Los Espais Volart de la Fundación Vila Casas, en la calle Ausiàs March, 22, abren la temporada de otoño con una exposición dedicada a Julio González, uno de los artistas catalanes más originales de la primera mitad del siglo XX. Julio González. Dibujos, papeles y figuras de la colección del IVAM recopila unas 70 piezas procedentes del Instituto Valencià d'Art Modern, el museo que más piezas conserva de este artista. Paralelamente, en el mismo lugar se presentan dos otras exposiciones; la primera, titulada Somniant una possibilitat, está destinada a construir un diálogo entre el fondo de arte contemporáneo de la propia Fundació, y los de la Colección DKV. La última, De la luz en el mundo, está consagrada a Manuel Duque, un pintor que siempre fue ajeno a las modas artísticas. Se han previsto visitas comentadas a las tres exposiciones. Se pueden consultar mediante la página web de la Fundación.

Julio González, Visage criant a la grande main, 1941. IVAM.

El hierro y la tinta

Julio González (Barcelona, 1876 - Arcueil, Francia, 1942) fue conocido sobre todo como escultor, ya que se le considera como uno de los pioneros de la escultura moderna en hierro a nivel mundial (junto a Pablo Gargallo). A través de la exposición Dibujos, papeles y figuras, la Fundación Vila Casas quiere mostrar su extraordinaria capacidad que tenía como dibujante, a través de una setentena de dibujos, que se complementan con cuatro esculturas de gran fuerza, como El encapuchado o Grand personnage debout. Con estos dibujos se muestra como la mirada de escultor de González disecciona la realidad y se prepara para representarla en tres dimensiones. Se exponen piezas que el comisario de la exposición, J.F. Yvars, califica "ligeramente inéditas", porque por su fragilidad (son obras sobre papel) rara vez salen de los almacenes del IVAM. Entre los dibujos que se presentan hay diversos que representan algunos de los temas más habituales de González: las mujeres cargadas de dolor, las máscaras africanas, las maternidades, las mujeres esquematizadas...

Julio González, Le Cagoulard (El encapuchado), 1935. Bronce forjado. 15 x 22,8 x 20 cm. IVAM.

Un hombre discreto

Julio González venía de una familia de herreros y orfebres, y cuando tenía 20 años se fue a París y decidió dedicarse al arte. González tuvo un estrecho contacto con las vanguardias, y se relacionó con creadores de todas partes, pero sobre todo españoles como Pablo Picasso, Pablo Gargallo, Manolo Hugé o Joaquim Torres García. Pero González siempre llevó una vida modesta, a diferencia de muchos de sus compañeros. No tuvo nunca mucha vida pública. Su obra experimentó una evolución muy peculiar, en la confluencia entre la tradición y la experimentación. "Es un personaje complicadísimo. Y la vida lo llevó a complicarse todavía más", explica Yvars. Entre sus obras más destacadas, destaca La Montserrat (1936-1937), una escultura figurativa que se presentó en el Pabellón de la República de la Exposición Internacional de París, en 1937, y que representa a una mujer con un hijo con brazos y que se ha convertido en un icono de los horrores de la guerra. Pero González no empezó a atraer la crítica hasta después de su muerte, que tuvo lugar durante la Segunda Guerra Mundial Aunque según Yvars, la obra de González cada vez es más valorada, aclara que "no es un artista de culto", y explica que "Todavía no hay una monografía seria sobre él".

Soledad Córdoba. Devastación V, 2016. Tintas pigmentadas en papel baritado sobre dibones. 100 x 150 cm. Col·lecció DKV.

El arte para el cambio de paradigma

Soñando una posibilidad es una exposición comisariada por Natàlia Chocarro y Alicia Ventura que intenta poner en diálogo obras de arte contemporáneo de las colecciones de DKV y de la Fundación Vila Casas. Son 36 obras, una veintena de cada institución, que se exponen en grupos de dos o más, según afinidades artísticas y no cronológicas, con el fin de reflexionar sobre dos temas primordiales del arte de los últimos tiempos: la resistencia íntima y el tiempo en suspenso. Las comisarias alegan que estamos en tiempos de crisis, en los que además de las consecuencias nocivas de la crisis del 2008, hay mucha preocupación por otros problemas que amenazan a nuestra sociedad: el terrorismo, el deterioro del medio ambiente... Los fundamentos de la Europa comunitaria parecen haberse alterado y eso es un tema que abordan, desde la pintura, la escultura, la fotografía o la instalación, creadores catalanes o del resto del Estado presentes en Soñando una posibilidad como Gonzalo Elvira, Mireya Masó, Soledad Córdoba, Anna Talens o Álvaro Sánchez-Montañés.

Manuel Duque. Sin título, 1981. Óleo sobre tela. 162 x 130 cm.

20 años sin un artista bien original

En 1998 moría en Sabadell Manuel Duque. Para conmemorar este vigésimo aniversario, la Fundación Vila Casas ha querido dedicarle la exposición De la luz al mundo, que ha sido comisariada por Imma Prieto. Son obras escogidas con el objetivo de reflejar "una idea de la luz" del artista, que según Prieto refleja, "una reflexión sobre el mundo". A través de la idea del trazo, la obra ofrece una perspectiva de la evolución de este creador que había expuesto con grandes artistas de su época, pero que fue quedando arrinconado. Duque, que había tenido una infancia muy dura, en la que pasó por minas de carbón, fábricas textiles y almacenes, se estableció en París en 1954, y mantuvo muy buena relación con Joan Vilacasas y Antoni Clavé. Allí fue uno de los grandes defensores de una renovación pictórica a partir de las emociones más profundas, y lo expresó a través del manifiesto Rehabilitar la pintura.

Julio González, Madame cactus. 1939-1940. Bronce forjado. 79,3 x 25,6 x 192 cm. IVAM.

Visita al maestro

Los Espais Volart abren la temporada de otoño con fuerza y con una gran apuesta, que es la exposición de Julio González. No se trata de una retrospectiva sobre este artista; en realidad, la escultura, el elemento clave de su obra, tiene una presencia minoritaria en esta muestra, que destaca los dibujos. Incluso tampoco podríamos considerarlo una exposición antológica sobre sus dibujos, porque el comisario ha suprimido, expresamente, aquellos que no incorporaban ninguna vocación experimental. Se trata de una muestra centrada en la relación entre el Julio González dibujando y Julio González escultor, en qué se quiere poner en evidencia la fuerza de su dibujo. Una forma, diferente y atractiva, de acercarse a este artista demasiado poco conocido. Su fuerza no dejará indiferente a quien visite los Espais Volart.

 

Foto de portada: Julio González, Études de Masques, 1941. Lápiz, ceras de color y tinta en pluma sobre papel. 16,3 x 24,8 cm. IVAM.