Leía, hace una semana, los resultados del estudio del Institut de Ciències Polítiques i Socials que explicaba que los jóvenes se han derechizado: son más conservadores, ven la democracia amenazada por las fake news y la extrema derecha y, en menor medida, por la inmigración y el feminismo. Y sorprendía porque uno de los titulares era que, en según qué circunstancias, no verían mal un sistema totalitario. Hace un par de años escribí un artículo aquí, porque me sorprendía lo que empezábamos a leer (de qué pensaban y qué votaban) y lo que escuchaba en las aulas. Y un día lo expliqué en un pódcast (no iba a hablar de eso, pero salió el tema) y me asusté de los comentarios que dejaban en el reel que se colgó a Instagram (ya sé que no tienes que mirar los comentarios que dejan en los reels de Instagram), pero entre alguien que me decía que me tenía que buscar un peluquero y los que corroboraban que esta era la tendencia, había muchos enfadados que justificaban la derechización para salvar del adoctrinamiento izquierdoso y feminazista de las horas de clase. Es preocupante. No creo que los jóvenes vivan despolitizados, quizás sí desencantados. Y entonces pienso: ¿no es a los veinte años que te mueven las causas más utópicas colocadas en fila en el horizonte? Y que para eso sirven, para caminar. ¿No es entonces cuando gritas que bajo los adoquines está el mar? ¿No dicen que decía Churchill que quién no es de izquierdas a los veinte años, no tiene corazón y quien no es de derechas en los cuarenta, no tiene cabeza? También es un estereotipo y parece que ahora cambia.
Para ellos, los medios tradicionales no existen. El mensaje de la derecha cala a través de los reels de TikTok
Las redes sociales
Se ha apuntado que uno de los principales problemas son los discursos que se difunden en las redes, que configuran la verdad de su mundo. Para ellos, los medios tradicionales no existen. El mensaje de la derecha cala a través de los reels de TikTok que engullen a decenas. Quizás las izquierdas no han sabido abordar temas que les preocupan, como la crisis de la vivienda o la inmigración. La derecha y el conservadurismo los ha dado certezas o, como mínimo, a pesar de la demagogia o el simplismo de 30 segundos de reel, los ha dado respuestas. Quizás también es el hecho de que sus padres tenían unas situaciones económicas más seguras; ahora sus perspectivas son muy poco entusiastas y saben que seguramente vivirán peor que la generación que los precede. ¿Es la incertidumbre por el propio futuro que los aleja de creer en las causas colectivas? Hará catorce años del 15M y de aquel sistema de vida alternativo en las plazas que pretendía resquebrajar las estructuras de poder. Quizás les da un poco igual la democracia si no pueden progresar. Es desafección. Es frustración. Y en el caso de los chicos, decían las encuestas, también con el feminismo: no los convoca. Quizás porque creen que se ha tensado tanto la cuerda que ahora son ellos que están en una situación de desigualdad. Como si la utopía nos hubiera hecho andar tanto que la causa se ha echado por la borda. Y pienso: ¿cómo lo hacemos para que se acerquen los que más necesitamos que crean que también va de ellos, que les hace más libres y no más supeditados?
¿Es la incertidumbre por el propio futuro que los aleja de creer en las causas colectivas?
Pasa en otros países de Europa, como Francia o Italia. Los vimos votando Se ha acabado la fiesta. Lo hablo con mis alumnos más mayores, de diecisiete años. Me dicen que en estos resultados ven una respuesta, un rechazo. La cuestión sobre el régimen autoritario no la pueden entender. Me dicen que creen que cierta gente contestó para montar follón. Me gusta este punto de inocencia que en el fondo corrobora la incredulidad de cuando leías el titular. Les sorprende, me dicen, saber un poco de historia y osar contestar eso en una encuesta. Defienden muy firmemente los valores de la democracia y eso que no han votado nunca y no tengo ni idea de qué votarían. Pero también hablan de la radicalización del feminismo y de la vinculación de los delitos con la inmigración. Son enigmáticos, listos y críticos. Y sí, piensan muy diferente de lo que pensaba yo (y quizás también tú) a los diecisiete años.