución, de alguna manera salga en la película. Por otra parte he escrito una película de animación, y con Héctor tenemos un musical, y una serie que estamos luchando a ver si la podemos sacar adelante.
¿Te gustaría que alguna de las plataformas te comprara proyectos?
¡Me encantaría! Todos queremos estar en Netflix y quien diga lo contrario miente, porque es señal de éxito.
Esta semana han salido los nominados a los premios Gaudí, y hay muchos títulos en castellano.
La situación es precaria, como los musicales en catalán que hay muy poquitos, con el cine pasa lo mismo.
¿El problema cuál es?
Nuestro, de los creadores, que no confiamos en que una película en catalán pueda ganar dinero, y que el mercado mental de los productores sigue siendo el español. Como en España la lengua catalana no es una cosa que celebren, pues las tienes que doblar, y entonces ya la hacen en español directamente. En Catalunya tenemos un problema de falta de autoestima. 'Pa negre', por ejemplo, arrasó en toda España, lo que quiere el público es que haya calidad.
¿Para terminar, por qué tiene que venir la gente a ver 'El gran comediant'?
Porque se lo pasarán bien, se reirán de este cretino, tan entrañable que es el Llorenç Tortosa. Cuando eres capaz de reírte de algo, quiere decir que ya lo tienes superado. Y cuando nos reímos de lo celosos y lo absurdamente bobos que podemos ser, comparándonos con los otros y viendo como de estúpido es esto, sales del teatro pensando que, al fin y al cabo, nada es tan importante.