La pandemia del coronavirus nos quitó la Diada de Sant Jordi. El 23 de abril pasó con todo el mundo en casa, las librerías abiertas y las calles desiertas, lejos de la imagen tradicional de puestos de rosas, de libros, de colas para obtener la firma del escritor favorito y de gente paseando arriba y abajo, distrayéndose, dejándose llevar por una fiesta que, a pesar del tópico, es uno de los días más bonitos del año.
Por eso, desde antes de llegar a la nueva normalidad –también conocida como fase de recuperación– la Cámara del Libro y el Gremio de Floristas tuvieron claro que se tenía que buscar una fecha para celebrar una Diada del Libro y la Rosa alternativa, que ayudara a dos sectores muy tocados por la crisis. Sant Jordi supone un momento culminante tanto para editores y libreros como para floricultores y floristas, y el 23 de julio –Santa Brígida de Suecia según el calendario cristiano– tenía que ser el (no) Sant Jordi de verano que permitiera recuperar al menos una parte de aquello que habían perdido. Junto con el Gremio de Floristas y la Cámara del Libro, las entidades gremiales del sector estuvieron preparando un esquema de celebración que contaba con complicidades institucionales y todos los vistobuenos del Procicat.
De todos modos, el rebrote veraniego de la Covid-19 hizo que pocas horas después de presentar los planes para el 23J, la Cámara y los gremios se vieran obligados a cancelar algunas de las previsiones, como la que pretendía llenar de puestos de libros y rosas el tramo central del paseo de Gràcia, entre la plaza Catalunya y la calle València. El espacio del centro de Barcelona se acabó anulando el viernes pasado, después de que editores como los que forman parte de Llegir en català se hubieran descolgado, y la Generalitat aconsejara a los barceloneses que se quedaran en casa. El aumento de casos también hizo anular buena parte de las firmas que los editores habían planificado para sus autores en librerías y puestos, obligando a la celebración de un Sant Jordi de verano de proximidad y lejos de aglomeraciones.
Las librerías, a punto
De todos modos, a pesar de haber tenido que cancelar buena parte de las actividades que libreros y editores habían preparado durante semanas, el mundo del libro no tira la toalla y anima a todo el mundo a visitar las librerías para encontrar la mejor lectura para este verano, estemos confinados o nos podamos ir a la playa. La mayoría de librerías de Barcelona, como Laie o Documenta o La Tribu, en Sant Andreu, no han previsto la instalación de puestos en la calle –sí lo hará, sin embargo, La Impossible o La Memòria, de Gràcia-, pero abrirán a lo largo del día para que nadie se quede sin libro. Además, durante la jornada se podrá disfrutar del 10% de descuento habitual para Sant Jordi.
Escritores previsores
Aunque se han anulado buena parte de las firmas previstas en Barcelona, algunos autores pasearán por librerías para estampar su firma en sus últimas novedades, como Carla Gràcia, Julià Guillamon o Rafel Nadal. Otros, muy previsores, han firmado ya libros que se podrán encontrar en algunos establecimientos, como la nueva librería Ona.
Rosas rojas y blancas
El Gremio de Floristas pone a la venta mañana la rosa blanca que, acompañando la tradicional rosa roja, quiere apelar a la esperanza y al luto que no se ha podido celebrar.
Por todo el país
Aunque la fiesta del libro y la rosa no se podrá celebrar en la calle en una decena de municipios del Segrià –entre los cuales, Lleida–, en Figueres, Vilafant y Reus –que se va desmarcado desde el principio–, varias ciudades de Catalunya han decidido salir adelante con los planes del sector. En este sentido, Girona, Vilafranca del Penedès, Tarragona o Vic tendrán una festividad lo más parecido posible al Sant Jordi de primavera, con paradas de libros y rosas en la calle. El único problema, sin embargo, serán las previsiones meteorológicas que anuncian un nuevo día de calor intenso.