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Primer capítulo: Terrassa: una ciudad de emprendedores e innovadores
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Segundo capítulo: Alfons Sala y la Escuela Industrial de Terrassa
La memoria se construye contra el olvido. A los historiadores, la biografía nos permite analizar, entender e interpretar de forma dialéctica la historia personal dentro de la colectiva. Los humanos son seres sociales atados a unas etapas históricas y a unas relaciones sociales que determinan nuestro presente y futuro; un hecho inesperado puede cambiar el destino de una persona, pero en nuestro caso, este hecho fortuito, sólo adelantó lo que era inevitable para el nuestro biografiado, Josep Noguera y Farreras, convertirse en un emigrante.
Su exilio "político" forzado, lo lleva a Inglaterra, donde se convirtió en uno de los mayores ingenieros del sector textil mundial. Todos los intentos de darle un merecido reconocimiento no cuajaron ni en su ciudad Manresa y todavía menos en Catalunya. La breve biografía que he elaborado quiere dar a conocer a los ciudadanos de Manresa y Catalunya su obra. Como dijo Josep Maria Gasol y Almendros, a la presentación de la autobiografía de Josep Noguera, "nadie es profeta a su tierra". Esperamos que eso pueda cambiar.
Josep Noguera elevó el prestigio de Catalunya, de la universidad de Terrassa y de su ciudad: Manresa
La estirpe familiar de los Noguera y Farreras era manresana, tanto los abuelos maternos, Joan Farreras y Josepa Noguera, como los paternos, Jaume Noguera y Francesca Vallès Solà y también su bisabuelo, Josep Noguera –fabricante de pañuelos de seda– y sus padres, Josep y Dolors; de hecho, el único "forastero" era él, que nació en Valencia, el 27 de febrero de 1903.
Los Noguera eran industriales textiles, bisabuelo y abuelo como empresarios industriales y el padre como director técnico de la fábrica Balcells; Josep Noguera, criado entre máquinas textiles, acabó de consolidar el linaje familiar. Por la voluntad de sus padres, se formó como ingeniero textil en la Escuela de Ingenierías Industrial de Terrassa. La historia familiar desde principios del siglo XIX hasta el primer cuarto del siglo XX es la historia de la decadencia del sector de los tejedores del velos y pañuelos de seda manresanos.
La enfermedad de su padre y la valentía de la madre señalaron su destino desde su infancia y juventud: estudio, trabajo –en la pequeña fábrica familiar–, familia y amistades. Así, antes de los diez años ya sabía anudar, pasar hilos eficientemente y ajustar los telares; era el año 1917 y todavía había en Manresa niños y niñas que lo hacían en peores condiciones materiales y morales. Jornadas semanales de entre 66-70 horas tan adultos como niños y niñas de diez a catorce años.
El primer trabajo de Josep Noguera fue de aprendiz, a los doce años, por voluntad de su padre, por el cual el oficio se tenía que aprender trabajando, y así lo hizo durante cuatro años con jornadas extenuantes y con un salario de entre 3 y 6 pesetas semanales. Pero sin olvidar su formación, ya que al llegar a casa, pasadas las siete, cenaba, se lavaba e iba de 9 a 10, a estudiar francés y dibujo en la Escuela de Artes y Oficios. Después vinieron los estudios de peritaje industrial e ingeniería, primero por libre y después presenciales en Terrassa (1919-1924) con unas excelentes calificaciones, por lo cual, animado por el profesor Blanxart, se incorporará a la empresa del importante industrial sabadellense Ferran Casablancas, que se convertirá en su mentor.
Noguera pudo evitar la prisión, pero no sus amigos, que fueron detenidos y sometidos a un consejo de guerra
Junts mejoraron, difundir, implantar en todo el mundo el invento del "sistema de trenes de grandes estirados para hiladura" de Casablancas. El sistema permitía elaborar hilo de algodón y otras fibras (sintéticas) más rápidamente, de más calidad y con un mayor aprovechamiento de las materias primas, hecho que favorecía el abaratamiento del coste de producción del hilo en un 50% y una reducción sustancial de tiempo en el proceso de preparación y, en consecuencia, un aumento de la productividad.
Un asunto fortuito, casi teatral, anecdótico, sucedido el 10 de mayo de 1925, llevó a su grupo de amigos, republicanos, catalanistas y de izquierdas (moderadas, socialistas o libertarias) a sufrir la represión de la Dictadura de Primo de Rivera por un telefonema, que nunca llegó al dictador y que decía: "Excmo. Sr. D. Miguel Primo de Rivera, honorable hijo de puta". Él, que nunca reconoció ser el autor del texto –según los amigos lo era–, pudo zafarse y evitar la prisión –nadie lo delató–, pero no sus amigos, que fueron detenidos y sometidos a un consejo de guerra. Finalmente, decidió marcharse. Su fuga fue lo bastante elaborada, lo que nos hace suponer que fue preparada con la colaboración de los Casablancas.
En Saint-Tropez, Francia, empezó a trabajar sólo llegar –mayo de 1925, vía Hendaia- y después de unos tres meses y algunos problemas en la frontera entró en Inglaterra; ya había restablecido la conexión con Casablancas y empezaba su exitosa carrera como ingeniero, divulgador y empresario de alcance mundial. En noviembre de 1925, constituyó en Manchester –el centro textil más importante del mundo de entonces– junto con Ferran, el hijo mayor de Casablancas, la empresa Casablancas High Draft Co. Ltd. que, además de comercializar la patente Casablancas, tenía secciones de construcciones mecánicas, centros de investigación e hiladuras de algodón.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, publicó varios trabajos y obtuvo, con sólo 27 años, relevantes reconocimientos profesionales del mundo textil internacional: life-member (1930) y fellow (1932) del Textile Institute of Manchester, y miembro de la Institution of Mechanical Engineering de Londres. El año 1935 era el jefe de la empresa inglesa y director técnico de los talleres Casablancas de Sabadell. En 1934 se casó con Hilda Burgess, tuvo su hijo a John (1942), quedó viudo y se volvió a casar con la exiliada republicana, Elvira Gimbernat y Maseras con quienes tuvo su hijo a Tony (1950).
Colaboró en la lucha contra el nazismo, mientras su jefe reorganizaba la empresa en Sabadell en la España de Franco
Durante la guerra colaboró en la lucha contra el nazismo, mientras su jefe Casablancas reorganizaba la empresa en Sabadell en la España de Franco. En 1974, la empresa tenía unos mil trabajadores, vendedores y técnicos repartidos por todo el mundo; el 80% de las empresas de hiladura del mundo utilizaban su sistema.
Josep Noguera elevó el prestigio de Catalunya, de la universidad de Terrassa y de su ciudad: Manresa. El 6 de junio de 1989, fue llamado doctor honoris causa en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial de Terrassa y el 12 de junio de 1990, murió, a los ochenta y siete años en Barcelona.
