Explica el cineasta David Casademunt que cuando era pequeño, su padre, un cinéfilo irredento, se divertía atemorizándolo poniéndole grandes clásicos del cine de terror. El pequeño David experimentaba una sensación extremadamente extraña: le invadía el miedo, pero no podía apartar la mirada del televisor. Así descubrió incunables del séptimo arte, cintas que lo dejaban sin dormir durante semanas. "A él le encantaban y yo lo pasaba fatal, aunque también me encantaban. Con 8 años ya había visto un montón de veces La profecia, Poltergeist, El exorcista... Películas terriblemente geniales que me marcaron a fuego". Años después es él el responsable de provocar pesadillas en los millones de espectadores que ya han visto en Netflix su ópera prima, El páramo. El realizador barcelonés nos descubre las cinco películas de terror que han marcado su trayectoria como cineasta. Una lista de miedo.
Roman Polanski es un maestro generando inquietud sin mostrar "nada". En esta película y en Repulsión, la cámara está SIEMPRE en el lugar adecuado para incomodarte. La escena final es lo más aterrador que he visto nunca.
Con tan sólo dos películas, Ari Aster ha pasado a ser uno de mis directores preferidos. Si entras en el juego, esta y Midsommar son dos experiencias inmersivas que te hacen conectar con algo profundamente oscuro, con el mal en estado puro.
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La poética de la oscuridad, la belleza del suspense, el lirismo del silencio. Shyamalan, siempre atrevido, aquí hace una masterclass de puesta en escena. Y la BSO de James Newton Howard es una de las composiciones más bellas nunca escritas.
Para Bayona emoción y horror son caras de una misma moneda. He vivido pocas catarsis más intensas que la que experimenté los últimos 15 minutos de la ópera prima del genial director catalán: "La casita, la playa, los niños perdidos".
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Cuando un trauma emocional es tan doloroso que el cuerpo responde psicosomáticamente. David Cronenberg hace un retrato de una maternidad rota, tan explícita (y un poco asquerosa) como inmensamente emocionante.