Una gran virtud de Christopher Nolan es que todas sus películas parecen no querer descifrar algún elemento clave para comprender totalmente el film, casi como si el director británico ofreciera una vez tras otro un puzzle en el cual falta la pieza que él se ha quedado en el bolsillo. Seguramente este es el motivo por el cual Nolan es más un autor que un director, y también seguramente por eso el creador de Dunkirk es repudiado por medio mundo y venerado por la otra mitad, ya que después de ver sus películas el término medio no existe: o lo amas o lo odias. ¿Hay que saber de qué pie calza Chrispoher Nolan antes de ver Tenet, pues? No necesariamente, aunque ayuda. ¿Es posible disfrutar de Tenet, en cambio, sin saber cómo las gasta Nolan? Sin duda que sí.
Tratado de física cuántica para "dummies"
Desde que se estrenara el 26 de agosto, las salidas de los cines se llenan cada noche de personas ordinarias y humildes -como tú o como yo- hablando de conceptos de física cuántica o termodinámica que nunca antes ni se habían planeado. Un licenciado en Física a la salida de una proyección de Tenet, de hecho, es alguien casi más reclamado que un médico en un avión después de que algún pasajero haya sufrido un infarto, ya que la película desafía la convenciónque tenemos del tiempo, el espacio y la materia. No hay que asustarse, sin embargo, ya que el argumento es simple: un protagonista del cual no sabemos el nombre y que es interpretado por un irregular John David Washington recibe la misión de evitar la Tercera Guerra Mundial, pero para conseguirlo tendrá que enfrentarse al malvado malo de la película, un oligarca ruso a quien el británico Kenneth Branagh pone cara y que amenaza con la extinción absoluta del planeta gracias a su conocimiento de la reversibilidad temporal. El problema, por lo tanto, viene cuando este argumento lineal construido con una narrativa pasapantallas de videojuego y más propio de un film de James Bond empieza a rebuscarse hasta el punto que gira como un calcetín, obligándonos a reflexionar sobre la entropía de los objetos y la pertinente visión cronológica que tenemos sobre las cosas.
Comprender que el tiempo tanto puede avanzar como retroceder no es ninguna dificultad, sin embargo, ya que la película da masticado el concepto con varios ejemplos simples. La dificultad radica en componer las piezas argumentales del rompecabezas para comprender si aquello que estamos viendo, aquel punto del argumento y de la acción, forma parte del presente actual o del presente del pasado, o sea, de quien ha abandonado el futuro para recoser el presente. ¿Parece un trabalenguas, verdad? Pues este es el objetivo final de Nolan: convertir el cine en un juego en el cual nosotros, el espectador, nos vemos obligados durante casi dos horas a dudar, pensar y perdernos en el laberinto argumental cuántico que supone Tenet. La parte buena de todo es que estas dos horas de cautiverio son, también, dos horas de espectáculo sensorial de primera magnitud en el cual el ritmo trepidante, la banda sonora o una factura estética digna de la mejor dirección de fotografía nos cautivan la mirada sin paliativos. Tal como le confiesa Neil (Robert Pattison) al protagonista, "no trates de entenderlo, simplemente siéntelo".
Tratado de simbolismo para "nolanians"
Tenet, lisa y llanamente, podría resumirse como un cóctel con un poco de Memento, un poco de Origen y un poco de Interstellar. Que Cristopher Nolan está preciosamente obsesionado con el tiempo es una cosa que hace años que demuestra, pero esta vez ha doblado la apuesta y ha ido más allá que en las anteriores ocasiones, ya que por primera vez la película avanza mientras el argumento sufre una oposición simultánea. Por suerte, sin embargo, el londinense da a lo largo de la cinta diversas pistas para no perderse, con algunas tan evidentes que hacen más bien risa, como la escena bélica final donde el equipo que va hacia adelante lleva un pañuelo rojo en el brazo y el que va hacia atrás lleva uno azul. Los colores son otra de las claves del largometraje, pero si destinar 225 millones de euros para acabar rodando una partida de paintball digna de una despedida de soltero con barbacoa posterior no fuera poco, uno de los otros elementos que chirría es el poco cuidado por detalles tan evidentes como el hecho de que dos agentes secretos que tienen el objetivo de salvar la humanidad hablen de su misión en voz alta en medio de un tranvía de Tallin.
Más allá de estos patinazos que no manchan la obra, la clave para comprender por qué Nolan cae de pie después del triple salto mortal con tirabuzón que se marca la encontramos en el propio título de la película y, sobre todo, en su origen: tenet. La palabra es un palíndromo que puede leerse del derecho y del revés, y más allá que la peli se argumente sobre el significado etimológico del término griego 'palíndromo' -palin (hacia atrás) y dromos (córrer)-, es en el Cuadrado Sator donde se esconde toda la fuerza simbólica y cabalística de Tenet. Este cuadrado formado por cinco palabras y descubierto por primera vez en Pompeya el año 1925 se puede leer de izquierda a derecha y de arriba abajo, originando, por lo tanto, un multipalíndromo. Después de Pompeya, el Cuadrado Sator fue descubierto en más yacimientos de Europa, dando pie a todo tipo de teorías y conspiraciones sobre su origen y significado, al igual que pasa en Tenet, donde el malvado oligarca ruso, llamado precisamente Andrei Sator, afirma conocer la localización de los nueve elementos enterrados desde el futuro y que, en caso de juntarlos, provocan el apocalipsis.
No sólo Sator es un nombre que aparece, sino que la empresa del oligarca se llama Rotas, el nombre del falsificador que permite al protagonista acercarse a la mujer del malvado es Arepo y, por si fuera poco, la película se inicia con una espectacular escena en una ópera. Leído de arriba abajo y de izquierda a derecha, el Cuadrado Sator dibuja una cruz, por eso se lo ha atribuido a los Templarios o a los primeros cristianos, pero es que además si se reordenan las letras del Cuadrado se obtiene un doble Paternoster, con las letras "A" y "O" sobrantes, es decir, el alfa y omega que otorga a Dios el poder de ser el inicio y el fin de todo. ¿Es Tenet, pues, un tratado sobre la fe? ¿Persigue de nuevo la idea de redención de los pecados, como ya hacía el mítico comandante Cooper en Interstellar? ¿Se mueve guiado por la compasión cristiana y el amor de una madre por su hijo, el protagonista anónimo del film? Quizás todas estas preguntas tienen respuesta en la película, que como buen palíndromo hay que visionar dos veces, o quizás no, ya que seguramente Tenet trata de vivir una experiencia en la cual las interpretaciones, como las letras del Cuadrado Sator, son infinitas y muy válidas. Por eso Nolan es odiado y amado a partes iguales: porque es capaz de crear obras que pueden entenderse del derecho y del revés, una gran virtud.