A sus 81 años, John Irving (Exeter, New Hampshire, 1942) está convencido de que "el fascismo está de vuelta en el escenario" y también considera que la política sexual está yendo hacia atrás, especialmente en Estados Unidos y en lo que se refiere a los derechos de la mujer y de la comunidad LGTBI+. Así lo ha dicho este martes en una rueda de prensa telemática para presentar su nueva novela, El último telesilla, editada en español por Tusquets —y en catalán por Edicions 62—. Se trata de una historia de amor y familia que repasa los últimos 80 años y que se publica siete años después de su anterior obra. El libro llega a las librerías el próximo miércoles 4 de octubre.

Irving es uno de los narradores norteamericanos más reconocidos de las últimas décadas y autor, entre otras novelas de El mundo según Garp, El hotel New Hampshire o Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra, que inspiró la película de Las normas de la casa de la sidra. En El último telesilla y a través de una familia que desafía todas las convenciones, incluidas las sexuales, el autor ridiculiza los prejuicios y hace una reivindicación de una visión plural de la sexualidad y el género. De hecho, ha explicado que la política sexual va hacia atrás en la actualidad. "No soy politólogo ni profeta y no puedo decir por qué el fascismo está de vuelta en el escenario, y parece que está volviendo claramente".

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"No sería la primera vez que los seres humanos no han aprendido las lecciones de la historia y vuelven a tropezar con la misma piedra. Sabemos que el pasado se repite siempre", ha destacado el escritor, que ha señalado que aunque Estados Unidos nunca fue un país completamente unido, "la polarización actual es tan extremada y tan variada como nunca antes había visto". Una sociedad que está mucho más polarizada que en la guerra de Vietnam, ha indicado Irving, para quien es fácil señalar con el dedo "a un mentiroso tan terrible  y fraudulento histriónico como Donald Trump, pero las personas que le apoyan y que están detrás de él ya estaban antes que entrara en escena, esperando que llegara un demagogo xenófobo para que se convirtiera en su portavoz".

No crecí con derechos de las mujeres ni del aborto, ni del colectivo LGTBI; yo me convertí en un aliado de sus derechos porque es la forma en la que crecí

El autor ha defendido que haya "algo incómodo o perturbador en una novela", ya que es lo que empuja a leerla: "Me atrae ese tipo de incomodidad, una preocupación que te engancha porque quieres saber lo que les pasa a los personajes". Y su protagonista pronto se percata de que a muchas personas les molesta profundamente que otros vivan en libertad, mantengan las relaciones que quieran y construyan modelos familiares alternativos. El propio autor se interesó por los derechos de las mujeres y de la comunidad LGTBI desde adolescente porque su madre trabajaba como asistente en un centro de asesoramiento familiar a jóvenes embarazadas y sus dos hermanos, hombre y mujer, eran homosexuales. "No crecí con derechos de las mujeres ni del aborto, ni del colectivo LGTBI; yo me convertí en un aliado de sus derechos porque es la forma en la que crecí", ha indicado.

Esta última es su novela mas larga y para la que necesitó seis años de escritura. Transcurre en 80 años y en ella hay un personaje, el de la madre del protagonista, que incomoda porque "siempre se pasa de la raya y va demasiado lejos". Un personaje que niega que tenga nada que ver con un acontecimiento que vivió Irving con una mujer adulta cuando tenía 11 años: "Siempre digo que en ese momento no me sentí asediado sexualmente, lo sentí más tarde cuando tuve hijos de esa edad. Si algo así le hubiera ocurrido a uno de mis hijos me hubiera enfurecido, pero no tuvo ningún efecto terrible en mí. No me sentí manipulado ni abusado", ha indicado. Además, John Irving ha remarcado que El último telesilla no es una novela de despedida y ha afirmado que ya tiene escritos 14 capítulos de su siguiente libro, pero ha dicho que sus futuras novelas sí que serán más cortas: "Este libro es la último de un cierto tipo de novela larga, pero no tengo intención de dejar de escribir", ha subrayado el octogenario autor.