Bell-lloc (Pla d'Urgell), noche del 19 de julio de 1846. El grupo de Jaume Banqué, alias lo Parrot, asaltaba una de las diligencias que cubrían el trayecto regular entre Barcelona y Lleida. Aquella diligencia estaba ocupada por varios pasajeros, uno de los cuales era el diputado progresista en las Corts españolas Francesc Perpinyà. El grupo de lo Parrot saqueó la diligencia, secuestró al diputado (con el propósito de exigir un rescate), y lo confinó en las ruinas del pueblo de Margalef (Pla d'Urgell); un lugar deshabitado desde la Guerra de los Segadores (1640-1652). La avaricia de aquellos bandoleros convirtió lo que tenía que ser un golpe más de tantos en una tragedia de consecuencias inimaginables: la muerte en cautividad de Perpinyà (en el pozo donde estaba recluido) provocaría una violentísima reacción del poder que marcaría el inicio del fin del bandolerismo catalán.
¿Quién era lo Parrot?
Jaume Banqué, lo Parrot, era alcalde de Mollerussa (entonces una pequeña villa de 800 habitantes), y jefe local del Somatén (una milicia civil de ideología ultraconservadora destinada a la persecución de la delincuencia). Los cargos que ostentaba apuntan a que formaba parte de la oligarquía local. Pero también era un derrotado. El mundo rural catalán del siglo XIX era, básicamente, carlista (tradicionalista, foralista, y antiburgués). Y cuando se produjo el asalto de Bell-lloc, la I Guerra Carlista (1833-1840) ya se había resuelto a favor de los liberales. El hecho de que ejerciera como alcalde apunta que, durante aquel conflicto, no debió haber sido un significado carlista (en aquella época los alcaldes eran nombrados por los gobernadores civiles, que a su vez eran nombrados por el ministro de turno). Pero en cambio su condición de jefe local del Somatén, es una evidencia de su ideología carlista.
¿Por qué reavivó el bandolerismo?
El bandolerismo catalán tenía una historia que remontaba a finales del siglo XV. De hecho, la etapa de máxima intensidad de este fenómeno fue la segunda mitad del siglo XVI y la primera del XVII. La época de Serrallonga, Rocaguinarda, Trucafort, Barbeta, lo Minyó de Montellà, lo Barber d’Almenar, Jaumot lo luterà... Durante el siglo XVIII, este fenómeno se apagó. Pero al principio del siglo XIX se reactivó con una fuerza inusitada. ¿Por qué? A menudo se apunta a los grandes conflictos bélicos de la primera mitad de la centuria de 1800 como los causantes de este avivamiento. Pero la oposición armada al régimen napoleónico (1808-1814) y la I Revuelta Carlista (1833-1840) solo serían dos de los tres elementos reactivos contra la miseria, la superpoblación, y la falta de expectativas que devastaban el mundo rural catalán. El tercer elemento sería el avivamiento del bandolerismo.
¿Por qué en el pla de Lleida?
Las llanuras de Lleida tenían una larga tradición bandolera. Habían sido testigos de los golpes más espectaculares, como el asalto al convoy de moneda hispánica en los Hostalets (30/12/1609), el "tren de Glasgow" del bandolerismo catalán. Pero aquel avivamiento tenía más relación con el paisaje social y económico del momento. La fisonomía de las llanuras de Lleida era radicalmente opuesta a la actual. Todavía se tenía que construir el Canal de Urgell (1861); y las fuertes sequías, combinadas con una natalidad desbocada habían fabricado un escenario de crisis y de violencia que explicaría el avivamiento y la focalización del fenómeno. Durante la I Guerra Carlista ya se habían producido episodios que ilustraban aquel clima. Como la masacre de Guimerà (19/09/1835): el asesinato del Rosset de Belianes y 70 voluntarios carlistas, en un oscuro episodio de motivaciones no-ideológicas.
¿Quiénes formaban el grupo de lo Parrot?
La investigación historiográfica ha revelado los nombres y los alias de buena parte del grupo bandolera de lo Parrot. La desarticulación del grupo nos detalla un extenso colectivo formado por hombres y por mujeres. Entre otros; Jaume Banqué, lo Parrot; Llorenç y Francesc Fàbregues, los Barriga; y Maria Not; todos de Mollerussa. Ramon Vilamajor, Mercè; Francesc Bosch, lo Groio; Joan Olivé, lo Peluca; Ramon Babot, lo Murri; Ramon Olivar lo Guix; Ramon Arqués, lo Gorgojo; Antoni Tarragó, Margalef; Joan Corretger; Antoni Gelonch y Margarida Roca; todos de Juneda. Ramon Bernat, lo Hereu; Sebastià Sol, lo Valeri; Antoni Vilalta y Antoni Romà; todos de Miralcamp. Joan Piqué, lo Cartuja; Josep Carrilla, Futrec; y Salvador Vilalta, lo Xeringa; todos de Golmés. I Antoni Reigian, lo Dulce, de Torregrossa.
¿Cómo desarticularon al grupo de lo Parrot?
Para imaginar cómo eran las llanuras occidentales del país a mediados del siglo XIX, podríamos decir que eran una réplica a escala del Far-West americano. Con una traza sociológica que lo aproximaba a la Sicilia profunda. Con esta composición, se entiende que el poder asignara la lucha contra el bandolerismo a la policía rural del país: los Mossos d'Esquadra, desplegados sobre las zonas más conflictivas del Principat. La desarticulación del grupo de lo Parrot, entre el 22 de agosto y el 30 de octubre de 1846, se precipitó con las confesiones de las primeras detenciones (lo Margalef, lo Cartuja) obtenidas con métodos muy expeditivos (por decirlo de alguna manera). Fue una brutal cacería que se saldó con la muerte (abatidos a tiros o ejecutados sobre el terreno) de siete de los veintiún miembros del grupo y la detención y reclusión de los catorce restantes.
¿Cómo acabó lo Parrot?
Jaume Banqué fue detenido el 18 de agosto de 1846 en su casa. Una leyenda del territorio dice que lo Parrot intentó cerrar un pacto con la Justicia: la redención de sus crímenes a cambio del pago de un peso equivalente a su cuerpo en oro. Cierto o no, lo Parrot fue juzgado y sentenciado por un consejo de guerra; y ejecutado por el método del garrote vil en el patio del castillo militar de la Seu vella —en Lleida— el 7 de noviembre de 1846. El resto de los miembros de su grupo tuvieron un destino similar: la mayoría (los condenados por delitos de sangre) fueron ejecutados; y una minoría (los que habían tejido y alimentado la red de apoyo social) fueron condenados a largas penas de prisión. La desaparición del grupo bandolero de lo Parrot no fue el final del bandolerismo catalán, pero sí marcó el inicio del fin de un fenómeno con una larga historia y un potente arraigo social.