Los personajes quedan y las personas pasan. Porque si los protagonistas de La banda del patio (1997-2001), la mítica serie de Disney, siguieran sus andanzas adolescentes a día de hoy sería, cuanto menos, raro, raro: Sr. Burns vestido de Jimbo. ¿En la treintena, haciendo diabluras en el patio de una escuela? Creepy. Lo mismo pasa con la autodenominada escena musical catalana La Banda del Pati, los Maria Hein y The Tyets, que, pese a su extrema juventud, están ya por dar el testigo. Cuestión de vida. Las modas pasan, y en la era del storie, rapidísimo.
🟠36 conciertos en Barcelona que debes marcarte en el calendario este 2025
🟠Los 24 mejores discos del 2024
Siempre hemos tenido guitarras
La música urbana en Catalunya ha muerto. O la cosa empieza al menos a anquilosarse, Jean Blau, lo último de Julieta, y sus aires rosalianos no es ni medio novedad. No hay Lokura aquí. Pasa siempre: los beats empiezan a repetirse y, la prueba del algodón, los hay que se suben –tarde– al carro: Maria Jaume, spin-off. Pero la música no queda viuda, son unas cuantas las bandas de guitarras que han venido a llenar el hueco. De la producción al garaje. El yin y el yang: de la esencia puramente comercial al underground. Ahora se llevan los conjuntos, igual que, cosas, toca quitarse el mullet. No es casualidad el frenesí dylaniano por La Ludwig Band. Tranquil·la mama, no son los únicos: Minibus Intergalàctic, Roko Banana o Remei de Ca la Fresca. El next big thing ya está aquí.
La música no queda viuda, son unas cuantas las bandas de guitarras que han venido a llenar el hueco. De la producción al garaje. El yin y el yang: de la esencia puramente comercial al underground
Y tiene sentido que la explosión del año sea la propuesta por bandas como Dan Peralbo i el Comboi que se ha sacado de las tripas un disco crudo, garagero y también de melodías, del gusto de Cala Vento, que les acogen en su sello, Montgrí. Los de Torelló cuentan en sus filas con un incombustible, Albert Ret, ex Mine! y Falciots Ninja. Un superviviente, que también está en otro de los convos del año, Alavedra. Más alocados, buen puente hacia la parte más hedonista de La banda del pati. ¿Lo mejor? La escena vuelve a diseminarse. Deja la ciudad y pasa de nuevo a otros centros. Como pasara con los míticos Off del Mercat de Música Viva de Vic, donde grupos como Furguson reivindicaban que Barcelona no era el ombligo del mundo. Salidos de Gurb, empezaron como quinteto con un disco autoeditado para luego alejarse del sinte y publicar The Leap Year (2013), ¡post-punk, baile! O el Adoberies Fest, también en Vic, con miembros de Power Burkas, otra de las bandas de guitarras que hace años que circulan por nuestro underground más imaginativo, en la organización.
Pudiera decirse que el resurgir de las guitarras en Catalunya es pura osmosis. En Madrid están en lo alto los últimos años desde el surgimiento de Hinds, The Parrots o Carolina Durante. Además de Cariño, Shego o –por citar algunos ejemplos– Biela. Pero realmente las nuevas bandas catalanas de guitarras no hacen más que recoger el testigo de la tradición underground de sellos como BCore y la estirpe hardcore noventa, y de más antiguo, la Ona Laietana, el rock català… De la generación mismamente anterior; Surfing Sirles o las persistentes Rombo. Sin olvidarnos del punk folk de Fetus o, cada uno modulando el amplificador a su gusto, los que siempre estuvieron ahí, Xarim Aresté, Mujeres o Sidonie.
¿La banda del pati, el pop sistémico, ha muerto, lo han matado los guitarrazos? ¿Hasta cuándo? La tortilla gira en un abrir y cerrar de ojos. Tujuru, Ju
El concepto banda y hacer lo que le sale a uno de los mismísimos parece haber vuelto. Una idea muy alejada de la figura de artista pop solitario, diva o divo, que surfea las modas (vaporwave o hyperpop) y que ha dominado los últimos años la radio, la contratación y los principales agentes. ¿La banda del pati, el pop sistémico, ha muerto, lo han matado los guitarrazos? ¿Hasta cuándo? La tortilla gira en un abrir y cerrar de ojos. Tujuru, Ju.