El 23 de julio de 1373 moría en Roma la noble, mística, teóloga y escritora sueca Brígida. Sólo cuatro años después se iniciaba el proceso de canonización y se publicaban sus Apariciones celestiales, fruto de las visiones divinas que tenía desde bien pequeña. A partir de su subida en los altares el año 1391 con su proclamación como santa por la Iglesia Católica, Santa Brígida ha sido considerada patrona de las viudas, de Suecia y, desde 1999, una de las santas patronas de Europa y venerada por católicos, luteranos y anglicanos. No consta, a pesar de su profusa actividad intelectual, que la santa sueca tenga el vínculo con los libros y las rosas que se atribuye a Sant Jordi, desde que el año 1930 se decidió unificar el Día del Libro –que se había empezado a celebrar el 7 de octubre en honor al nacimiento de Miguel de Cervantes- con la festividad tradicional de las rosas que se celebraba el día del Sant Patró de Catalunya, que coincidía con el día de la muerte del creador del Quijote. Sin embargo, el coronavirus que todo lo puede –incluso suspender una fiesta tan arraigada y multitudinaria como la de Sant Jordi- ha hecho que libreros, editores y floristas se hayan encomendado este año, no al que mata el dragón sino a la mística que vino del frío.
Diada de agradecimiento a los clientes
En este sentido, Eric del Arco, librero de la histórica Documenta, en este sentido, recuerda que el sector del libro no tiene poder sobre el santoral, competencia exclusiva del clericato, y, por lo tanto, hoy toca celebrar Santa Brígida con la ilusión de dar las gracias a todo el mundo que los ha ayudado en estas semanas difíciles, entre el 14 de marzo y el 4 de mayo en que la persiana estuvo bajada. Aunque fueron de los primeros a abrir, con todas las medidas de seguridad posibles, del Arco recuerda que han perdido dos meses y medio de ventas, incluida la semana Sant Jordi, que es uno de los momentos álgidos del calendario librero. La clientela, sin embargo, responde y cuando ha llegado el socio y sucesor del mítico Josep Cots –que no se ha querido perder la ocasión– y sus trabajadores ya han encontrado gente en la puerta.
Incluso, una de aquellas cosas que menos ilusión hacen a los libreros, los descuentos del 10% en estas ocasiones, son hoy una fiesta, en una librería que a mediodía presenta un aspecto de fiesta mayor. Como recuerda la presidenta de Editors.cat Montse Ayats, a quien saludamos en la Documenta, acompañada del presidente de la Cámara del Libro, Patrici Tixis, y de la consellera Mariàngela Vilallonga, y reencontraremos más tarde en la Laie, los buenos datos de ventas de las últimas semanas, además de mostrar la solidaridad de los lectores, señalan que el confinamiento, si ha tenido alguna cosa buena, es que ha servido para "reencontrarnos con la lectura y los libros". Por eso era importante, según Ayats, fijarse un objetivo como el 23J para poder arrancar y tener un horizonte ha sido positivo, sobre todo pensando en la Semana del Libro en Catalán que se presentará los próximos días. "Para conseguir una cosa te la tienes que creer" afirma con rotundidad ante el éxito que algunos pesimistas escamoteaban a este Sant Jordi de verano.
Desde su escepticismo y veteranía, Lluís Morral de Laie –que acaba de ganar el premio Pere Rodeja- reconoce que no esperaba mucho del día pero que el movimiento en el establecimiento de la calle a Pau Claris lo ha sorprendido. Laie había previsto poner parada en el Paseo de Gracia, iniciativa anulada la semana pasada por los rebrotes de coronavirus, y también tenía previsto un espacio para firmas. Finalmente lo anularon todo y han optado para hacer entrar a los clientes en la librería: "En una parada puedes poner el más nuevo, pero dentro el cliente puede encontrar libros de fondo que son un peso muy destacado por nuestras ventas en un día como hoy". De todos modos, novedades como el último libro del presidente Carles Puigdemont destaca entre las ventas encabezadas por Canto yo y la montaña baila de Irene Solà, uno de los long sellers de estos últimos años. Todo ayuda a superar lo que Morral recuerda como "un varapalo fuerte".
En Ona Llibres, uno de los nuevos espacios de la ciudad que hoy viven fiesta grande, el momento más emotivo ha sido| la visita de Jordi Cuixart, presidente de Òmnium Cultural, recibo con un espontáneo aplauso para|por clientes y libreros, como Montse Ubeda, directora del espacio impulsado en Pau Claris por el empresario Tatxo Benet, que no podía esconder la emoción que sentía. Ona había preparado una jornada maratoniana de firmas, con la presencia de 72 autores, pero las nuevas medidas decretadas por el Gobierno a raíz del aumento de rebrotes en Barcelona las obligaron suspender. Eso sí, autores como Rafel Nadal, Irene Sola, Eva Baltasar, Rocío Bonilla o Julià Guillamon han dejado libros firmados por los clientes.
Autores y libreros, amor de ida y vuelta
En el fondo de la librería Documenta, el escritor Lluís-Anton Baulenas se ha atrevido a entonar un vals extraído de Rayuela, uno de sus libros más amados, que tiene un gran significado por Rut, la protagonista de su novela y para|por él. El escritor ha vivido de cerca los terribles estragos del coronavirus, que se han llevado a un familiar próximo, pero no se ha querido perder la ocasión de volver a reencontrarse con los públicos meses después de tener que dejarlo todo por culpa de la pandemia, y reivindicar "que la cultura es segura".
Ya de buena mañana, algunos autores de los sellos del Grupo 62 se reúnen para el típico desayuno con la prensa. Un desayuno que se lleva a cabo con distancias, mascarillas y sin los besos y abrazos habituales. En una de las mesas, Pilar Rahola, que acaba de publicar El espía del Ritz, critica duramente el presidente Quim Torra y la alcaldesa Ada Colau por lo que considera "un menosprecio hacia la cultura" de nuestros gobernantes: "La cultura es uno de los espacios económicos más precarios y, al mismo tiempo, el hermano pequeño y pobre de todas las decisiones que se toman. Impedir el acto del Paseo de Gracia me parece un acto arbitrario que demuestra que no les interesa la cultura".
Acompañada por otros escritores como Enric Calpena ha sido uno de los autores que ha visto su libro, El primer capitán, una de las apuestas editoriales de Sant Jordi, sufría las consecuencias de la pandemia, Gemma Ruiz Palà se muestra optimista que "después de todos los obstáculos, cubos de agua fría, incertidumbres y contradicciones" estén desayunando y puedan hacer una ruta por diferentes librerías para dejar ejemplares firmados, "es épico"!. Su novela Ca la Wenling salió, en febrero, justo antes del confinamiento, pero asegura que durante el confinamiento el libro ha estado vivo. "Los lectores y los libreros han confiado y por lo que podía haber sido estoy muy contenta. No ha quedado ni invisibilizado ni congelado y en un año tan extraño es para estar muy agradecida".
Ruiz, una referencia del periodismo cultural, recuerda que a diferencia del mundo del teatro, que han sufrido cancelaciones, aplazamiento e incertidumbres, el mundo del libro ha tenido la suerte de poder superar cualquier situación. En este sentido, el periodista Toni Cruanyes recuerda el trasiego clandestino de libros con los libreros de confianza durante los días más duros del confinamiento, "cuando nos dimos cuenta de que no teníamos las repisas no lo bastante llenas como querríamos y que le ha dado a todo un aire más romántico". Uno "bien de primera necesidad" según Ruiz, que se vende en unas librerías que para ella son "templos": "Si no estuviera aquí sería rondando y comprar un libro en cada lugar que amo. Hoy no es Sant Jordi de verano, hoy es el día de las librerías".
No era Sant Jordi en la Rambla
Las floristas de la Rambla tienen una calle en Barcelona y han sido desde el siglo XIX uno de los símbolos del paseo ciudadano por excelencia. Josep Maria de Sagarra las inmortalizó en su obra –texto que parece escrito pensando en que décadas después lo interpretaría la desaparecida Rosa Maria Sardà- y han sido testigos y protagonistas de la historia de la ciudad: Acontecimientos, revueltas, grandes funerales, manifestaciones, atentados, guerras y paseos de passavolants, viajeros y turistas de todas partes. También de los estragos del coronavirus, que obligó a cerrarlas y que ha vaciado el popular paseo. Desde el 14 de marzo hasta hace pocas semanas, a Carolina Pallès, cuarta generación con su hermana Mercè en este oficio, ha tenido cerrada el puesto fundada por su abuela del mismo nombre el año 1888, una de las más históricas del paseo.
Nos acercamos a saludarlas, como hacen algunos amigos, como el dibujante Hacer –que homenajea cada año las Carolines en su dibujo de Sant Jordi-, mientras envuelven algunas de las esporádicas rosas que van vendiendo en este día extraño. Reconoce que el día de hoy no tiene nada que ver con Sant Jordi, cuando la Rambla está llena hasta los topes y en la parada, rebosante de rosas, no dan abasto, aunque doblen o triplican las manos. A diferencia de las librerías, donde por la tarde van haciendo cajón, las floristerías de la Rambla intentan poner una nota alegre en un ambiente más bien desolado bajo un calor bochornoso. "No es Sant Jordi", nos asegura Carolina con la experiencia de las festividades que ha vivido ella, su madre, su abuela y su bisabuela. No, hoy era Sant Brígida. Santa que, aparte de la lejana Suecia, tiene una ermita dedicada en Amer...