Salamanca (corona castellanoleonesa), 4 de octubre de 1497. Hace 525 años. Juan de Trastámara y de Trastámara, hijo y heredero de los Reyes Católicos, moría prematura e inesperadamente a la edad de veinte años. Con la muerte de Juan, oficialmente a causa de la tuberculosis y extraoficialmente a causa de su pasión por el sexo, se perdía el único descendiente varón de la católica pareja y se hundía toda la estrategia de Fernando y de Isabel, construida para convertir a los Trastámara hispánicos en la estirpe más poderosa del planeta. No obstante, la monarquía hispánica acabaría convertida en la primera potencia del globo terráqueo, pero no sería gobernada por los Trastámara, como ambicionaba, sobre todo Fernando; sino por los Habsburgo, la estirpe de su yerno flamenco Felipe ("el Hermoso") y de la viuda de su difunto heredero Juan.

Ferran el Católico y su heredero Joan / Fuente: Real Academia de la Historia
Fernando el Católico y su heredero Juan / Fuente: Real Academia de la Historia

¿De dónde venía y quién era Juan?

Juan era el segundo hijo de Fernando y de Isabel, pero cuando nació (1478) ni era el primogénito ni era el heredero en los tronos de Barcelona y de Toledo. La católica pareja ya tenía a una niña, Isabel (1470), que había sido proclamada princesa de Asturias, cuando la madre había sido coronada reina de Castilla y de León (1474). Y en Barcelona el horizonte todavía se perfilaba más lejano: Juan II, padre de Fernando, a sus ochenta años —una edad absolutamente extraordinaria en la época— se mantenía inalterable con las nalgas en el trono. No obstante, en tan sólo dos años (1478-1480), las expectativas de Juan cambiaron radicalmente: su abuelo paterno moría y su padre alcanzaba el trono de Barcelona (1479) y se imponía la tradición patriarcal —de influencia claramente catalana— de nombrar heredero al primer varón. Juan desplazaba a Isabel en la categoría de heredero.

¿Qué pasó con Juan?

Sorprende la gran diferencia de edad entre los dos primeros descendientes de los Reyes Católicos: Isabel (1470) y Juan (1478), sobre todo porque el tercero, cuarto y quinto vinieron prácticamente seguidos: Juana (1479), María (1482) y Catalina (1485). Esta diferencia se explica por las dificultades que tuvieron la futura reina católica y sus partidarios (guerras incluidas) para desbrozar el camino hasta el trono (1469-1474). Pero con la muerte de Juan II (1479) se completaba un largo camino iniciado una década antes en las negociaciones matrimoniales de Cervera (1468). Juan, el heredero, era la personificación del triunfo de un ambicioso proyecto político: la unión dinástica de los dos principales estados peninsulares. Y se quería que fuera la piedra fundacional de un proyecto todavía más ambicioso: elevar a los Trastámara a la categoría de los nuevos carolingios de la Europa del Renacimiento.

Isabel de Castilla y Joana la Beltraneja. Fuente Museo del Prado y British Library
Isabel de Castilla y Juana la Beltraneja / Fuente: Museo del Prado y British Library

La boda de Juan... y de Juana

Isabel, que había ganado el trono castellanoleonés con el uso de las peores armas, era consciente de que la disidencia silenciosa le podía carcomer las patas del trono; y para eliminar la posibilidad de cualquier tipo de conspiración se descolgó con una propuesta relativamente conciliadora: el matrimonio del joven heredero Juan (1478) con Juana la Beltraneja (1462) —la sobrina a la cual había usurpado la corona (1474)—. Pero Fernando, extremadamente ambicioso y radicalmente político, confió la liquidación de la disidencia a la nueva policía política del régimen: la Inquisición. E impuso su criterio: negoció el matrimonio del joven Juan con Margarita (1480), la hija de Maximiliano de Habsburgo y de María de Borgoña, los soberanos más poderosos de la Europa central. Y de rebote, el de su hija Juana con del hijo de los Habsburgo, Felipe ("el Bello").

El matrimonio de Juan

La estrategia de Fernando era clarísima: consistía en entrelazar Trastámaras y Habsburgos y convertir aquellas dos estirpes en una sola que luciría por todas partes el apellido hispánico. Para conseguirlo, se contaba con el hecho de que Juan y Margarida tuvieran, como mínimo, un hijo varón. Y se confiaba en que Juana y Felipe tuvieran, como mínimo, una hija. La futura unión de aquellos dos hipotéticos primos-hermanos habría representado la concentración del patrimonio político de las dos casas en las manos de un futuro Trastámara. Pero aquella jugada tenía un importante componente de riesgo. Maximiliano, que no era burro, jugaba con las mismas cartas; pero con los palos invertidos. Maximiliano contaba con que Margarida y Juan sólo tendrían niñas, Felipe y Juana, sólo niños; y la concentración de aquel inmenso patrimonio político se materializaría en las manos de un futuro Habsburgo.

Isabel, Joana, Maria y Caterina. Fuente Realas Huelgas, Burgos Kunsthistoriches Museum, Viena Universidad de Barcelona Museo Tyssen, Madrid
Isabel, Juana, Maria y Caterina / Fuente: Reales Huelgas (Burgos), Kunsthistoriches Museum (Viena); Universitat de Barcelona; Museo Tyssen (Madrid)

El pistoletazo de salida

El 12 de noviembre de 1496, Felipe de Habsburgo y Juana de Trastámara se casaban en el templo parroquial de Lies, una pequeña villa cerca de Amberes, en los Países Bajos borgoñones de los dominios de María, la esposa de Maximiliano. En la elección de aquella modesta parroquia intervino un sospechoso personaje: Hendrik van Bergen, secretario y consejero del novio; que en sus armas familiares lucía una reveladora bandera de tres barras de sangre y que, poco tiempo después de las bodas, sería despedido cuando trascendió que mantenía correspondencia secreta con Fernando el Católico. Y, cinco meses más tarde, el 3 de abril de 1497, Juan de Trastámara y Margarita de Habsburgo se casaban en Burgos, capital histórica de Castilla y centro de negocios de los comerciantes flamencos que importaban la lana castellana de la Meseta a los telares de los Países Bajos borgoñones.

¿Margarita, una ninfómana?

Según la investigación historiográfica tradicional, Juan siempre fue una persona con una salud quebradiza que explicaría su prematura desaparición. Pero, en cambio, la investigación moderna se hace eco de un rumor que circuló insistentemente durante las semanas y meses posteriores a la muerte de Juan, y que relaciona la supuesta tuberculosis que, oficialmente, constaría como la causa de su muerte, con un estado de debilidad muy acusada provocado por un abuso desenfrenado del sexo. Y este mismo rumor, que tenía mucha apariencia de veracidad, señaló a Margarita, la joven esposa del difunto Juan, como una ninfómana que habría sido la responsable de aquel inesperado deceso. Sea como sea, después del funeral, los suegros (Fernando e Isabel), totalmente decepcionados, no la quisieron ver ni un solo instante más y la facturaron con portes pagados a Flandes.

Margarida, Maximilià y Felipe. Fuente Metropolitan Museum of Art, Nueva York Kunsthistorisches Museum, Viena Noordbrabants Museum, Hertogenbosch
Margarita, Maximiliano y Felipe / Fuente: Metropolitan Museum of Art (Nueva York); Kunsthistorisches Museum (Viena); Noordbrabants Museum (Hertogenbosch)

Maximiliano gana la partida

Treinta meses después de aquel deceso (24 de febrero de 1500) nacía Carlos, el primogénito de Felipe el Bello y Juana, mal llamada "la Loca" (hermanos, respectivamente, de la ninfómana Margarida y del difunto Juan). Carlos, reveladoramente nacido en Gante (Países Bajos borgoñones), se convertiría en el heredero del proyecto y en el sucesor de los dominios de los Reyes Católicos (1516). Con la muerte de Juan, la partida había quedado casi resuelta: ganaba Maximiliano y perdía Fernando. Y el Católico —aunque, posteriormente, envenenó a su yerno Felipe (1506)— no podría evitar el desenlace final. Con la muerte del Católico (1516), los Trastámara pasaban definitivamente a la papelera de la historia. Y los Habsburgo gobernarían el conglomerado hispánico durante dos siglos (hasta 1700 con Carlos II y hasta 1714 en Catalunya y en Mallorca con Carlos de Habsburgo).

 

Imagen principal: Juan de Trastámara y de Trastámara / Fuente: Museo del Prado