Empezamos esta serie de verano que quiere repasar la vinculación entre algunas de las localidades de veraneo más tradicionales y los principales nombres de la literatura, la música o las artes, con una fidelidad de varias décadas. La del poeta sarrianense JV Foix y la villa ampurdanesa de Port de la Selva. El autor de Les irreals omeges no fue, sin embargo, el primer poeta que hizo estancia junto al Cap de Creus. Años antes había llegado Josep Maria de Sagarra, que ambientó allí  la obra de teatro El cafè de la Marina y la novela All i salobre, que Foix prologó el año 1966. No muy lejos de allí, en la Selva de Mar, veraneó otro versador, Tomàs Garcés.

Foix llegó al Port de la Selva atraído precisamente por lo que explicaban Sagarra o Alexandre Plana, que habían alabado las virtudes, después de descubrir la Costa Brava de la mano de Josep Pla. El mismo Foix escribía: "La primera vez que fui fue el 1924. [...] en 1925 pasé ocho o diez días. Era un pueblo de pescadores solitario, sin ningún turista. Sólo Alexandre Plana se había alquilado un piso, tenía una barca y salía con los pescadores. Yo decidí por primera vez visitar el Port de la Selva a causa de un artículo de Josep Pla en La Publicitat. Hacía un elogio como pueblo lejano, de una cierta tristeza ambiental, sobre todo a las noches, cuando solo había tres o cuatro luces de gas".

Tertulias de poetas y marineros

De aquella primera estancia, que hizo acompañado de Josep Maria Planella, fecha una anécdota que ha inmortalizado aquel veraneo literato. Pasando por delante de unos pescadores sentados delante del Café de la Marina, Foix oyó que hablaban de los "culos blancos" referidos al poeta y de otros intelectuales veraneantes, uniformados bien blancos y aseados, en contraposición a los pantalones de color azul más sufrido que solían vestir a la gente de mar. Aquel mismo día, el escritor y periodista cambió de pantalones y pudo integrarse en la tertulia de los pescadores. El Café de la Marina, el de Los Bienvenidos –destruido por una bomba durante la Guerra Civil– o el Casino la Flor de Mayo eran lugares de reunión y recreo entre poetas y marineros, que inspiraban en los primeros algunas de sus obras.

JV Foix delante de su casa, en Puerto de la Selva/Fundación JV Foix

Desde aquella primera visita hasta su muerte el año 1987, Foix pasó prácticamente todos los veranos, de junio hasta a principios de septiembre. Primero en el hotel Comercio y, posteriormente, en una casa que compró a la calle Unión, y que rehabilitó y decoró a su gusto. Troncos y raíces que habían llegado a la playa o piedras que le habían llamado la atención compartían espacio con primeras ediciones de Riba o Carner, y obras de los miembros de Dado en el Set, como Tapias, Cuixart o Ponç. Allí escribió buena parte de su obra, especialmente sus poemas navideños, iniciados el año 1948. De entre ellos, el fechado el año 1953 en el Port de la Selva, es quizás el más conocido, con referencias a la población y a la unidad de los Países Catalanes... "Ho sap tothom i és profecia".

En barca buscando la Estrella de Perris

Cuando estaba en el Port de la Selva, Foix, además de escribir, era aficionado tanto a pasear por los caminos como a salir a navegar. De hecho, barcas el poeta tuvo dos: El Gorguell y El Freo de la Medella. Solía salir al mar cada día con su marinero, Joaquim Cervera –Quimet–, a quien Sagarra dedicaría la Balada del clavel morenet, dentro de sus Cançons de rem i de vela. Foix y Quimet, acompañados otros amigos, salían al mar entre las 10 y las 11 y volvían hacia las 3 de la tarde después de haber recorrido las calas del Cap de Creus

Precisamente, uno de los títulos más conocidos del de Sarrià, La Estrella d'En Perris es debido a Quimet Cervera, que explicó en Foix todos los secretos, leyendas e historias del Cap de Creus. En encima la Cala Cativa había una viña de un tal Perris, por donde cuando se hacía oscuro se veía salir el primer astro de la tarde, Venus, a la cual los marineros de la región llamaban, justamente, la Estrella de Perris.

La huell foixenca todavía está bien presente en el Port de la Selva, treinta y cuatro años después de su muerte. Ya en vida se le dedicó una avenida junto al mar, donde hay un monolito dedicado al escritor. Además, también se hacen visitas temáticas dedicadas al poeta y la villa marinera. Eso sí, si vais, acordaos de llevar los pantalones adecuados.