Cuando uno piensa en Sitges es insoslayable rememorar Santiago Rusiñol, que se enamoró de Sitges el año 1891 y acabó construyendo su Cau Ferrat, su casa y taller y centro de su creación tan pictórica como literaria. Pero también una pintora, Lluïsa Vidal pasar temporadas en Sitges, cerca del ambiente modernista creado por Rusiñol y su amigo Ramon Casas, a cuya sombra a menudo ha quedado escondida.

Autorretrato de Lluïsa Vidal/MNAC

Lluïsa Vidal y Puig (1876-1918) nació en una familia excepcional que transmitió a sus hijos el valor de la belleza, el arte y la música, favoreciendo que de entre los doce hermanos, diversos de ellos destacaran como artistas, mientras la casa se llenaba de visitantes ilustres como los músicos Isaac Albéniz o Enric Granados o el canónigo Jaume Collell, uno de sus confidentes.

Este ambiente familiar permitió que Lluïsa desarrollara su carrera artística como profesional en un mundo de hombres, se formara en París y viajara a Inglaterra, expusiera a Can Parés y abriera su propio taller, dónde daba clases a mujeres, mientras se vinculaba a iniciativas feministas como la revista Feminal, donde colaboró como ilustradora. Destacada como retratista, pintó a algunas de sus amigas como Carme Karr, Caterina Albert o Margarida Xirgu.

Rusiñol i Cases, "unos filisteos"

Los Vidal, que habían pasado temporadas cerca de Vic, veranearon en Sitges entre 1894 y 1901. Se intalaron en una casa en el Paseo de la Ribera nº. 22, donde antes había vivido al pintor luminista Joaquim de Miró. De hecho, a pesar de la mala opinión familiar hacía Rusiñol y Casas, que eran considerados por el padre, el ebanista modernista Francesc Vidal, unos filisteos vendidos a las modas y que no eran ningún ejemplo, la influencia de estos artistas se hizo notar en la obra de Vidal. Hace falta decir que de aquella extensa familia solían estarse en Sitges la madre, la abuela y algunas de las hijas, mientras a veces el padre se iba con sus hijas concertistas a Puigcerdà, donde actuaban en casa del Dr. Andreu.

En Sitges, las Vidal formaban parte de la vida artística y eran habituales en la colonia de veraneantes. Pasaban por el paseo Marítimo después de cenar y organizaban conciertos que ofrecían el trío Mercè, pianista, Júlia, violinista y Frasquita, violoncelista. De hecho, esta última, sería la pareja de Pau Casals los largos años de exilio, hasta su muerte el año 1955.

Maternidad, de Lluïsa Vidal

Preparando su primera exposición a Sitges

En el marco de la Cuarta Fiesta Modernista, impulsada por Rusiñol y celebrada el 14 de febrero de 1897, Mercè Vidal estrenó un poema sinfónico. Mientras tanto, Lluïsa Vidal tejía amistado con el ingeniero y promotor artístico Miquel Utrillo. El verano siguiente, las Vidal también participan en los actos de la Fiesta Mayor y en la inauguración del monumento en El Greco, otra de las iniciativas de Santiago Rusiñol que convirtieron a Blanca Subur en la capital del Modernismo. Aquel mismo 1898, Vidal se preparaba para hacer su primera exposición a la Sala Parara, que recibió elogios del Eco de Sitges, la revista de su villa de veraneo. La luz sitgetana le fue de inspiración en las escenas íntimas y familiares, los paisajes marineros –pintó en Sitges y en Blanes– y las celebraciones populares.

Lluïsa Vidal tuvo una vida corta, ya que murió a los 42 años a resultados de la gripe española, y los últimos años se vio obligada a sostener a su familia después de una crisis que afectó a su padre. Durante años, su obra quedó medio escondida y algunos de sus cuadros, como el retrato de la mujer de Utrillo, Dolors Vidal, fueron atribuidas, firmadas y vendidas como si fueran de Ramon Casas. Hoy, después de la recuperación de su obra y de su figura como pintora de modernismo con nombre propio, una placa la recuerda en la casa donde passó los veranos sitgetanos.