El Palau de la Música saludaba de pie el poeta, narrador y traductor Josep Piera (Beniopa, 1947), solo empezar el acto, mientras él entraba por el pasillo central del interior del edificio. La entrega de lo que ya es el 55.º Premi d’Honor de les Lletres Catalanes ha sido, desde el principio al final, un homenaje sentido a la obra y la trayectoria del poeta de la Safor que, a sus 76 años, recibe uno de los reconocimientos más especiales de la literatura catalana.
El acontecimiento ha mezclado el teatro, la poesía y la música de Jordi Savall, para explicar y explorar con didactismo el universo del narrador valenciano, marcado por su fuerza poética y los paisajes mediterráneos. Y también para reivindicar la obra de un artista que transformó en un paisaje mítico las montañas de la Drova, con una voz poética inconfundible y una longevidad literaria que ha mantenido durante cinco décadas.
La rapsoda de la Drova
"Cuando me dieron la noticia de que me habían concedido el premio, la palabra que se me ocurrió fue commosso" (en italiano, profundamente agradecido), ha empezado diciendo Piera al público. El poeta se ha deshecho en agradecimientos en un discurso lleno de humor en que ha reivindicado tanto el poder de las palabras como sus escenarios literarios predilectos. Entre estos, claro está, la Drova, un pequeño valle de la comarca de la Safor valenciana en que ha vivido durante décadas y que se ha convertido en un lugar central en su producción literaria. Piera se estableció en 1974 y ha habitado allí hasta el presente, convirtiendo un paisaje desconocido, en un lugar célebre literariamente. "Aquesta vella vall és teva i meva", "no la toqueu si no és per a estimar-la", ha recitado.
Piera se dio a conocer como poeta en la década de los setenta, erigiéndose enseguida en uno de los miembros más destacados de aquella generación literaria. Aunque empezó cultivando la poesía, su producción también ha incluido, con los años, la novela, la narrativa y la literatura de viajes. Recibió el premio Ausiàs March por su poemario de debut, Natanael, y desde entonces ha sumado a también el Josep Pla de narrativa, el Carles Riba de poesía o el Josep Vallverdú de ensayo, entre muchos otros.
El poeta también ha destacado durante toda su trayectoria por su defensa de la lengua y la cultura catalana en el País Valencià, no solo desde el campo de la creación literaria, sino también en las vertientes social y educativa. Lo ha puesto de relieve el presidente de Òmnium, Xavier Antich, que ha afirmado, en su parlamento, que "su escritura es política porque va del yo al nosotros" y que "ha enriquecido la lengua que compartimos y nos la ha devuelto más viva y más rica". Antich también ha querido hacer explícito que este era un acto "de reconocimiento a la lengua y a la nación completa" y ha recordado que el Premio de Honor de las Letras Catalanas no solo premia la calidad literaria, sino la capacidad de inspirar un horizonte compartido y "sueños colectivos".
Pasión mediterránea
"Concibo la escritura como la crónica personal de un tiempo: la expresión escrita de un mundo específico, de una comunidad determinada," escribía Piera. Y aunque su obra es la mejor prueba de la veracidad de las palabras, hay otras. Es un ejemplo la canción La Mestra del grupo de Gandía Zoo. La profesora de la cual habla la letra es en realidad Marifé Arroyo, pareja de Piera, represaliada por su compromiso con una escuela progresista, democrática y, sobre todo, en valenciano durante los años setenta del siglo pasado.
El mismo Piera también trabajó, durante la década de los setenta, en el mundo de la pedagogía, colaborando en la introducción de la lengua materna en la enseñanza. Escribió en varias revistas literarias, fue uno de los artífices de la creación de la Asociación de Escritores en Lengua Catalana (AELC) y fue vicepresidente del PEN catalán durante casi una década.
Y de los paisajes valencianos, a los de todo el Mediterráneo. La literatura de viajes también es otra de las patas importantes de su obra, explorando escenarios sobre todo de Italia, Marruecos y Grecia, con una "pasión mediterránea", como ha afirmado Xavier Antich, que va más allá de la estricta geografía.
Piera ha llevado a cabo una importante tarea de traducción de la obra poetas arábigo-valencianas, como Ibn Khafaja, y ha incorporado la poesía árabe tanto medieval como moderna en su propia producción. Precisamente esta ha destacado el también poeta Manuel Forcano, encargado de hacer la glosa al autor premiado. Forcano ha afirmado que Piera "ha ejercido una maestría indiscutible sobre varias generaciones" y ha defendido la importancia de entender su escritura como "un inmenso acto de amor".
El estrecho contacto con las referencias literarias y culturales es un recordatorio, ha dicho Forcano, "de que no somos solo nosotros, sino también los otros". Y en el caso de Piera, no solo es él, el poeta que ha recitado acompañado por Jordi Savall ante un Palau de la Música lleno a tope, sino todo aquello que forma parte de un pequeño y anónimo valle en medio de la Safor valenciana. La Drova, una "Grecia sin templos", a la cual dedica el poder de su palabra.