Tardé sólo un viaje en AVE Barcelona-Madrid-Barcelona en convertir Divorci i aventura (La Segona Perifèria) en un libro pintorreado y subrayado con lápiz. Sentía cada página como un abrazo cálido de apoyo o como una tarde compartiendo secretos entre cervezas: esta novela de autoficción es como el audio que le envías a tu mejor amiga para contarle las situaciones más bizarras. Cuando empezó su proceso creativo, Leticia Asenjo lo hacía para plasmar sus encuentros cómicos con diferentes citas tras separarse del padre de sus dos hijos. Ya pasaba la treintena y no se había acostado con ningún otro hombre; más de 15 años acariciando el mismo cuerpo, el único, encorsetada en el mismo rol de madre y mujer trabajadora. Sin quererlo, ha acabado haciendo una guía que representa muy bien las masculinidades tóxicas y todas aquellas relaciones condenadas al fracaso, el tabú de la sexualidad femenina en la edad adulta y la presión social que tenemos las mujeres para tener que quedar siempre bien. Es un libro que habla de verdades universales: todo lo que pasa en él ya te ha pasado o te pasará en algún momento, seas hombre o mujer, lo reconozcas o no. Seguro.
Te has quedado a gusto con el libro.
(Ríe) Supongo que sí. Vas viviendo cosas que son surrealistas y las relaciones son muy complicadas. Escribir te sirve para renarrar situaciones y ayudarte a un poco más en el futuro a afrontar situaciones complicadas, que es un poco también lo que se hace en terapia, renarrar cosas y prepararte para las futuras.
¿Has notado una brecha entre lo que han percibido los hombres y las mujeres?
Sí. Cuando me han entrevistado hombres se van mucho más a lo que son las escenas de sexo, que tampoco es que haya tantas, ni que fuera esto Cincuenta sombras de Grey; pero inconscientemente se han centrado más en el hecho de que una mujer hable de sexualidad de manera abierta. Y cuando me habéis entrevistado mujeres, os habéis fijado mucho más en todo el resto de cosas, que para mí son mucho más importantes, como las dificultades de las relaciones y la importancia de gestionarlas para no ir mendigando amor romántico por las esquinas y conformarte con cualquier cosa.
¿Todos los hombres son iguales?
No, qué va. Todos vamos muy perdidos y todos hacemos lo que podemos. Hay hombres que son muy buenos padres y hombres que no lo son tanto. Hay algunos que tienen ganas de revisarse como hijos del heteropatriarcado. Hablar de hombres feministas me parece un oxímoron, pero sí que hay hombres que tienen ganas de repensar cosas y esforzarse por no caer en lo que todos caemos. Yo también he crecido en unos años que te configuran el cerebro de una manera machista. Me hace gracia cuando hay hombres que se ponen a la defensiva y te dicen que también hay mujeres machistas. Pues claro, evidentemente. Pero hay muchos hombres con ganas de ser autocríticos y humildes.
Leticia Asenjo: "Lo que te pone caliente en la cama no tiene por qué gustarte en la calle"
Sin embargo, tú haces un retrato muy similar de todos los hombres con los que has mantenido relaciones.
Porque la protagonista, que tiene muchas cosas mías, tiene una serie de dificultades que hacen que le sea mucho más fácil acercarse a un patrón concreto. Me interesaba retratar esto, todos tenemos que hacer autocrítica. Yo me separé y, con el tiempo, una de las cosas que aprendí es que si no hacía autocrítica de las cosas que no fueron bien, estaba condenada a repetir lo mismo.
Me he marcado en el libro varias veces en las que has dicho que sí cuando realmente querías decir que no. He contado más de cinco.
Las primeras que tenemos que hacer una reflexión somos nosotras. Nos tenemos que atrever. El ejercicio pasa por encontrar la fuerza y decir que no cuando no te apetece hacer algo o validar la posibilidad de cambiar de opinión, porque también tenemos derecho a hacerlo. Es el miedo a no quedar bien, a ser antipática. Está claro que el mundo es mucho mejor si todos somos amables y educados, pero todos tenemos que tener el derecho a ser unos hijos de puta, las mujeres también. Y a nosotras no nos han educado así. No tenemos por qué siempre resolutivas, estupendas, ni tomar tan buenas decisiones, nos podemos equivocar y ser malas personas.
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Pero nos atrae la figura del machote...
Hay muchas películas así. Y como mujeres, nos han sometido. Parece que tienes que tener una paciencia infinita, que tienes que aguantar carros y carretas, y eso te marca, porque se espera de nosotras que ayudemos siempre, que tengamos este rol de salvadoras. Y perfectamente te puedes encontrar aguantando cosas que son inaguantables y que, cuando lo ves con el tiempo, no te puedes ni creer. Creas un vínculo emocional y te acabas perdiendo. No olvidemos que somos hijos e hijas de esta idea, víctimas del patriarcado. Y de una imagen de hombre que no puede perder la potencia porque los hace menos viriles, menos machos, y todos esperamos eso porque es lo que se nos ha vendido que es un hombre.
Vaya, que nos pone calientes en la cama lo que después no soportamos en la calle.
Es que las fantasías sexuales son fantasías. Lo que te pone caliente en la cama no tiene por qué gustarte en la calle. Cuando yo hacía terapia nunca llevaba a la sesión nada de lo que estaba escribiendo, porque no tenía ganas de interpretarlo: era una creatividad y, si empiezas a hacer una sobreinterpretación, te cohíbe y te condiciona. Con las fantasías es lo mismo. Lo que pasa en la cama es una cosa y el día a día es otro contexto. Se tiene que encontrar el equilibrio y no sentirnos mal porque después en la cama te pongan ciertas cosas.
Tenemos muy poca educación sexual...
Es una mierda descubrir la propia sexualidad pasados los 30. Es una gran putada. Hay mucha dificultad en hablar sobre sexualidad con los adolescentes y con los hijos, da mucha vergüenza. Pero lo que mola de hacerse mayor, y eso no se explica en ningún sitio, es que cada vez tienes menos complejos y te vas conociendo más, y vas sabiendo más lo que te gusta. Y aprendes a pedir más y mejor al otro. Cuando eres adolescente estás lleno de vergüenzas. Cuanto más mayores nos hacemos, si profundizas en el autoconocimiento, mejor es la sexualidad.
Leticia Asenjo: "Es una mierda descubrir la sexualidad pasados los treinta"
¿Está muy estigmatizado el sexo en mujeres adultas?
Totalmente. Incluso nosotras creemos que cuando tenemos la menopausia se ha acabado el tema, y no quiere decir que no puedas tener una vida sexual activa y satisfactoria. Es una mierda pensar que la sexualidad es algo vinculado a cuerpos jóvenes.
Unos jóvenes que, aunque cada vez tienen más posibilidades, también caen en patrones tóxicos.
Mi hija mayor tiene 15 años y me explica cosas que me asustan. Siempre he pensado que ellos tendrían una situación muy diferente a cuando yo era adolescente, y claro que hay cosas que han avanzado, pero queda mucho trabajo y no quiero que ella tenga que vivir la sexualidad de esta manera. También te digo que es un poco naif pensar que algún día podremos descansar en la lucha por los derechos. Siempre habrá personas de mierda en el mundo.
También has tenido una relación complicada con el bilingüismo.
Es una de las cosas que trabajé mucho en terapia. Yo nací en Granada y soy hija de la inmersión lingüística. Empecé a vivir en catalán cuando fui al instituto, y cuando tenía que empezar a escribir me encontré con un cierto bloqueo porque no sabía en qué lengua escribir, con ninguna de las dos me acababa de sentir cómoda: escribía en castellano y sentía que no era exactamente yo, y escribía en catalán y me sentía desleal a mi lengua materna, mis orígenes y mi familia. No es fácil escoger tu propio camino. Tengo familia en Andalucía que ve extrañas mis opciones políticas o el hecho de que hable catalán con mis hijos. Mi lucha generacional en casa fue a través de la lengua y eso me bloqueó bastante. Pero me decanté, porque el catalán tiene un peso más importante en mi vida y este bilingüismo extremo era demasiado esquizofrénico.
¿Pesa mucho la losa del bilingüismo en Catalunya?
No sé cómo lo vive otra gente, pero evidentemente no es una situación fácil. Yo voy a Madrid por trabajo y cuando estoy allí no tengo que pensar en qué lengua me dirijo al camarero. Que todo el mundo tenga la misma lengua es mucho más fácil, por eso tenemos las dificultades que tenemos aquí. Se añade muchísima riqueza y diferentes maneras de ver el mundo, evidentemente, pero es una complejidad añadida. Pueden parecer cosas pequeñas, pero es un gasto de energía mental que tienes que hacer con mil decisiones diarias que pueden parecer absurdas, pero que tienen mucha implicación.
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Quizás vivimos en una sociedad que no acepta mucho los grises.
A mí el otro día me preguntaban si alguna vez me habían llamado charnega y cómo me sentía al respecto. No me lo habían dicho nunca. Pero hace poco me comentaron que una persona de familia catalana de generaciones pero castellanohablante había comentado que le sorprendía que una charnega como yo escribiera en catalán. Me dio rabia. Este tipo de conceptos dicen más de la persona que los ha creado que de las personas a las que van dirigidos. Es normal que haya esta bipolaridad cuando tienes que acomodar diferentes identidades, pero en mi caso, la manera en cómo se ha pacificado mi conflicto identitario es estando muy orgullosa de mis orígenes. Yo soy española y catalana de adopción.
Leticia Asenjo: "El bilingüismo extremo entre catalán y castellano era demasiado esquizofrénico"
A pesar de saber que esto te puede generar también muchas críticas.
Sí, pero me da igual. Todos tenemos que poder escoger nuestro camino y esta es mi opción. La demás gente que haga lo que quiera.
¿Te sientes más segura después del libro?
No lo sé. Te podría explicar una cita que podría ser perfectamente el primer capítulo de Divorci i aventura 2 (ríe). Me fui del encuentro porque pensé: "¿Me tengo que quedar aguantando?". Y me dio igual si quedaba bien o mal. Hace unos años no lo hubiera hecho.
¿Qué tal tu relación con Tinder?
Inexistente (ríe). Yo no me encuentro cómoda. Me daba la sensación de que a mucha gente le cuesta hacer el ejercicio simbólico de pensar que detrás de las palabras de un chat hay una persona, con una vida y con sentimientos, y que tú no puedes ser un maleducado o pensar que lo que dices no tendrá unas consecuencias. Y tampoco tengo una gran necesidad de ligar.
Hay gente que no lo hace por vergüenza.
No es ninguna vergüenza que te guste alguien. No es ninguna vergüenza tener ganas de follar. No es ninguna vergüenza tener ganas de intimar. Es lo que nos hace ser humanos. Y es absurdamente absurdo que todavía exista esta losa.