Lildami, el protagonista de esta semana de La cançó de l'estiu, el podcast estival musical de Revers de ElNacional.cat, meó en mi casa. Fue hace tres años. En el 2019. Él nada más había publicado su primer disco, Flors mentre visqui. Yo, por amor al medio y a mi pueblo, hacía un programa en Radio Gelida. "Si lo invitas, seguro que pilla el coche y se planta allí," me dijo Marc Isern, responsable de su discográfica. Días más tarde, apareció por el primer municipio del Alt Penedès, con sus casi dos metros de buen rollo y extravagancia divertida encapsulados en un viejo Seat que aparcó delante de casa. "Me estoy meando", me confesó justo después de presentarnos. Y entonces estuvo cuando subió al piso. Una anécdota que ha acabado siendo una especie de running gag con mis hijas siempre que recordamos su visita a Gelida. Era 2019, decíamos, y más allá de los círculos del trap y rap, pocos eran los que lo conocían. Pero ya entonces desprendía el carisma y la confianza en sí mismo que, empujado por su papel como juez del talento show Eufoòria, la organización del Maleducats, el primer festival de música urbana en nuestro país, y un single nuevo, 'Supermercat', que se te clava en el cerebro como los imanes se enganchan a las puertas de las neveras, la han llevado a despuntar como uno de los personajes rebelación de este 2022.

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Lildami durante la entrevista para 'La cançó de l'estiu'. / Foto: Carlos Baglietto

De Damià Rodríguez a Lildami

Damià Rodríguez era (y hasta que no se demuestre lo contrario lo sigue siendo) ingeniero. Tenía un buen curro en la Seat. Lo dejó. Era demasiado joven y tenía demasiada urgencia y talento como para, con veintipocos, quedarse estancado de por vida en un trabajo, por muy suculenta que fuera la nómina a final de mes. Compró un billete de avión y con unos colegas se marchó a recorrer el sureste asiático. Allí descubrió lo que denomina la vida pirata. Girar y crear, girar y crear, girar y crear sin cesar. Ya hacía años que, llevado por la influencia de los grandes del hip hop estatal: Violadores del Verso, SFDK... rimaba. Volvió siendo Lildami con la decidida intención de hacer del arte de crear barras (escribir rimas) su principal misión vital. No la única.

Retrato de Lildami en su casa de Terrassa. / Foto: Carlos Baglietto

Nuevo disco, más tele y también radio

Es el lunes extracaluroso de inicios de agosto. Lildami bosteza. Ha dormido poco. Ha llegado a casa de madrugada. Ayer tenía bolo. El cansancio se acumula. 2022 está siendo un año con pocos días libres en la agenda. Nuevamente, todo se remonta en el 2019. El año 0 en la era Damià. El año de su primer disco, Flors mentre visqui, álbum que lo catapultó a la primera fila de la música urbana nuestra. El año que empezó a darle vueltas a la idea de crear un festival con un cartel que reuniera lo mejor del rap y el trap, de casa y de fuera. Una aventura que, después de dos años de pandemia se ha materializado este verano con la primera edición del Maleducats. El resto lo ha hecho la televisión y Euforia, talent show que ha conseguido lo que parecía imposible: rejuvenecer la audiencia de TV3. La operación ha sido todo un triunfo. Y mientras admite que tiene que aprender a delegar: Lildami también gestiona su web, su merchandising... no deja de maquinar. Lejos de bajar el ritmo, Dami ya nos adelanta que el 2023 lo volvemos a ver en la tele, lo escucharemos en la radio y subirá a los escenarios para presentar canciones nuevas. Por alguna cosa en su piel luce un tatuaje con su lema vital: 'imparabla'.