A principios de julio, con el Festival Grec ya en marcha, el director, Cesc Casadesús, confesó al pòdcast Gent de merda que él entendía la programación de este festival como una lasaña. Un festival de capas y sobreposiciones, donde el diálogo que se establece entre las diversas propuestas de danza, teatro, música y circo, es tan significativo como las mismas propuestas. En una celebración del talento tanto nacional como internacional, uno de los contrapuntos más interesantes que se podían dar era la cita de que compartían Kae Tempest y CLARAGUILAR, doble cartel que se ha producido este viernes en la sala Paralelo 62, la antigua Sala Barts, el antiguo Studio 54...

La directora de orquesta

A pesar de tratarse de una sesión doble, la noche ha sido uno gran "no hay dos sin tres". Desde la apertura de puertas hasta al inicio de la primera actuación, el público ha podido disfrutar de un cautivador y exquisito Dj st, lleno de texturas únicas, de la mano de Ikram Bouloum. Y llegadas las nueve de la noche, con la pista llena hasta los topes, CLARAGUILAR, vestida con su ya icónico vestido rojo de cóctel —el que ella misma se refiere como de cantante de ópera- hasta los pies, se ha hecho suyo el escenario. Enmarcada entre sintetizadores y controladores, la acompañaba un dispositivo de luces que parecía bailar de manera orgánica al ritmo de su música.

Durante cuarenta y cinco minutos ha hecho vibrar toda sala. Melodías esperanzadoras que se contraponían a beats prácticamente interestelares. Sus manos contenían orquestas que latían al ritmo de lo que la catalana dictaba

Durante cuarenta y cinco minutos ha hecho vibrar toda sala. Melodías esperanzadoras que se contraponían a beats prácticamente interestelares. Sus manos contenían orquestas que latían al ritmo de lo que la catalana dictaba. La creadora de bandas sonoras como las de Creautre o Selftape, nos ha sumergido en un viaje cinematográfico que invitaba a ir más allá de las paredes que nos contenían. Y aunque el público, como acostumbra a pasar, ha empezado el espectáculo sin refrenar las ganas de hablar, poco a poco han ido quedando boquiabierto, ovacionando el final de cada tema. Antes de bajar del escenario, y después de agradecer el trabajo de todo su equipo, ha hecho de manera excepcional una versión del Anthem For a Seventeen Year Old Girl, canción que casualmente forma parte de dos bandas sonoras, Scott Pilgrim vs. The World y I Saw The Tv Glow.

CLARAGUILAR y su vestido de cantante de ópera en la sala Paral·lel 62 / Foto: Carlos Baglietto

Un acto brillante de múltiples lecturas

Si alguna vez habéis visto un directo de Kae Tempest, podéis imaginar los nervios electrizantes que se palpaban entre el público. Cada vez que Tempest, una de las figuras más consolidadas y respetadas del spoken word actualmente, sube al escenario, garantiza un viaje hacia nuestro propio interior que cuesta creer que sea real. Profundo, desgarrador, tierno, alterante y embriagador, exponerse a uno de sus recitales es abrirse a confrontar la experiencia humana desde la más pura sinceridad. Por eso, cuando ha aparecido, ya pasada las diez y cuarto de la noche, el público la ha recibido con euforia. Un recibimiento que elle ha correspondido con todo tipo agradecimientos a los asistentes.

Profundo, desgarrador, tierno, alterante y embriagador, exponerse a uno de sus recitales es abrirse a confrontar la experiencia humana desde la más pura sinceridad

Si CLARAGUILAR había puesto el peso en la música y un espectáculo lumínico, Tempest lo ha apostado todo a la palabra. Un espectáculo desnudo, sin música, ni atrezzo, ni puesta en escena más que elle mismx y un micro. La propuesta era nueva, estrenaba un largo poema creado a partir de poemas, textos y canciones de sus veinte años de carrera. Una hora en la cual no ha detenido nunca su ráfaga de sinceridad "no Puedes construir sobre una verdad a medias", así que había que ir con todo.

Tempest lo ha apostado todo a la palabra. Un espectáculo desnudo, sin música, ni atrezzo, ni puesta en escena más que elle mateixe y un micro

La performance ha traspasado los límites del escenario, y, poco a poco, palabra a palabra, se ha convertido en una especie de misa que todo el mundo seguía con una ferviente atención. Los silencios del público se iban rompiendo puntualmente con gritos de euforia, de adhesión, de elevación. Entre los asistentes podías distinguir a los seguidores más fieles y los curiosos que descubrían por primera vez a Tempest: mientras que los primeros recitaban fragmentos al identificar aquella canción o aquella otra; los segundos reían unas ocurrencias que decodificaban por primera vez. Un acto brillante de múltiples lecturas. Si Europe Is Lost con música suena a un himno de revolución, en este crudo spoken se convertía en la lección más fácil de aprender.

La capacidad de transmitir de Kae Tempest ha sido abrumadora. Un pacto silencioso entre público y artista donde la vulnerabilidad era la fuerza más dura encima del escenario

La capacidad de transmitir de Kae Tempest ha sido abrumadora. Un pacto silencioso entre público y artista donde la vulnerabilidad era la fuerza más dura encima del escenario. Temas como Love Harder, una de sus últimas canciones con una instrumental más ligera, al desnudarse se convertía en un último empuje para seguir amando en un mundo que nos ahoga en hostilidad. No Prizes y Geronimo Blues se convertían en motores para seguir adelante. Pero los detalles importantes, como la ternura de People Faces o Nice Idea, se mantenían imperturbables con música o sin.

Como persona no binaria, Kae Tempest ha expuesto su realidad disidente sin miedo, porque explicarlo es su única manera de seguir viviendo

Como persona no binaria, Kae Tempest ha expuesto su realidad disidente sin miedo, porque explicarlo es su única manera de seguir viviendo. Abrir camino para aquellos que vendrán e iluminar las oscuridades que la intentan hundir. "Estos son los días, estos son los días que he sentido crecer dentro de mí". La actuación de Tempest, que ha durado una hora, pero se ha vivido con la ligereza de un instante, ha sido un llamamiento a despertar, al amor, a la esperanza y a visibilizar las vidas de aquellos que parece que ya no tienen. Cuando ha acabado no quedaban palabras para ser dichas. Kae Tempest había dicho todo el que valía la pena ser escuchado y, delante de eso, la Paral·lel 62 no ha podido hacer otra cosa que romper en una ovación ensordecedora.