Dice la leyenda que cuando el año 1965 el Ministerio de Turismo franquista incluyó Costa Dorada en el registro de denominaciones geoturísticas de España, los motivos para bautizar de esta forma el litoral que va de Cunit a Hospitalet de l'Infant fueron que, en este tramo de la costa catalana, la arena de las playas es fina y "dorada". Un aprovado justo en cuanto a originalidad, rozando el cinco pelado, no lo vamos a negar, sobre todo teniendo en cuenta que el 85% de las playas del litoral mediterráneo entre Barcelona y Cartagena son de arena "fina" y "dorada". Quizás por este motivo, la Costa Daurada siempre ha sido injustamente tratada como la hermana menos guapa, menos simpática y menos popular de la Costa Brava. Un agravio, sin embargo, que tiene su lado positivo, ya que ya se sabe: en la vida, la belleza está en el interior.

Ubicada entre Tamarit y Tarragona, esta cala secreta que no formará parte del top 4 de hoy -y de la cual, por lo tanto, no detallaremos el nombre- es posiblemente uno de los rincones más inaccesibles de la Costa Daurada, tan paradisiaco que tiene un sobrenombre hawaiano. Fin de las pistas. (Pinterest)

Una de las evidencias menos reconocidas de Catalunya es la de afirmar que en la Costa Daurada y el resto del litoral tarraconense -de Hospitalet de l'Infant hasta Alcanar- existen decenas de playas idílicas, tranquilas y preciosas en las que disfrutar del mar. Es por eso que en La Tumbona, después de haberos propuesto 3 playas de ensueño a media hora de Barcelona, hoy os queremos proponer 4 playas de la costa de Tarragona tan paradisiacas, que, haciendo un guiño al nombre de la costa, os aseguramos que no podrían comprarse ni con todo el oro del mundo.

Cala Arandes (Ametlla de Mar)

Una de las playas más bonitas del litoral tarraconense no solo se encuentra al lado de un cementerio, sino al lado de la cala Pixavaques. Si hay alguna cosa más bonita que las playas preciosas, son las playas curiosas, ya sea por su nombre o por su ubicación, y sin duda esta pequeñísima cala donde a duras penas hay espacio para 10 personas alcanza la excelencia en los dos aspectos. Aparcar en el parking de un lugar donde se entierran los muertos para ir a darse un chapuzón es extrañísimo, pero el aparcamiento más próximo a la playa es el del cementerio de La Ametlla, aunque también se puede aparcar al margen del camino. La playa, una de las decenas de calas increíbles entre La Ametlla y Calafat, es pedregosa y tranquila, rodeada de vegetación y con unas aguas cristalinas perfectas para la práctica del snorkel. O para hacer el muerto, de acuerdo, aunque en este caso no sea de muy buen gusto.

Más allá de tener uno de los puertos más conocidos en el país gracias a la cámara de El Temps de TV3, La Ametlla de Mar cuenta con algunas de las calas más espectaculares de la costa tarraconense. (ametllamar.cat)

Cala Penya Tallada (Salou)

Lo primero que uno piensa cuando oye el nombre de Salou no es en calas pequeñas, rodeadas de pinos y de gran belleza natural, sino en discotecas, playas repletas de gente echando la siesta sobre un flotador con forma de flamenco y turistas más quemados que una gamba. La realidad, sin embargo, es que Salou tiene rincones increíbles, como es el caso de esta playita situada en el cabo de Salou y al que se puede llegar en transporte público, si se quiere. Para ir en coche, hace falta tomar la carretera que va de Salou a La Pineda y desviarse hacia el cabo Salou, donde muy pronto encontraremos un aparcamiento. Desde allí, en menos de ocho minutos a pie se llega en una cala conocida como Penya Tallada en honor en la pared rocosa que se adentra hacia el mar.

A escasos metros de uno de los epicentros turísticos más importantes de la Costa Daurada, en el cabo Salou podemos bañarnos en playas de una belleza a menudo poco asociada a Salou. Cerca de la playa, el año 2015 apareció una cartel casero donde se leía "Aquí no hay peña trallada". (salou.cat)

Playa del castillo de Tamarit (Tarragona)

La antigua villa de Tamarit es una entidad de población perteneciente a Tarragona, pero esta playa está situada técnicamente a cuatro pasos de la última playa de Altafulla. ¿Queréis bañaros en una cala pequeña y de una belleza monumental junto a un castillo del siglo XII? La playa del castillo de Tamarit es vuestra playa, pues. El castillo, del cual se tiene constancia desde 1156, es patrimonio declarado Bien Cultural de Interés Nacional y se levanta a primera línea de mar, en una playa que a mediados del siglo XIII vio partir algunas de las naves hacia la conquista de Mallorca. Para llegar hace falta abandonar la N-340 a la salida "Tamarit" y conducir hasta antes de llegar al camping, donde encontrar aparcamiento no es fácil pero tampoco imposible. Una vez allí, hay que caminar unos 5 o 10 minutos en dirección al castillo y ya llegamos a la cala, emplazada entre la antigua villa cerrada de Tamarit y La Jovera, una roca en medio del mar que agudiza la sensación de intimidad en esta playa relativamente poco masificada.

Una cala romántica y llena de historia, indicada tanto para una cita amorosa como para un encuentro estival de wikipedistas. (Wikipedia)

Playa de los Eucaliptus (Amposta)

En el margen derecho del delta del Ebro existe una playa en la cual, depende de dónde mires, ves el mar o ves el desierto. La playa de los Eucaliptus es eso: una larguísima extensión de arena fina, con alguna duna, absolutamente virgen en la acción del ser humano y en la cual bañarse o pasearse tiene algo de cósmico. Podría ser el paisaje de alguna escena de Interstellar ubicada en un planeta a años luz de la Tierra, o también podría ser la estampa de una playa catalana a principios del siglo XX, pero la realidad es que la playa de los Eucaliptos es uno de los rincones de belleza más extrema en un delta que se extiende más abajo hasta la playa del Trabucador, tan estropeada tras el temporal Gloria del pasado otoño. Para llegar, tanto si se viene de Deltebre como de Amposta, hay que adentrarse en las magníficas carreteras del Delta y acercarse hasta la urbanización L'Eucaliptus, donde hay la possibilidad de aparcar y llegar al mar con una caminata de escasos tres minutos.

No, no es una imagen facilitada por una expedición de la NASA en Marte, es la playa de los Eucaliptus una noche cualquiera. (Wikipedia)