CARD DISC MUSICA

Estábamos en un Toyota Yaris camino del pueblo. Nueve horazas. Por lo que, aun saliendo a medianoche, llegaba un momento en que te comías un calor horrible. ¡Pero el Yaris tenía aire acondicionado! Era el único coche de la familia en el que había ido montado con aire acondicionado; el Yaris era parte de la familia. En los larguísimos viajes hacia el sur, mi tío, dueño del Yaris, fumaba todo el rato, bajando dos dedos la ventanilla. Nos contaba anécdotas de una cosa que él llamaba parkineo, básicamente aparcar el coche y beber –eufemístico ante nosotros, adolescentes perdidos– “refrescos”– en un polígono, en un descampado, en la puerta de una discoteca.

El Yaris estaba preparado para eso: la música allí sonaba fortísimo. Salía del maletero, en vez de los laterales o de enfrente. Lo mejor de ir en él era poder manosear los cedés de mi tío. Tenía cuatro fundas con un porrón de discos en cada una de ellas. Ahí llevaba el Dj Kicks, mucho electroclash, y algo de house. Y el favorito de los primos: la makina. Recuerdo la sensación de estar escuchando una canción pastelosa que, de repente, rompía hacia un ritmo de Gremlin loco. Solo había dos normas en el coche. Había que dejar las canciones sonar enteras. Nosotros, claro, las queríamos pasar rapidísimo (ya teníamos esa hiperactividad millennial). Y, la segunda, debía sonar sí o sí Total Eclipse Of The Heart remix, versión no apta para diabéticos del original de Bonnie Tyler. Le traía –se sonreía mi tío– “buenos recuerdos”.  

Espíritu pistero

El otro día iba en el coche. Ya no con mi tío, ni con el Yaris. El primero nos dejó hace unos años, el segundo, por justicia poética, gripó al poco tiempo, era un coche fiel. Iba escuchando la radio y sonó Club, el tema que han firmado a medias Julieta Maria Hein (algo empezamos a intuir cuando las vimos juntas en el concierto de The Tyets en la sala Apolo) una mezcla entre eurodance (en el inicio), un giro EDM y un final casi más sofisticado, house (loopero) a lo Alan Walker, que funcionaba exactamente como las canciones infecciosas que escuchábamos bajando al pueblo. Exactamente como esa reversión de Tyler. El tema tenía un espíritu pistero, menos hardcore que los que nos ponía mi tío, clásicos en salas como El Cel, Pont Aeri o Chasis. Pero pistero igual.

La canción tiene lo más importante para adaptar el espíritu hardcore a nuestros días, para todos los públicos: aire nostálgico y voces adictivas. Lo más importante: tendría el Yaris approval

También servía para el parkineo. Para el baile y la evasión. El tema que sonaba lo firman, decíamos, Julieta, indispensable de algunas de las canciones más top de los últimos meses (Clar que t’he trobat a faltar, Cari o Tu juru ju), y Maria Hein, uno de los grandes debuts de 2021: Continent i contingut. La canción tiene lo más importante para adaptar el espíritu hardcore a nuestros días, para todos los públicos: aire nostálgico y voces adictivas. Lo más importante: tendría el Yaris approval