La lista de los libros más vendidos por Sant Jordi es un habitual que nunca pasa desapercibido el día 23 de abril. Desde el año pasado, no obstante, los gremios han querido quitarle hierro al asunto: la lista definitiva no se sabe hasta unos días después y el anochecer de la festividad se da un sondeo para calmar ánimos y dar algún titular al mundo cultural. Eso es así no solo para dar tiempo a libreros y editores de contabilizar con tiempo las ventas y ofrecer una información contrastada, después de algunos años manchados por la polémica; también pasa porque los libros más vendidos solo son el 5% de la totalidad de ejemplares que se venden por Sant Jordi, y los profesionales cada vez lo subrayan con más vehemencia.
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Porque hay libros maravillosos que no solo tratan temas necesarios, sino que también lo hacen de una forma exquisita y con una prosa próxima, abierta e intimista hasta los tuétanos. Es un ejemplo este libro de duelo dirigido a un padre frío y estricto que tiene un infarto sin que su hijo pueda confesarle aquello que no le ha dicho nunca: su verdadera identidad. En aquella cama, delante de un padre en coma y moribundo, rodeado de máquinas, este chico de 16 años sabe que se tiene que despedir y que no tendrá más oportunidades para confesarse. A través de este episodio, asistimos a su vida y somos oyentes directos de sus miedos, el descubrimiento de su deseo, la vergüenza y la masculinidad asfixiante que tiene que sortear.

El título del libro es Yo era un chico (Sexto Piso) y en poco más de 250 páginas hace un viaje doloroso y necesario que permite entender lo que pasa por la cabeza y el cuerpo de las disidencias sexuales, encorsetadas en la heteronorma y un muro de incomprensión. A través de la arqueología familiar, también de la historia del abuelo y el padre, el lector queda sumergido en una estructura hostil que la autora irá desgranando poco a poco, y que está fuertemente atravesada por la conciencia de clase. De hecho, los dos hermanos estudian en un colegio concertado de la parte alta de Barcelona a pesar de vivir en el barrio obrero de la Zona Franca, donde había la fábrica Seat donde trabajó el abuelo.
Esta es la historia de la dramaturga, directora escénica y librera Fer Rivas (Barcelona, 1994), que se estrena con esta novela en que pone al servicio del texto literario su autobiografía. Habla de todo lo que no le dijo al padre en vida, enfrentándose a la rigidez de una figura paterna inflexible y obsesionada con el trabajo. Diez años después de su muerte se atrevió a plasmarlo de forma escrita, y a pesar de ser una mujer trans, Rivas utiliza la voz masculina en su narración, y es que ella misma explica que fue como chico que vivió todo aquello. Yo era un chico es un viaje a la vida adulta, un libro imprescindible para avivar la comprensión y reflexionar.