Si utilizamos el baremo "dime con quién vas, y te diré quién eres", la carrera de Lara Fernández Castrelo estaba destinada al estrellado desde el primer momento. Quizás con este nombre, así de sopetón, no os estoy diciendo demasiado, pero si, en cambio, os digo que es el nombre de nacimiento de la majestuosa Judeline, todo tiene mucho más sentido. Después de cinco años retrabajando la cultura del sur de España, para convertirla en imaginario pop de producción compleja: cadencias R&B, beats club y ambiente encantador, presentará su primer disco en la sala Razzmatazz esta noche, 27 de febrero, con el cartel de todo vendido colgado en la puerta desde hace meses.
Después de cinco años retrabajando la cultura del sur de España, para convertirla en imaginario pop de producción compleja: cadencias R&B, betos club y ambiente encantador, presentará su primer disco en la sala Razzmatazz esta noche con el cartel de todo vendido colgado en la puerta desde hace meses
Si no lo vives, no ha pasado
Sin embargo, ¿cómo se llega de Los Caños de Meca, de donde Judeline es originaria, a listas internacionales de renombre con Bodhiria, su álbum de debut? Una de las mejores cosas de vivir en la era postinternet, es que la vida de todos nosotros queda grabada por la prosperidad entre unos y ceros. Con una búsqueda rápida, o mejor, en un infinito scroll hacia el pasado, nos chocamos con una Lara de diecisiete años recién mudada a Madrid, con un sueño, y todavía más determinación. La revista Highxtar, compartía hace unos meses el correo que envió a revistas, editoriales y sellos el 2020, con una clara intención: una "niña del sur" que hacía música con mucha pasión, que solo esperaba que alguien la escuchara, y con un poco de suerte, disfrutara de su primera canción. Solo quiero huir, no solo gustó, sino que llamó la atención de Alizzz, productor de artistas como C. Tagana, Rosalía o Amaia, el cual la incluyó en su proyecto de cuarentena, Desclasificados, dónde editaba a seis artistas de entre quinientas demos que había recibido. A partir de aquí las miradas se pusieron en ella. Durante el siguiente año, todo fue perfeccionar su imaginario, que podría ser considerado folk sureño con una magia singular. Un puñado de singles más, y plantarse en 2022. De la luz se convirtió en uno de los EPs de presentación más interesantes de lo que llevábamos de década. Con cinco canciones bajo el brazo y un aura impagable, viajó desde Barcelona a Bilbao, pasando por México, Francia o Estados Unidos. Ella misma explicaba que a muchos de estos lugares iba por primera vez incluso antes de subir a un escenario. Su duende, arte, magia, dile cómo quieras, estaban creando algo único en el panorama estatal.
CANIJO, fue un absoluto huracán que hoy día ya acumula más de once millones de escuchas
Con tan solo veinte años, pero ya no siendo tan niña, sino más bien una nueva diva, actuó en festivales como el Primavera Sound, el Bilbao BBK Live, Cabo de Plata, el SanSan Festival o el Sónar. Cogiendo tablas y no dejando de trabajar ni un solo momento, fue perfeccionando lo que sería Bodhiria. Poco a poco fue desvelando sencillos. A pesar de no formar parte de su primer LP, CANIJO, fue un absoluto huracán que hoy día ya acumula más de 11 millones de escuchas en Spotify, su canción más escuchada hasta la fecha. Con la producción de nusar3000, marcada por una estructura rítmica próxima al funk carioca, pero chopeada de manera dura y evocativa, la voz de Judeline, delicada y dulce, nos narraba su desengaño amoroso con el Canijo de la Isla. El verano de 2023 puso a todo el mundo a bailar mientras se especula quién podría ser aquel chico que había conseguido inspirar una canción tan adictiva. Aquel mismo año, firmó por Interscope Records, sello inscrito dentro de Universal Grup, una de las discográficas más importantes mundialmente, que trabaja con artistas como Bad Gyal, Lana Del Rey, Billie Eilish o Kendrick Lamar. El underground ya no era su terreno. Quizás no lo había sido nunca, sus sueños de grandeza siempre habían sido un claro objetivo. Eso la llevó a aparecer en el disco del productor latinoamericano Tainy y ganar reconocimiento al otro lado del Atlántico. No es casual, que acabara siendo la telonera de J Balvin para su gira europea del próximo año.
El underground ya no era su terreno. Quizás no lo había sido nunca, sus sueños de grandeza siempre habían sido un claro objetivo
Inscribir en Judeline dentro de un género tradicional no tiene demasiado sentido. Pero, en cambio, se encuentra dentro de una nueva ola de creación española donde podemos encontrar a artistas como Ralphie Choo, Amore, o el colectivo Rusia idk. Influenciados todos ellos, sobremanera, por el replanteamiento de la creación y producción de Rosalia, y el campo de cultivo de música urbana de finales de la década anterior. Todo puede ser pop si puedes reconducirlo de manera imaginativa, incluso el folclore más olvidado. Bodhiria (2024) es una clara muestra. Con Mangata, el primer sencillo del disco, dejó muy claras sus intenciones. Producido por DRUMMIE (Rusia idk) y Rob Bisel, productor de estrellas como SZA o Tate McRae, mezclaba el folclore venezolano con house de un mundo onírico. Este camino de luz que deja la luna sobre el mar -significado de la palabra mangata- parecía ser el camino de cuento por el cual nos conduciría. Y así lo hizo. A finales de año debutó de manera elevada entre arpas, pianos y tradición andaluza y venezolana. Entrando así en listas internacionales como las de Pitchfork o la de artistas emergentes de Apple Music.
Pero si no lo vives, no ha pasado. Por eso el directo de Judeline no quiere dejar a nadie indiferente. Con un talante hipnótico que nos podría recordar a Caroline Polachek, la de Caños de la Meca lleva sobre el escenario una propuesta de disposición teatral donde parece recrear su particular universo de realismo mágico. Si en el Sonar la pudimos ver acompañada con una puerta elevada sobre escaleras, figuras vestidas como cobijadas de Cádiz que, a medida que avanzaba el concierto, se convertían en sus bailarinas, y una culminación coreográfica absolutamente pop, ahora promete elevar el espectáculo. Quizás todavía no es cabeza de cartel, pero su show ya está al nivel de las tipografías más grandes de los festivales. Después de su paso por Madrid, las apuestas están en una mecedora/bicicleta central, banda sobre el escenario y bailarines de varios looks. Todo para estructurar cada emoción de su disco, desde las sentidas baladas, a una posible versión de Shakira, a los momentos más de sacudir caderas hasta poner el culo en la nuca. Pero la única y verdadera certeza que tenemos es que el paso de Judeline por Barcelona será uno de aquellos que recordaremos durante años.