Hace poco más de un año, en mayo de 2016, moría Eli Beltrán, propietaria del London Bar, uno de los locales más emblemáticos de la noche barcelonesa. El popular bar de la calle Nou de la Rambla 34 permanecería cerrado durante una buena temporada. Parecía que la ciudad perdería otro de sus comercios más simbólicos, como El Indio, situado unas calles más arriba. En realidad, ya hacía mucho tiempo que el London Bar estaba en crisis, porque se había visto obligado a suspender muchas de las actuaciones en directo y había perdido clientela. Los turistas se habían convertido en los habituales más frecuentes del London. Pero ahora se ha clarificado el futuro del local: Eli Beltrán, en su testamento, lo dejó a Carlos Raluy, el creador del famoso Circo Raluy, quien asegurará la continuidad del bar.
Restauración
Carlos Raluy tiene la intención de restaurar el local y volver a convertirlo en un espacio dedicado a espectáculos de variedades y otras actuaciones de carácter cultural. El nuevo London Bar tendrá un espacio dedicado al Circo Histórico Raluy, que actualmente está instalado en Torredembarra (Tarragona), y que a partir del mes de diciembre hará una temporada de casi tres meses en el Port Vell de Barcelona.
Un bar histórico
El London fue creado en 1910 por Josep Roca i Tudó. De aquel periodo se mantiene una magnífica decoración modernista. En los años 1920 era un bar con mucho glamour, frecuentado por boxeadores y músicos cubanos. Durante mucho tiempo fue un bar frecuentado por personajes marginales del barrio chino, pero también por intelectuales y artistas de resonancia internacional, como Pablo Picasso, Joan Miró, Antoni Gaudí, Ernest Hemingway, Antonio Machado, Carlos Gardel... El bar fue gestionado por tres generaciones de la familia Roca, hasta su cierre. En pleno franquismo, el London fue un típico punto de encuentro de simpatizantes de la oposición al régimen, aunque tenía una comisaría muy cerca y a veces los grises iban allí a jugar al dominó. También era muy visitado por gente del mundo del circo, y aquí surgió la amistad entre los propietarios del local y la familia Raluy. En los años ochenta y noventa el London todavía acogió numerosos conciertos musicales, pero también obras de teatro, espectáculos de títeres, presentaciones de libros...