Un día Tania Lozano y Víctor F. Clares le preguntaron a una mujer rusa si la ensaladilla rusa en Rusia llevaba los mismos ingredientes que la que hacemos aquí. No recuerdan la respuesta, pero de un juego de palabras absurdo nació oficialmente Ladilla Rusa hace cinco años, un cachondeo que se les hay ido completamente de las manos acumulando millones de escuchas en Spotify: su tema más popular, Kitt y los coches del pasado, suma seis y medio y más de 10 millones de visualizaciones en Youtube. Reyes absolutos de la verbena, llenan salas de conciertos, festivales y fiestas populares con una electrorumba que bebe del pop|pulpo y de la música de las periferias, un estilo que ellos abanderan con el orgullo charnego del extrarradio. No se callan ni una, pero su mala leche verbal cae tan bien que han conseguido vivir exclusivamente de la música sin ser músicos profesionales y reivindicar un estilo que hasta hace poco se consideraba sólo apto para cassettes de gasolinera. Pero estos dos periodistas reconvertidos en dioses del petardeo acaban de sacar su segundo disco, Costumbrismo mágico, y ya tienen el calendario lleno de actuaciones hasta noviembre.
¿Ladilla Rusa ha evolucionado?
Víctor F. Clares: El denominador común siempre es el humor, pero también hemos querido tocar otros géneros. Todo lo que hacemos es un experimento porque no somos músicos, y nos gusta la idea de hacer cosas muy locas. Este disco tiene una pizca más de nuestro espíritu punky, porque nosotros somos más punkys que petardos.
Tania Lozano: También nos ha dado más tiempo para pensar en lo que estamos haciendo. Y se nota mucho que hay una diferencia musical, cada vez suena todo mejor y le damos más importancia a la música, pero siempre con historias locas y mucho humor.
¿Cansa fingir que siempre estás de buen humor?
T: Sí. El otro día le decía a Víctor, que es fuerte todo lo que nos espera a partir de ahora. Somos un grupo muy festivo y eso te exige estar arriba todo el rato, y si tienes un día malo, pues te tienes que aguantar y salir al escenario para levantar a la gente.
V: Pero la gracia es que, una vez sales, se te olvida todo. Es un chute de energía.
¿Cómo es vuestro proceso creativo?
T: Cada canción es un mundo. Hay muchas canciones que son historias inventadas. Víctor es quien suele tener las ideas más locas siempre.
V: Yo creo que cada canción parte de un lugar diferente; hay canciones que han nacido de una tontería que dijo un amigo un día, otra canción que nace con la voluntad de priorizar el mensaje. Por ejemplo, la canción de La Puta (M)ama va de una señora madre de familia que lo deja todo, se empodera y se va a recorrer el mundo, y dice ya no friego el piso, ya no hago más la cama, y es que desde ahora yo seré la puta ama.
T: Esto está inspirado en muchas madres que no han vivido la vida. Nuestras madres han estado atadas a ciertas cosas, y queríamos liberarlas para que salgan un día y se emborrachen y la líen parda.
Intentamos hacer bromas y denunciar a la peña que se lo merece
Y tampoco os cortáis un pelo para hablar de lo que sea. Un ejemplo: uan Carlitos se cruzó a un elefantito, lo mató en una ladera y después se jodió la cadera. Por decir cosas como estas hay artistas perseguidos o encarcelados. ¿No os da miedo sobrepasar unos límites?
V: Nosotros somos periodistas antes que músicos, y cuando hemos escrito las letras hemos ido con un poco de cuidado para no decir determinadas cosas, vas con un poco de miedo porque la libertad de expresión últimamente se puede poner bastante en duda. No hemos dicho cosas que no hayan pasado. Han pasado y no se puede denunciar al mensajero. Pero nos autocensuramos un poco, sobre todo en cómo decimos las cosas.
¿Tenéis algunas líneas rojas o algunos temas de los que no queréis hablar?
T: Es que vamos componiendo a medida que se nos ocurren las ideas, en principio no nos hemos puesto ningún límite a la hora de hablar de nada.
V: Pero sí que hemos aprendido que hay líneas rojas en cuanto a colectivos estigmatizados, que si continúan estando estigmatizados y haces humor a su costa, deja de ser una broma para acabar siendo un discurso de odio. Eso es lo que intentamos diferenciar, porque hay peña que justamente juega con eso para seguir humillando a algunas personas. Y siempre son las mismas, desde el colectivo LGTBI a las mujeres. Intentamos hacer bromas y denunciar a la peña que se lo merece.
Empezasteis en 2017, cuando el caldo de cultivo en Catalunya era el procés y el referéndum, y vosotros cantáis en castellano. ¿Habéis tenido algún problema por eso?
V: No. Y siempre defendemos que la lengua tiene que ser una herramienta y no un arma, y tú puedes cantar en el idioma que cantes y defender los mismos derechos. Nosotros hemos estado siempre al lado de defender eso. Ahora hemos sacado una canción en catalán —con Albert Pla— y sí que ha habido comentarios de alguna peña del resto de España que nos ha dicho que qué hacemos.
T: Pero eso lo dirán siempre, y la verdad es que tampoco han sido demasiados, que ayer estuve mirando los comentarios de Youtube. A veces los propios fans se contestan entre ellos. Ayer uno decía "soy de Sevilla y no me he enterado de nada", y otro le contestaba "pues yo soy de Huelva y lo he entendido más o menos". Escuchamos canciones en inglés y en otros idiomas de toda la vida, y ahora porque hagas una canción en catalán...
¿Y por qué ahora?
T: Surgió la idea y surgió en catalán. Y también nos apetecía hacer un tema en catalán, porque nosotros somos de aquí, también es nuestra lengua.
Hay quien ve el bilingüismo como un problema.
V: Yo sinceramente creo que la gente lo hace desde un punto de vista más político que lingüístico. Es imposible que haya nunca ningún problema con que haya dos lenguas que conviven. Nosotros somos charnegos de familia andaluza, y todo este discurso de Ciudadanos y los que han empezado a decir que el castellano está perseguido es para reír. Sobre todo en nuestro caso, que somos de la periferia de Barcelona y cuesta mucho escuchar hablar en catalán. Es absurdo.
Este discurso de Ciudadanos y los que han empezado a decir que el castellano está perseguido es para reír; sobre todo en nuestro caso, que somos de la periferia de Barcelona, y cuesta mucho escuchar hablar en catalán
Y también hay una parte de Catalunya que reniega de la cultura charnega.
V: Quizás no se acaba de ver que hay una realidad más diversa y que sigue siendo catalana también. No sólo por el tema del castellano, también tenemos a gente marroquí, gente que habla otros idiomas, y que forma parte de nuestra cultura.
¿Cultura de primera y cultura de segunda?
V: Pasa mucho con el tipo de música que hacemos. Cuando es música humorística o festiva no se acaba de apreciar, y la música humorística es importante y se tiene que dignificar, y nace de las mismas maneras.
T: Es que es cultura igual. Pasa igual en otras ramas artísticas, en el cine siempre está más valorado un drama que una comedia. A nosotros hace unos años nos dieron el premio a la mejor canción del año por KITT y los coches del pasado y fue como ostras, qué bien que se valore la música humorística.
Y vuestro estilo también ha sido ridiculizado durante mucho tiempo.
T: Totalmente, hace poco daba vergüenza decir que te gustaba Camela y ahora se reivindica. Nosotros siempre hemos escuchado este tipo de música, yo sobre todo, y para nosotros no es nada ridículo.
V: Y no es irónico. Recuperar este sonido es reivindicar una música que hemos escuchado y que ha sido importando durante una época. Y también pasa con la relación payos-gitanos, que los gitanos han aportado mucho a la música cultural de este país y de repente el reconocimiento se lo han llevado músicos más jóvenes y payos que han reproducido lo que ya se había hecho. Ahora tenemos muchos referentes, de los Derby Motoreta's a C. Tangana, pero antes había otros y parece que no los conocemos, desde Las Grecas a Sabicas, un guitarrista que empezó a mezclar el flamenco con el rock'n'roll y la psicodelia.
¿Y por qué creéis que ahora sí que se reivindica este tipo de música?
V: Hemos abierto mucho la mente y la sociedad ha empezado a romper prejuicios.
T: Y que la música es variedad. A mí que C. Tangana esté haciendo este tipo de música, y que se enfoque a otros públicos haciendo colaboraciones con gente que no te esperarías, a mí me parece de puta madre para que la gente joven tenga la oportunidad de conocer otros géneros y otros referentes musicales.
¿Está precarizada la música?
V: Obviamente, nosotros somos unos privilegiados, estamos viviendo de la música. Pero tenemos muchos compañeros músicos que lo tienen que compaginar con otros trabajos, que van a cantar casi a cambio de nada. Es muy jodido.
T: Desde el primer momento empezamos cobrando y ha llegado un punto que hemos tenido que dejar nuestros trabajos de periodistas, pero no es habitual.
V: Y se nota mucho en cómo se trata a unos y a otros. Se premia mucho a la gente conocida y favorita de los medios y la industria, y parece que se ponga trabas a la gente que lo tiene más difícil. El signo más claro son los carteles de los festivales que, aparte que todos son iguales, está la falta de respecto de poner los nombres de los artistas en un tamaño diferente. ¿De verdad hay que hacer estas distinciones? Y no es por vanidad o ego, se trata de condiciones laborales, que hay gente que va a los festivales cobrando 200 euros y peña que cobra 50.000.
Es una falta de respeto que, en los carteles de los festivales, los nombres de los artistas estén en un tamaño diferente; y no es por vanidad o ego, se trata de condiciones laborales
Tiene que ser difícil ponerse un precio a uno mismo.
V: (ríe) Nosotros lo hemos ido midiendo a través del público. Siempre han venido mucho a vernos desde el principio.
T: Y ahora también estamos ofreciendo un show; llevamos banda, DJ, visual, es una cosa más elaborada que al principio, que sólo salíamos con bases, y por eso ahora también pedimos más dinero. Cuando empezamos era todo más humilde, tampoco sabíamos exactamente como enfrentarnos a un directo, nosotros no éramos cantantes. Lo hemos ido aprendiendo todo por el camino.
El periodismo también está muy precarizado.
T: Nosotros lo dejamos cuando empezamos a tener tantos conciertos que era imposible compaginarlo. Y no sólo son los conciertos, detrás de un grupo de música hay mucho trabajo, tenemos que tomar muchas decisiones. Y ahora mismo estamos viviendo de esto, pero de aquí unos años no sabemos qué pasará. Nosotros somos periodistas y ya veremos por dónde nos lleva la vida.
V: A mí me da un poco de miedo, porque el periodismo es muy endogámico, me costó hacerme un sitio y tener ofertas de trabajo, y de repente dejarlo todo... Si vas pensando en lo que te podrá pasar, no haríamos nada. Esto de la música ha sido una gamberrada, pero tampoco me veo con 50 años defendiendo a este grupo. Aunque nunca se sabe.
T: Tu vida es inestable y no sabes qué pasará. Yo no tengo miedo, no me lo planteo: ahora estoy viviendo esto y si en algún momento se acaba, ya me plantearé qué quiero hacer.
Última pregunta. ¿Si tuvierais que hacer un Tiny Desk al estilo C. Tangana, a qué artistas invitaríais?
T: ¿Vivos o muertos?
V: ¿Pero se nos puede ir la castaña?
T: A Lola Flores hay que meterla.
V: Nos gusta Iggy Pop, nos cae muy bien.
T: Iggy se arrancaría a tocar palmas.
V: Obviamente toda la gente con quien hemos colaborado, desde Joan Colomo, Los Ganglios...
T: Ojete Calor, que son nuestras hermanas. Y pondría a alguna travesti, La Prohibida.
V: Esto es Ladilla rusa, que un día estamos cantando en una fiesta con drag queens, al otro día estamos en un festival super mainstream, al otro en un sitio super punk... La verdad es que encajamos en todas partes con este grupo.