Hace poco paseaba con mi pareja por la calle Consell de Cent, cuando una suerte de automatismo involuntario nos impelió hacia el interior de una inquietante tasca de ramen donde no había ningún cliente. Hay que decir que somos más de escudella que de caldo japonés, y que no acostumbramos a frecuentar locales adornados con figuritas de Bola de Drac. Quizás fuera la atracción magnética de los maneki-neko, los gatitos de la suerte que invitan a los transeúntes a entrar en los negocios. O quizás fuese otro tipo de fuerza esotérica la que nos exhortó a sorber fideos. Sea como fuere, a este holístico articulista le ha sorprendido descubrir que aquellas paredes decoradas con viñetas de Manga otrora acogieron unos dibujos muy distintos. Donde ahora encontramos un restaurante de comida rápida japonesa, un día hubo la Sala Gaspar, una galería de arte vanguardista que acogió las actividades del Club 49.
La 'Pepeta de Cabrils' es una médium que confecciona en estado de trance unos laboriosos dibujos, poemas y bordados, según el dictado de los espíritus
A continuación os pediré que viajéis en el tiempo (sin el DeLorean ni ningún agujero de gusano, tan solo con la imaginación), hasta la noche del 18 de enero del 1956, más o menos a la misma hora en que, 66 años después, dos personas beberán ramen irreflexivamente entre las mismas cuatro paredes. Nos encontramos en plena posguerra, y un grupo cultural, en los antípodas de los valores que promueve el régimen de Franco, y que se expresa y difunde sus actividades en catalán, el citado Club 49, ha organizado, con nocturnidad y alevosía, una pequeña exposición clandestina. La subrepticia muestra se celebrará solo durante aquella noche, y está formada por doce dibujos de una autora desconocida, del todo ajena a los círculos artísticos y literarios de la época: Josefa Tolrà. Se trata de una ‘artista emergente’, como dirían hoy, de 76 años. Una persona que nunca sale de su masía de Cabrils, un pueblecito en la comarca del Maresme. Una mujer de campo, que apenas sabe leer y escribir, que viste de luto y lleva un pañuelo en cabeza. En cambio, a la muestra asiste la flor y nata de la intelectualidad progresista catalana: el crítico de arte, escritor, pedagogo y futuro político, amén de responsable de la exposición Alexandre Cirici-Pellicer, y todo el círculo de Dau al Set (el poeta Joan Brossa, el filósofo Arnau Puig, el editor Joan-Josep Tharrats, los pintores Joan Ponç, Antoni Tàpies y Modest Cuixart...). A todos ellos les pierde lo desconocido y los mundos oníricos, fantásticos y sutiles; y han acudido a la cita clandestina atraídos por el boca-oreja de que ‘la Pepeta de Cabrils’ es una médium que confecciona en estado de trance unos laboriosos dibujos, poemas y bordados, según el dictado de los espíritus. Ni que decir tiene que la artista no ha venido a la primera muestra pública de sus dibujos, puesto que ni se considera artista, ni cree que las obras sean de su autoría (ella solo hace de intermediaria entre el mundo espiritual y el material), ni tiene ninguna intención de vender sus obras, ni le importa un pepino la intelectualidad barcelonesa. ¡Qué vayan ellos a verla a su casa, si quieren!
La médium y el poeta
"¿Qué es el arte?" , le preguntó Joan Brossa a Josefa la primera vez que fue a verla a Cabrils. "El arte es un correo de tipo práctico", le respondió ella en un castellano cervantino, una lengua que prácticamente desconocía, como una Pitia del Oráculo de Delfos. Puede resultar curioso que un poeta, dramaturgo y artista plástico consagrado como él, buscara respuestas epistemológicas en una persona como Josefa Tolrà i Abril (1880-1959). Cómo explican Eulàlia Salvador, nieta de nuestra protagonista, y Sandra Martínez, historiadora y documentalista, en el libro Josefa Tolrà. Médium y artista (editado por la Asociación Josefa Tolrà en 2020, pero que por motivos pandémicos acaba de llegar a las librerías), “su vida empezó como la de otras muchas chicas de Cabrils, la propia de una humilde familia trabajadora. Cursó unos estudios primarios donde aprendió a leer y escribir y, cuando llegó el momento, colaboró en la economía familiar trabajando en la fábrica de tejidos del pueblo. A través de amigos comunes conoció Jaume Lladó, un joven trabajador del campo, con quien se casó. Fruto de este matrimonio nacieron sus tres hijos: Joan, María y Pere. Josefa adoptó entonces el rol que le tocaba, dejó su trabajo en la fábrica y se dedicó a tener cuidado de su familia”. La fatalidad, sin embargo, hizo que el benjamín muriera con catorce años tras una larga enfermedad, y un tiempo después, el primogénito no volviera con vida del campo de concentración en que los fascistas le habían cerrado una vez acabada la Guerra Civil.
Con 60 años, sentada en la mesa del comedor, la Pepeta esperó el mensaje que alguna entidad sobrenatural le tenía que dar
Este dolor inconmensurable, la pérdida de sus dos hijos, fue el responsable de la apertura de un canal de comunicación entre Josefa y otras realidades. “Empezó a ver caras y a sentir voces que intentaban comunicarse con ella [...] Finalmente, un familiar muy próximo, le aconsejó que se concentrara y que pidiera a Dios que, si realmente tenía un don, le guiara la mano para poder plasmar en un papel su mensaje. Y así lo hizo.” Con sesenta años, sentada a la mesa del comedor, con un boli y una libreta de espiral ‘Centauro’, Pepeta esperó el mensaje que alguna entidad sobrenatural le tenía que dar. De pronto, de su mano surgieron unos extraños garabatos, una suerte de cenefas infinitas que iban llenando páginas y páginas, dictadas desde el futuro: era el año 1940 y estas grafías están firmadas los años 1968, 1969 y 1970.
La médium y el peluquero
Dani Montlleó es un veterano artista mataronense que combina la contracultura con la capilicultura. Es decir, desde AKA perruquers, su base semisecreta, a fuerza de peine y tijerazos, da forma a proyectos tan dispares como la publicación Dopplegänger Goldfinger, un ensayo psicogeográfico sobre el arquitecto inglés en el cual Ian Fleming se basó para bautizar al supervillano de James Bond; el documental Tito, The Phantom Monk, sobre un ignoto músico y artista barcelonés que trabajaba con materia orgánica; y el disco en siete pulgadas (con dos caras B) de The Stuarts, editado por ‘A tupé!’ records. Por si todo esto fuese poco, en el sótano de su peluquería acogió, en 1998, la exposición ‘Revolt d’associacions’, organizada por la ACM (Arte Contemporáneo Mataró), donde entre otras piezas se mostraban tres dibujos de Josefa Tolrà, dos de ellos cedidos por Joan Brossa, que acudió a la inauguración y formuló una improvisada charla sobre su relación con la médium y artista maresmenca. Afortunadamente, la intervención del poeta fue grabada y posteriormente editada en video, conformando un documento excepcional.
La palabra brossiana fue el germen para que la historiadora del arte Pilar Bonet, que ya había estudiado las acciones llevadas a cabo por el Club 49, y el mismo Montlleó empezaran a seguir el rastro de la Pepeta hasta llegar a conocer, por azar (¿o por una fuerza fluídica?), a la nieta de ésta, Eulàlia, y a Sandra Martínez, y descubrieran el gran legado que la familia atesoraba con mucho cuidado y amor: centenares de dibujos, pinturas, poemas, textos y bordados que, en plena dictadura franquista, algún tipo de ffuerza creativa sobrenatural había dictado a su abuela para y desde el futuro, porque ni los museos ni la historia del arte podían clasificar, puesto que estaba fuera de toda norma, era de una sinceridad absoluta, de una singularidad incomparable y escapaba a toda mirada autoritaria. Con el feliz hallazgo, organizaron en 2014, en Can Palauet, Mataró, la gran exposición ‘Josefa Tolrà. Dibujo fuerza fluídica’, y posteriormente, de marzo a octubre de 2020, 'La médium i el poeta: una conversa astral entre Josefa Tolrà i Joan Brossa', en la Fundació Joan Brossa de Barcelona. Ahora han editado el libro y han llevado algunas de las obras de la Pepeta a la Bienal de Venecia de este año, para que su mensaje pandimensional no se pierda en el tiempo y el espacio.