Júlia Colom (Valldemossa, 1997) publicaba meses atrás Miramar (La Castanya, 2023), disco de debut en que se presenta unido el canto tradicional mallorquín con la electrónica más actual. Aunque es uno de los trabajos más notables en nuestro país este 2023, pero que no nos ha cogidodel todo por sorpresa. En el 2020 protagonizó el documental Sempre dijous, dirigido por Joan Porcel, donde se retrata la voluntad de la cantante de ir a la búsqueda y recuperación de melodías tradicionales mallorquinas, documentando paralelamente el inicio de su carrera musical.

Miramar nos transporta a este folclore con tres canciones de la Mallorca preturística. El resto es de cosecha propia: plasmando la dualidad y convivencia tradición-innovación. El disco empieza con sencillez con Que m'abrassava: la voz es el elemento central de todo el disco, como lo era de la música tradicional popular. Iniciar el álbum con esta canción tenía todo el sentido: "Para  mí la voz es lo más primitivo, la semilla que tenemos todos y a partir de aquí se puede ir construyendo y haciendo música de mil maneras, igual que el disco", ha comentado la mallorquina. Colom podría recordar a Maria del Mar Bonet. De hecho, la considera una referente. Pero también de otra época.

Para  mí la voz es lo más primitivo, la semilla que tenemos todos y a partir de aquí se puede ir construyendo y haciendo música de mil maneras

La mallorquina empezó a cantar en una coral con 4 años. A los 7, su abuelo le enseñó el Cant de la Sibil·la, un canto complejo y largo, que se había transmitido oralmente a lo largo de generaciones familiares. Así fue como abrí la puerta a la conexión con el canto. Y después me he pasado la vida con la música como mi prioridad", ha apuntado. Ha estudiado canto jazz en el Conservatorio Superior de Barcelona y se ha quedado en la ciudad porque ha decidido que quiere que sea allí donde su proyecto funcione y salga adelante.

JULIA COLÓN / Foto: Montse Giralt
Júlia Colom ha debutado con el disco Miramar / Foto: Montse Giralt

No te conocíamos, pero ya protagonizaste un documental.
Hubo un momento que las canciones de la Mallorca rural que yo conocía ya eran las que eran, por mi contexto y mi familia. Pero sabía que había personas de Mallorca que todavía estaban vivas, que sabían y que cantaban muchas canciones, y quise ir a verlas para recuperar estas canciones. Lo comenté en una cena en casa de unos amigos y, curiosamente, estaba Joan Porcel, que es el director del documental, y Jaume Ripoll, que es uno de los fundadores de Filmin. Les interesó, también por documentar el punto vital en el que me encontraba: el principio de un proyecto musical. Muchas veces se documenta los finales, especialmente cuando van bien las cosas. Sempre dijous no trata de eso. Fue así como nació la idea. A mí me costó mucho entender que podía valer la pena que me hicieran el documental a mí. También fue un proceso de introspección muy fuerte, y también de exposición a las cámaras. Entender que lo que hacía iba a un punto más trascendental y profundo.

¿Consideras político el hecho de haber recuperado las melodías tradicionales?
Creo que mi voluntad ha sido una cosa más personal. Obviamente, yo soy una persona con una estima por Mallorca muy fuerte y le pongo valor en estas cosas. Pero no hay una idea más colectiva, no sé si eso es egoísta. También creo que si eso se hiciera bien, tendrían que ser musicólogos, que tuvieran una buena inversión y lo hicieran con rigor, porque son ellos los especialistas. Yo no, yo soy cantante y música. Eso es el primero que soy. Y hago lo que hago por propia voluntad, sin pensar más allá o con qué repercusión general o colectiva pueda tener.

Algunas de las melodías que descubriste ahora alimentan Miramar.
Quería darle un sentido simbólico de explicar quién soy. Al ser el primer disco, habrá mucha gente que me escuchará por primera vez. Con el segundo, el tercero y el cuarto ya no será igual. Todo lo que he aprendido de las tonadas no lo hacía pensando en el disco, pero al plantear Miramar como una presentación, era muy importante para mí que apareciera esta parte, que es lo que a mí me ha conectado con la música, con mi abuelo, que me ha ayudado a viajar por el mundo, ya que me han salido conciertos a través de estas canciones. Un porcentaje de canciones tenían que ser de la Mallorca rural, porque yo soy quien soy en gran parte por eso. También hace unos años me di cuenta del valor y la afortunada que soy de haber vivido la música a través de la transmisión oral. Y el hecho de que me las hayan enseñado o las haya escuchado de las personas que vivían las canciones en primera persona, que no es tan normal, aunque antes lo daba por hecho. Por lo tanto, también quería que fuera un homenaje a la experiencia que he tenido. Y después, por otra parte, hay canciones que he hecho yo: esta es la mirada más directa a quien soy yo o lo que puedo hacer.

Un porcentaje de canciones tenían que ser de la Mallorca rural porque yo soy quien soy en gran parte por eso.

El documental obra el debate de si las tonades son consideradas canciones, o no.
Yo sí que lo considero canciones, pero Biel Collut, de Sa Pobla, me hizo la reflexión que las tonades no son canciones, porque era lo que hacían mientras trabajaban de sol a sol, para ir todos a la una y para no perder el punto. Su concepción era que las tonades eran una herramienta más de producción, no música. Y claro, desde mi punto de vista de persona de siglo XXI, aquello es música, porque tiene una melodía, son notas que están dentro de una armonía y tiene ritmo. Pero entiendo que para ellos en aquel momento, lo concibieran así y consideraran la música aquello que hacían cuando acababan de hacer trabajo.

Explícame un poco las canciones del disco, las de estas que has cogido y también un poco las otras...
En el disco aparecen tres canciones de la Mallorca preturística, título que le he dado yo a estas canciones. Son tonades, que son las músicas de campo, pero también hay Que se m'abrassava, es la que obra el disco y es una canción puramente de amor, la escuché de una mujer de Sóller y me gustó porque no hay tantas canciones que hablen de este amor desesperado. La Tonada de segar es una canción que me sé de toda la vida, la Tonada de collir figues la aprendí de un hombre de Sa Pobla. Lo que me ha costado más ha sido hacer encajar las canciones mías y de Mallorca al mismo disco. Fue un gran reto encontrar el punto donde pudieran vivir estos dos mundos. Para mí estaba claro porque es mi realidad.

JULIA COLÓN / Foto: Montse Giralt
En Miramar, Júlia Colom lleva al presente las tonades tradicionales mallorquinas / Foto: Montse Giralt

Explícame eso de la Mallorca Preturística
Yo canto tonades, romances, canciones que hablan de todo aquello que pasaba antes de que llegara el turismo, que fue al mismo tiempo que la tecnología; porque la gente empezó a escuchar la radio, las máquinas se empezaron a introducir en el campo y hacían ruido y ya no se cantaba. Todo pasó un poco en el mismo momento y se fue arrinconando la música popular.

¿De dónde viene el título de Miramar?
Miramar es un espacio físico que está muy cerca de Valldemossa. Es un acantilado muy idílico y especial, se puede ir de visita y allí había un monasterio, Ramon Llull fundó una escuela... A medida que iba creciendo, descubrí que Miramar también es la palabra más explotada en el mundo de la hostelería y el turismo: Apartamentos Miramar, Hotel Miramar, Souvenirs Miramar... Cuando te fijas, ves el nombre de Miramar en todas partes. A mí me hacía gracia ver las dos caras de lo que representa Miramar, que también son un poco las dos caras de lo que para mí implica ser mallorquina: aquella cosa tan pura, aquella fragilidad de la naturaleza y, al mismo tiempo, ver cómo todo va en la misma dirección.

A mi proyecto musical le quiero dar todo lo que tengo, para cuando llegue el día de mañana y vea que hice todo lo que pude

A pesar de ser tu primer disco, también te has lanzado a coproducirlo.
Ha sido bastante una revelación y una dosis de autoconfianza en mí misma. Antes de hacer el disco, no contemplaba que fuera capaz de hacer todo el que he hecho, lo único que me planteaba es que tendría que contar con mucha gente. Poco a poco me di cuenta de que podía hacerlo.

Sí que nos encontramos con una colaboración de Pol Batlle.
Ha ido superbién, estoy muy contenta. Es la primera colaboración que hago e invité a Pol, que era el músico que me llamaba más la atención de aquí, por como canta, las canciones que hace y cómo produce. Metidos a escoger, también colaboraría con la Caroline Polachek, con la Carminho, que es una cantante de fado portuguesa, con Rosalia... Y del panorama catalán, con las Tarta Relena o con Maestro Espada, que de aquí a poco sacarán su primer disco y es increíble.

JULIA COLÓN / Foto: Montse Giralt
Júlia Colom, una cantante sin plan B/ Foto: Montse Giralt

¿Qué influencias ha tenido el disco?
De gente que admiro. Tanto al Martín Leiton (coproductor y guitarrista) como yo, nos flipa la manera que tiene de tocar la guitarra y producir de José González. Y de cantantes, la Carminho, la Caroline Polachek o Marina Satti, que es griega y me gusta mucho cómo lo hace.

En el documental hay un momento donde te preguntan si tienes un plano B, por si la música no funciona. ¿Lo tienes?
Todo este planteamiento implica una parte de privilegio. Lo primero de todo es tu situación económica y a partir de aquí, montas planes B, C, Z o ninguno. Y su verdad es que estoy viendo que si quiero apostar por una cosa no puedo tener otra puerta abierta al mismo tiempo. Así es como yo estoy entendiendo y cómo me estoy tomando mi carrera. A mi proyecto musical le quiero dar todo lo que tengo, para cuando llegue el día de mañana y vea que hice todo lo que pude.