John Carlin y Oriol Malet, dos reputados especialistas en el campo del periodismo internacional y de la ilustración, firman su primer trabajo conjunto: el álbum ilustrado Mandela y el general (que publican Comanegra en catalán y Penguin Random House en castellano). Se trata de un análisis de la relación entre el líder antiapartheid y un general sudafricano ultraderechista blanco que decidió abandonar la violencia y negociar una salida al conflicto. John Carlin es un periodista británico, hijo de escocés y de española, que se ha dedicado tanto a temas políticos como deportivos. Trabajó en Sudáfrica durante seis años, en tiempos del fin del apartheid y se hizo popular con su libro El factor humano, que Clint Eastwood llevó al cine como Invictus. Oriol Malet es un ilustrador catalán que ha realizado los dibujos de álbumes como Max y los superhéroes, de Rocío Bonilla, y ha realizado sus propios libros como Mariona y sus monstruos. ElNacional.cat los ha entrevistado para saber más sobre su álbum sobre Mandela.
¿Cómo surge este libro?
O.M. Esta iniciativa salió de Francia. La editora francesa de Carlin le pidió una historia que reflejara bien el personaje de Mandela. Él les propuso centrarse en la conexión entre Nelson Mandela y el general Constand Viljoen y enseguida aceptaron. Fueron los franceses quienes buscaron a un dibujante y me encontraron a mí... Nos pusieron en contacto, hubo química y empezamos a trabajar.
Comprar Mandela y el general no es sólo comprar un buen cuento, sino que es comprar una auténtica obra de arte
¿Y como es que usted, que viene del mundo de la ilustración, se vio involucrado en un cómic encargado por una editorial francesa?
O.M. Yo he hecho ilustración durante muchos años, pero en realidad vengo del mundo del cómic. La cuestión es que nunca me había atrevido a hacer cómic en España, porque aquí no se puede vivir de eso (a diferencia de lo que pasa en Francia, Estados Unidos o Japón)... Cuando me propusieron este proyecto, yo recién empezaba a hacer contactos en Francia, en el mundo del cómic...
J.C. La clave de eso es que los franceses tienen un buen sistema de ojeadores... Han sabido valorar muy bien a los dibujantes catalanes y españoles, y hay muchos que ya no publican aquí. Editan en Francia, y aquí no les conoce casi nadie. Los franceses tuvieron muy buen ojo al fichar a Oriol Malet. Comprar Mandela y el general no es sólo comprar un buen cuento, sino que es comprar una auténtica obra de arte.
El cómic ha salido con fuerza...
J.C. De momento se ha publicado en francés; ha salido en inglés para los mercados de Estados Unidos, Gran Bretaña y Sudáfrica; también hay ediciones en turco, en árabe y en coreano (para Corea del Sur); y ahora aparece en catalán y castellano. Y esperamos que salgan más...
En la Sudáfrica del apartheid las violaciones de derechos humanos eran sistemáticas
Señor Carlin, Usted llegó a Sudáfrica en 1989, cuando todavía estaba en vigor el apartheid. ¿Cómo era aquel país?
J.C. Llegué a Sudáfrica tras pasar 6 años en Nicaragua, fue directamente de un país en el otro. Y en Sudáfrica me pasé un año presenciando el apartheid puro y duro. Y el contraste con la Centroamérica de la época era impresionante. A nivel de violaciones de derechos humanos brutales, como matanzas, asesinatos y torturas, Sudáfrica jugaba en una división inferior a Guatemala o Nicaragua. Pero sus violaciones de los derechos humanos eran más sistemáticas. Era lo que Mandela denominaba "el exterminio moral", el intento de liquidar la dignidad de la gente, de una gran cantidad de gente...
La injusticia debía ser muy patente
J.C. Sorprendía la nitidez en la discriminación entre blancos y negros, la riqueza de los unos y la pobreza de los otros. Al cabo de poco tiempo de llegar presencié un juicio en que condenaron a muerte a 14 personas por el asesinato de una sola... Era un blanco. Sólo había un asesinato, pero se condenó a los 14 negros por complicidad... Y decidí que hacía falta luchar contra eso.
La de Sudáfrica fue una historia dramática con un desenlace feliz, una cosa que generalmente no pasa
El cómid refleja unos momentos muy difíciles, el camino hacia el fin del apartheid. ¿Cómo lo vivió usted?
J.C. Fue mi experiencia periodística más vibrante y enriquecedora. Te hacía sentir muy bien, porque a nosotros nos hacían mucho caso. La prensa británica tenía mucho peso en Sudáfrica (a diferencia de lo que pasaba en Centroamérica)... Tenía la sensación de ser un actor político en aquellos momentos clave. Era una historia tremendamente dramática que yo miraba desde primera fila. Y además, fue una historia dramática con un desenlace feliz, una cosa que generalmente no pasa. La película acabó con un beso... Como el beso metafórico entre Mandela y el general, entre la Sudáfrica blanca y la Sudáfrica negra... Después vinieron muchos problemas, pero las películas tampoco nos explican las riñas que surgen entre los protagonistas después del beso...
En esos momentos, ¿usted pronosticaba que eso acabaría bien, como acabó?
J.C. Como en cualquier película buena, estabas en un proceso de tensión permanente. No se sabía cómo podía acabar... Desde que Mandela salió de la prisión hasta que llegó a la presidencia, en estos 4 años, oscilábamos entre pensar que todo saldría bien o que todo saldría mal. Incluso pensábamos que podía haber una guerra civil...
¿Usted conoció a Mandela? ¿Es un mito su carisma? Todo el mundo que tuvo relación con él parece que se rendía a su influencia...
J.C. Conocí a Mandela, y es la persona más encantadora y más seductora que nunca he visto. Y entre los personajes políticos, no hay quien le llegue ni a los tobillos... Con Mandela se demostraba que cualquier noción de "objetividad periodística" no existe. Todos los periodistas se caían a sus pies. Aparecía Mandela y babeábamos... Todos... Incluso los más estirados, los más serios... Y todavía babeamos cuando nos reunimos y hablamos de él.
El general Viljoen se enfrenta a los suyos como Mandela lo hace con los suyos
Es más sorprendente su fascinación por el general Viljoen, que había sido representante de los sectores duros del apartheid...
J.C. Para mí es el personaje más interesante del libro, por su evolución. Fue un héroe del ejército sudafricano, una persona muy enraizada en las ideas que le metieron en su cabeza cuando era joven. Y a los sesenta y pico es capaz de dar un vuelco inmenso en la visión de su país, de la política, de todo....
O.M. El reto dentro del cómic era doble, porque había que reflejar a los dos personajes. Hacía falta transmitir qué era y cómo era Mandela y también el general Viljoen. Pero Mandela se mantiene igual a lo largo del tiempo. En cambio, el general tiene una evolución. Era un ídolo para los blancos racistas, tanto como Mandela para los negros... Pero cambia... En realidad, Viljoen es realmente el personaje central del cómic, porque muta.
J.C. Es una de las personas más admirables que he conocido. Una persona que sale de la ultraderecha, antidemocrática... Y que cambia de posición... Es tan ejemplar como Mandela
O.M. De hecho, Viljoen se enfrenta a los suyos como Mandela lo hace con los suyos...
¿Cómo acabó la ultraderecha sudafricana integrada por blancos que se oponían al fin del apartheid?
J.C. Mandela convence al general Viljoen de que abandone las armas, y este convence a los suyos para que dejen la lucha armada... Pero no todos le hicieron caso; algunos continuaron con atentados... Mandela llega al poder y sabe que su prioridad no es la economía, aunque es urgente, sino evitar la guerra. Mandela fue captando a sectores de la población blanca, como hizo con Viljoen... Y eso se explica muy bien en la película Invictus. El día de la final de la Copa del Mundo de Rugby de 1995, Mandela desactiva, en un solo día, la posibilidad de que aparezca un movimiento terrorista blanco, porque les saca todo apoyo popular. Y cuando murió Mandela, le dolió tanto a los blancos como a los negros. Y eso es tremendo.
En Sudáfrica hay una justicia independiente, una cosa que algunos países de aquí deberían imitar.
¿Usted que ha ido siguiendo la situación internacional, como ha cambiado Sudáfrica desde la retirada de Mandela?
J.C. Inevitablemente, es una historia que acaba con muchas decepciones. Cuando llegó Mandela al poder escribí que sería probable que el ANC se corrompiera. Y la corrupción empezó pronto, aunque Mandela lo intentara frenar. Y también se disparó la ineficiencia en la gestión. Había una cosa previsible, que el ANC se pasaría 25 años al poder y se corrompería. Eso pasa en todo el mundo, con todos los partidos, como le pasó a CiU. Y a pesar de todo, el legado de Mandela sobrevive. Mandela no prometió el paraíso terrenal, como Fidel Castro; prometió una democracia estable y evitar una guerra. Y eso lo consiguió. Consiguió una democracia estable y alejó el riesgo de conflicto. Y en Sudáfrica hay una justicia independiente, una cosa que algunos países de aquí deberían imitar.
En Sudáfrica hay una convivencia entre blancos y negros más armónica que en Estados Unidos
¿Cree que el sueño de Mandela de construir una nación multirracial era realmente posible?
J.C. No era fácil. El racismo es una cosa que no eliminaremos en nuestras vidas, y dudo de que se elimine en cien mil años... Eso se ve en cualquier país del mundo. Yo conozco bien Ruanda, donde una de las tribus intentó exterminar el otro... Cuando el racismo es entre blanco y negro es más fácil de detectar, pero entre el mismo color no deja de haber racismo. En Sudáfrica hay una convivencia entre blancos y negros más armónica que en Estados Unidos. Quizás es por la cultura de la gente de allí, pero también por el mensaje del ANC y de Mandela, que siempre predicaron un mensaje de antirracismo. La relación cotidiana entre blancos y negros es mucho más fácil en Sudáfrica que en EE.UU.
Oriol Malet, usted no conocía África; ¿cómo se documenta sobre el tema?
O.M. Como no podía ir a Sudáfrica, básicamente por problemas de tiempo, y como tenía unas fechas de entrega muy fijas, me propuse convertirme en un mini especialista en el tema del apartheid. Me tenía que motivar mucho, me tenía que fascinar... Pero tenía que documentarme. Para eso, por suerte, tenía la gran ayuda de John Carlin... Al cabo de un tiempo de informarme ya tenía la sensación que lo había vivido todo... El trabajo de documentación me tomó medio año, porque no partía de un guion previo. Las páginas, en realidad, las hice en 4 o 5 meses, una auténtica locura...
He utilizado imágenes icónicas para crear las ilustraciones
¿En sus dibujos, tiene influencia del fotoperiodismo? Muchas imágenes rememoran fotografías clásicas...
O.M. Yo usé mucho la fotografía, John Carlin me recomendó a fotógrafos que trabajaban el tema, como David Goldblatt. He utilizado imágenes icónicas para crear las ilustraciones. Son gestos de complicidad, descarados, directos...
¿Porque esta opción por un cómic con negros y grises y con toques aislados de color?
O.M. El estilo es figurativo, que no realista. Los personajes reales se tenían que reconocer. Los acabados son casi expresionistas. Por cuestiones de tiempo inicialmente no pensé en el color. Pero cuando el editor vio las primeras páginas se dio cuenta de que el blanco y negro funcionaba. Me propuso que no coloreara el cómic, para no destruir la potencia de la línea. Y yo decidí hacer sólo un uso simbólico del color. Uso el gris-azul para dar sombras, el color amarillo terroso, cálido, para reforzar a los protagonistas positivos, y el color rojo para los violentos, agresivos... El uso es sólo simbólico. Hay páginas que no están coloridas. Son elementos muy creativos que he hecho gracias a que el editor me espoleó.
¿John Carlin ha participado en la revisión y definición de los dibujos o ha dado libertad completa a Malet?
O.M. El preguion lo diseñé yo, para que John lo visualizara, porque venía de fuera del mundo del cómic. Hice un storyboard del cómic entero para que viera que funciona... Y a partir de aquí hicimos muchas modificaciones.
J.C. Mi papel, en esta historia, era poner las palabras, pero también ayudar a explicar la historia de tal forma que se mantuviera la tensión. En cualquier escrito que he hecho el gran reto era mantener la tensión del lector... en Mandela y el general hay momentos explicativos, pero a veces hace falta meter un poco de acción y generar incertidumbre. Intenté ayudar a Malet a visualizar las cosas y a ser fiel a la historia.
O.M. Había que combinar explicar una historia, pero al mismo tiempo hacer una película distraída... Hemos descartado muchas cosas que estaban en el guion previo para evitar que el cómic se convirtiera en un tostón insoportable...
J.C. La regla esencial siempre es instruir deleitando.
¿Carlin y Malet, tienen proyectos de futuro juntos?
O.M. Tenemos ganas... Nada concreto... Pero ya estamos dándole vueltas.
¿Y tienen previsto hacer alguna cosa sobre lo que ha pasado y está pasando en Catalunya?
O.M. Yo quiero hacer una cosa bastante importante utilizando el lenguaje de cómic... Querría hablar del juicio, de los presos... Ahora estoy haciendo dibujos del juicio para la prensa, y cuando acabe Comanegra los publicará en forma de libro. Pero el proyecto es hacer alguna cosa mayor, en formato cómic.
La situación política de Catalunya a mí me interesa mucho, pero al mundo le interesa muy poco...
¿Y usted?
J.C. Sobre la situación política de Catalunya no pienso hacer nada más que las habituales columnas que hago a la prensa... A mí me interesa mucho, pero al mundo le interesa muy poco... Y yo intento que todos mis proyectos tengan repercusión global.
¿Qué proyectos tiene, pues, ahora?
J.C. En el último año y medio he estado trabajando en un proyecto de 6 documentales, sobre el fútbol en todo el mundo. Ha sido una cosa grandiosa. Hemos filmado en 20 países... Y queremos hacer documentales sobre fútbol, no para futboleros, sino para gente que no tiene ningún interés especial por el fútbol. Y tengo varios proyectos más de documentales... No puedo parar... Y tampoco puedo permitirme el lujo de parar porque dejaría de comer...