En 2017 Laia Costa estaba nominada a los BAFTA, los premios de la academia británica de cine a la categoría de mejor actriz emergente, uno de los eventos más importantes del mundo del séptimo arte. Debía ser una noche especial. Lo fue, aunque horas antes vivió un momento de tensión. "Yo escogí un vestido de una diseñadora francesa que se ve que no era lo bastante conocida. Había un vestido de una marca de lujo que, en teoría, funcionaba mejor para este tipo de acontecimientos, porque las alfombras rojas tienen sus propios códigos. Hay un lenguaje. Un traje denota un posicionamiento". Aquella noche no se llevó ninguna estatuilla a casa. Los premios, sin embargo, acabarían llegando. De hecho, solo un año antes, el 2016, ya ganó un Gaudí por su interpretación en Victòria. Este 2022 se ha consagrado con el Goya a la mejor actriz por su papel a Cinco lobitos, conmovedora ópera prima de la realizadora vasca Alauda Ruiz de Azúa. "El vestido que querían que llevara, a mí no me gustaba porque era muy largo y me obligaba a llevar unos tacones muy altos con los que no podía caminar. Lo que yo quería era un traje chaqueta con que me sentía mucho más cómoda", nos explica a su paso por el BCN Film Fest, certamen en que está presente como protagonista de Els encatats, la nueva película de la directora catalana Elena Trapé. Un nuevo ejercicio de intensidad y emotividad interpretativa que llegará a los cines este mes de junio para certificarla como una de las actrices más brillantes en nuestro país actualmente. "El día de los premios, estaba en el hotel, con un ejército de maquilladores y peluqueros, y todavía no sabía qué vestido ponerme. Entonces, lo recordaré siempre, una persona de mi equipo me dijo: puedes jugar el juego o puedes ser tú misma".

¿Qué vestido llevaste?
El que me gustaba a mí.

Cinco lobitos, Els encantats... Los tuyos son personajes muy intensos.
Acostumbro a recuperarme rápidamente de los personajes y de los proyectos. No sufro eso que muchos actores dicen del cebo de las películas, pero sí que de todos los proyectos aprendo alguna cosa. Una película no es una carga o una experiencia de la que me tenga que escapar, aunque cuando acabo un rodaje necesito tomarme un descanso y estar un tiempo sin trabajar.

Una película es una cosa continuada en el tiempo. Cuando acabas un proyecto hay una sensación inmediata, y después hay un conocimiento de lo que has aprendido y lo que has vivido

¿Esen este tiempo en que te alejas de los rodajes, que asimilas y aprecias lo que has hecho?
Una película es una cosa continuada en el tiempo. Cuando acabas un proyecto hay una sensación inmediata, y después hay un conocimiento de lo que has aprendido y lo que has vivido. Lo vas digiriendo a largo plazo, poco a poco. Una sensación que se puede alargar incluso dos o tres años. Pero eso no solo me pasa con el cine. Creo que todas las personas, cuando nos pasa una cosa relevante, la sensación en los días inmediatos es una, pero esta, y todo lo que aprendes con la vivencia, va variando con el tiempo.

¿Qué has aprendido como persona, siendo actriz?
Supongo que depende de cada uno. Imagino que hay gente que pasa más de puntillas por los personajes. Yo hace solo diez años que soy actriz, antes era ejecutiva de cuentas de una agencia de publicidad. Al principio era muy consciente de que esta profesión me obligaba a ser más empática. En el mundo empresarial, de la publicidad, se te pide ser resolutiva, productiva y eficiente. Y eso no te sirve para ser actriz.

Laia Costa, una de las actrices más brillantes en nuestro país actualmente / Foto: Carlos Baglietto

¿No hay nada de este pasado en el mundo de la publicidad que te haya servido en tu faceta como actriz?
Parece contradictorio con lo que he dicho, pero en el mundo de la publicidad tienes unos horarios muy extremos con mucha tensión. Eso me ayudó en mis inicios como actriz. No me ponía nerviosa si tenía que rodar una escena y solo disponíamos de 30 minutos. Ya había vivido la exigencia de hacer una cosa muy bien en muy poco tiempo.

Los malditos deadlines.
Los deadlines también existen en los sets de rodaje. Contrariamente, ser actriz me exigía a ser empática con unos personajes que no entendía y que juzgaba. Recuerdo una conversación con la actriz Ana Turpin en el rodaje de mi primer película. Me dijo que a los personajes no se les tiene que juzgar, se los tiene que entender. Hay personajes tan alejados de mí que si no los entiendo de verdad, no les puedo dar vida. Eso la vida real no nos obliga a hacerlo, pero yo, como opción personal, lo he intentado aplicar también a mi día a día. Aunque recientemente he entendido que el concepto empatía es un poco tramposo.

¿Por qué?
Es muy fácil empatizar con un personaje que nos hace de espejo. Pero la empatía con un personaje al que tienes que dar vida, pero que no tiene nada que ver con tu vida, es mucho más compleja.

¿Cuál ha sido el personaje con el que te ha costado más empatizar?
El más difícil ha sido el personaje de Natalia de Un amor, la película que acabo de rodar con Isabel Coixet. Si no has leído la novela, hazlo, es maravillosa. Es el más alejado de mí que he hecho nunca.

No sé si es casual o no, pero tus mejores personajes han sido en películas dirigidas por mujeres. Amaia de Cinco lobitos, dirigida por Alauda Ruiz de Azúa; Irene de Els encantats, dirigida por Elena Trapé y ahora esta Natalia de Un amor, dirigida por Isabel Coixet.
Me he dado cuenta de esto hace poco, no ha sido planificado. Hace cuatro años que solo trabajo con directoras. Con Isabel Coixet trabajé justo antes de la pandemia, en el 2019, en la serie Foddie Love, y desde entonces solo he trabajado con mujeres. En el rodaje de Els encantats, y también ahora con Un amor, diría que el 80% del equipo eran mujeres. Haciendo la promoción de Cinco lobitos pude hablar con otras actrices que me decían que es muy duro cuando en un rodaje hay gritos, malas palabras, prisas, tensión... Las escuchaba y me decía: "A mí no me ha pasado eso. No me lo he encontrado", y no sé si tiene alguna cosa que ver con el hecho de que el equipo sea sobre todo femenino.

Hay unos límites que sabes que, pase lo que pase, no cruzarás. Una película también es una negociación

Seguramente, sí.
De hecho, mi hermana trabaja en dirección de arte...

Noe Costa... Su equipo estaba nominado a los Goya por su trabajo en Los renglones torcidos de Dios.
¡Sí! Charlamos mucho, claro, y me explica toda la tensión, violencia y malas praxis que puede llegar a haber en un rodaje, especialmente para los equipos técnicos, porque  a las actrices y los actores, cuando entramos en un sete de rodaje nos cuidan entre algodones.

Sois las estrellas, por decirlo de una manera gráfica.
Y si quieres un café, te lo traen, sí. Pero mi hermana trabaja en un departamento de arte y me explica cosas que... Como cualquier empresa, porque no solo pasa en el cine, hay una relación muy jerárquica de modelo profesional. Yo no me lo he encontrado. He vivido proyectos muy colaborativos donde me he encontrado muy cómoda y he podido formar parte del proceso creativo. No he tenido problemas si alguna vez he dicho que una cosa no me parecía bien.

Laia Costa ha presentado al BCN Film Fest su nueva película, Els encantats / Foto: Carlos Baglietto

La relación actriz-directora, idealmente, tendría que ser de ida y vuelta, enriquecedora para las dos partes, porque una película no deja de ser un ejercicio de confianza entre toda la gente que participa.
Sí, pero también puede salir mal. Yo he trabajado con directoras con las que no me he entendido.

¿Y cuándo eso pasa, como lo gestionas?
Hay unos límites que sabes que, pase lo que pase, no cruzarás. Una película también es una negociación y si trabajas con una directora o un director con el que no te entiendes, que no da espacio para el diálogo, lo gestionas desde otro lugar. Cuando eso pasa, el proyecto se acaba resentido, pero los haces. Hay películas en las que entras porque son altamente creativas y te alimentan el alma, y otras que son estrictamente alimenticias. Pero si repasamos mi filmografía, casi todas son películas indie. Proyectos con que, casi desde el primer momento, hay una comunicación muy fluida con la directora. El aterrizaje en estas películas es mucho más personal. El casting es mutuo para ver si las dos nos entendemos y nos gustamos.

Tienes que tener muy claro por qué haces una película. Superada esta fase, trabajas con mucha más calma, tanto en el rodaje como posteriormente promocionándola y finalmente cerrándola

Tu trayectoria pasa por uno de sus momentos más dulces e imagino que te seguirán llegando proyectos indie pero también de más mainstream.
Y me parece magnífico que me lleguen propuestas de proyectos más masivos, pero las gestionaré como siempre. Tienes que tener muy claro por qué haces una película. Superada esta fase, trabajas con mucha más calma, tanto en el rodaje como posteriormente promocionándola y finalmente cerrándola.

¿Haber llegado a la interpretación, te ha ayudado a tener muy claro qué quieres hacer?
Es muy diferente empezar con 30 que con 20. Estás mucho más formada como persona. En la primera juventud todavía no sabes realmente quién eres ni qué quieres. Empezar ya mayor en la profesión no hace que tengas todas las respuestas, pero te permite ver las cosas desde otra perspectiva.

En los BAFTA del 2017 escogiste ser tú misma.
Pero eso solo te lo da la experiencia. Es muy difícil tomar decisiones sabiendo que lo que decides es realmente lo que tú quieres. De hecho, es un trabajo que todavía estoy aprendiendo a hacer. Para mí fue mucho más importante ir cómoda. Y el recuerdo que ahora tengo de aquella noche es maravilloso. Pero eso lo veo ahora. En aquel momento, en aquella habitación de hotel, quizás lo más fácil habría sido ceder. Pero tienes que elegir entre jugar o ser tú misma, no se puede ser las dos cosas.