Juan Marsé saca a la calle Esa puta tan distinguida (Lumen). Con esta obra, el escritor del Guinardó vuelve a las librerías, dos años después de la salida de su novela corta Noticias felices en aviones de papel. Marsé, aunque en España es más conocido por sus viejas novelas que por las recientes, sigue siendo uno de los máximos exponentes de la literatura española en el exterior; sus obras han estado muy traducidas, y en muchas universidades figuran en el currículum de estudios hispánicos. Ha sido elogiado, sobre todo, por sus descripciones de la España del franquismo y por su capacidad de novelar su propia vida.
El argumento
En 1982 un escritor es contratado por un productor para recopilar documentación para un guion sobre el asesinato de una prostituta en el cine Delicias, en la Travessera de Gràcia, treinta años antes. El autor acepta el encargo y trata de reconstruir el crimen mediante entrevistas al asesino confeso, que ya ha sido liberado. Pero el criminal tiene problemas de memoria, a causa de un tratamiento médico brutal hecho por los psiquiatras franquistas mientras estaba en la prisión. Hay cosas que no recuerda, y no se sabe si los recuerdos que tiene son verdaderos o falsos. Verdad y mentira acaban diluyéndose.
Retorno a Carmen Broto
Juan Marsé se inspira en un hecho real, que ya había aparecido eb su novela Si té dicen que caí: el asesinato de la prostituta Carmen Broto Buil. El nombre de la protagonista de Esa puta tan distinguida se Carlota Bruil Latorre; la coincidencia de la primera sílaba del nombre y del apellido no es casual, ni lo es que los hechos se desarrollen en Gracia y tengan relación con los cines de barrio. Sin duda, Carlota se inspira en la víctima del famoso crimen de la calle Legalitat. Broto era una prostituta aragonesa que fue asesinada, a Gracia, en 1949. Aunque la policía capturó a uno de sus asesinos, y sus cómplices se suicidaron, enseguida surgieron muchas leyendas urbanas sobre su asesinato. Se decía que a Broto la habían matado para evitar que hablara, ya que conocía muchos escándalos sexuales de los jerarcas del régimen y que tenía pruebas de la supuesta afición a la pederastia del arzobispo de Barcelona.
La Broto literaria
El asesinato de Carmen Broto interesó mucho a la prensa. En 1991 incluso se le dedicó un episodio de la serie televisiva "La huella del crimen". Y en muchos libros sobre Barcelona aparecen menciones a este hecho. Además de Marsé, Alberto Speratti también noveló el asesinato en la obra El crimen de la calle Legalidad (1983). En la línea de Sí té dicen que caí, alegaba que el crimen había tenido conexiones políticas. Pero el 2006 Manuel Trallero y Josep Guixá revisaron todas las leyendas sobre el crimen de la calle Legalitat en La invención de Carmen Broto. Después de consultar toda la documentación disponible, sus conclusiones apuntaban a que el crimen no tuvo ninguna connotación política, pero que se convirtió en una herramienta de reivindicación del antifranquismo popular. Y criticaban duramente lo que había explicado Marsé en Si té dicen que caí. Marsé se limitó a replicar que lo que él había publicado era una novela, y no una investigación policial. Pero eso despertó una gran polémica, que todavía sobrevive en las redes sociales.
Marsé y el asesino
Tal como novela en Esa puta tan distinguida, Marsé se encontró, como mínimo en una ocasión, con el asesino de la prostituta, después de haber publicado Si té dicen que caí. Lo explica Josep Maria Cuenca en Mientras llega la felicidad. Una biografía de Juan Marsé. Marsé aseguraba que el criminal le había dicho que había matado a Broto porque era confidente de la policía. Según el asesino, su padre, republicano, le había pedido que la matara. Marsé no creyó su versión: opinaba que la explicaba con el fin de legitimarse y magnificar su papel.
Colección de verdades
Sin duda, la polémica generada sobre lo que hubo de real y de falso en el crimen de la calle Legalitat planea sobre Esa puta tan distinguida. El libro quiere ser una reflexión sobre la complejidad del concepto de verdad. Sobre un mismo hecho hay visiones que se contradicen, y que quizás son vividas como reales por los protagonistas. En la novela eso todavía se complica más, porque los sucesos se insertan en la órbita literaria. Como dice el protagonista, la ficción, al recrear la verdad histórica no intenta "aplicar más luz sobre el hecho real, sino realzar los claroscuros, las ambigüedades y las dudas".
Memoria histórica
Pero el concepto de verdad todavía se complica más, porque la trama gira en torno al análisis del pasado. En realidad, el título, Esa puta tan distinguida, no se refiere tanto a Carmen Broto - Carlota Bruil, sino a la memoria, como se deja claro en el capítulo introductorio. El libro quiere ser una reflexión sobre la memoria del pasado, de innegables connotaciones políticas. En realidad, la obra es tanto una crónica de un hombre que no sabe cómo reconstruir su pasado, como de una España que tiene problemas para articular su presente con su pasado. En cierta medida, Marsé reclama el derecho al olvido y critica los excesos de la memoria. Pero al mismo tiempo, deja constancia de los abusos del franquismo; uno de los personajes es el psiquiatra Vallejo-Nájera, famoso por sus experimentos psicológicos con los "rojos".
Venganza por las películas fracasadas
Marsé aprovecha Esa puta tan distinguida para tomarse su revancha particular hacia el mundo del cine. Se sabe la manía que tiene el autor hacia la adaptación de sus novelas. Afirma que La oscura historia de la prima Montse era "horrorosa"; Si té dicen que caí, la considera "un galimatías"; de Últimas tardes con Teresa aseguraba que "prefiero ni hablar"... El protagonista de Esa puta tan distinguida, el álter ego de Marsé, explica sus choques con los productores cinematográficos y la frustración que le producen las películas basadas en sus novelas. En esta última novela, Marsé ridiculiza continuamente las ansias de venta de los productores e ironiza sobre la subordinación de los creadores a un mercado que frivoliza sus obras.
El Marsé más posmoderno
Esa puta distinguida no tiene una estructura lineal. Mezcla los recuerdos del narrador, la entrevista entre el narrador y el asesino, fragmentos de un supuesto guion, las respuestas a un cuestionario, escenas revividas de la infancia del asesino (no se sabe si reales o fantásticas), recreaciones de escenas posibles en el tiempo del asesinato... En algunas de ellas, como en la visita de una joven actriz al narrador, la verosimilitud falla. Este libro es un mosaico de verdades y mentiras, un gran juego de espejos y reflejos, que no siempre acaban de articularse bien. El productor, el verdadero malo de Esa puta tan distinguida, en un momento determinado, lanza al narrador: "Hay que dejarse de experimentos y contar una buena historia". Y quizás, aquello que falta en este libro, es dar relieve a una buena historia.