Cuando, en los primeros minutos de la película, el joven e impetuoso D'Artagnan, recién llegado a París desde su Gascuña natal con la intención de unirse a la guardia real, trata de ayudar a una dama en peligro y acaba prematuramente enterrado, y renaciendo como si de un muerto viviente se tratara, una voz interior nos dice que la nueva (enésima) versión de Los Tres Mosqueteros ha resucitado una historia inmortal con fuerza inusitada. Las casi dos horas posteriores a esta inmersiva primera escena de luchas a espada nos confirmarán las sensaciones iniciales, porque estamos ante una de las mejores adaptaciones de la obra de Dumas.
Estamos ante una de las mejores adaptaciones de la obra de Dumas
Y es que el cine francés ha puesto toda la carne en el asador para llevar al cine una de las novelas más populares de la historia de la literatura. Lo hace con toda la ambición y los medios del mundo, más de 72 millones de euros de presupuesto, y con talento: haciendo honor al conocidísimo lema mosqueteril, “uno para todos y todos para uno”, esta superproducción de Pathé Films une para la causa a un auténtico dream team del cine francés, delante y detrás de la cámara. Al fin y al cabo, hablamos de uno de los orgullos nacionales del país vecino, ya llevado repetidamente en pantalla: un relato de capa y espada, de aventuras y conspiraciones políticas, pero también un testimonio del contexto histórico de las Guerras de Religión entre católicos y protestantes, que Dumas reflejó con precisión.
Es innegable que nadie como los franceses podría aproximarse al espíritu de Los Tres Mosqueteros de Dumas con la preocupación por los detalles y el cariño necesarios
Desde una absoluta debilidad por la colorista y alegre versión made in MGM, casi un musical sin música en la época dorada del género, con un Gene Kelly que practicaba el arte de la esgrima como si bailara bajo la lluvia, es innegable que nadie como los franceses podría aproximarse al espíritu de Los Tres Mosqueteros de Dumas con la preocupación por los detalles y el cariño necesarios. Y aunque no es la primera vez que el cine galo la adapta, esta nueva versión es, probablemente, la que mejor aglutina todas las características de la obra original.
La adaptación definitiva
En manos del equipo que forman el director Martin Bourboulon y los guionistas Matthieu Delaporte y Alexandre de La Patellière (antes juntos en la exitosa, y remakeada por el cine español, Papá o mamá y en su secuela), se podría deducir la voluntad por convertirse en la adaptación definitiva: trepidante y vertiginosa, con el sentido del humor justo (es fabulosa y divertidísima la concatenación de hechos que llevará a D'Artagnan a batirse en duelo con Aramis, Porthos y Athos, para acabar formando equipo contra los hombres del Cardenal Richelieu, en un vibrante plano secuencia perfectamente coreografiado), con espacio para el romanticismo más trágico, el subrayado de las intrigas y susurros de la corte, el cuidado por el contexto político, el suspense de los trapicheos con las joyas de la reina por parte de Richelieu y Milady, y la minuciosa recreación de la época, con un París marcado por la suciedad y la tenebrosa oscuridad propia de aquellos tiempos.
Es posible que esta historia sobre fraternidad, honor, sacrificio y lealtad le falte mayores dosis de esa ligereza propia de la mejor tradición del cine de aventuras, pero aquí manda la apuesta por el rigor, y en ningún caso le juega en contra. El sentido del espectáculo y la épica permanecen intactos, eso sí, con una puesta en escena que apuesta por la pulcritud y huye de la acción posmoderna. Y el magnífico y cuidado reparto ayuda: ¡qué carisma el de los cuatro mosqueteros, y qué química! François Civil es un D'Artagnan arrogante y un punto ingenuo. Romain Duris y Pio Marmaï bordan a unos hedonistas Aramis y Porthos (cuidado con el plot twist sexual que el guión le reserva al segundo), bien entregados a la causa. Y Vincent Cassel llena la pantalla con su Athos torturado y soltado, sin nada que perder, marcado por la tragedia. Sumémosle a un enorme Louis Garrel interpretando al rey Luis XIII con mil matices, que van de la cobardía a la furia cuando no a un sorprendente infantilismo, a la siempre fantástica Vicky Krieps como la infiel reina Ana, y a la magnética Eva Green, perfecta femme fatale, que, en la piel de la maquiavélica Milady de Winter, tiene menos minutos de juego de los deseados: toda suya será, sin embargo, una ya rodada segunda parte que debería estrenarse a finales de año, Los Tres Mosqueteros: Milady. Aprovechamos el estreno de la estupenda Los Tres Mosqueteros: D'Artagnan para hacer memoria y recordar las mejores adaptaciones de la novela de Dumas.
Las mudas
La primera gran versión de Los Tres Mosqueteros tenía a una de las grandes estrellas del cine mudo norteamericano, Douglas Fairbanks, como D'Artagnan, y Fred Niblo (director también del silente primer Ben-Hur) detrás de la cámara. Datada en 1921, no era la primera: antes en Estados Unidos se había rodado otra dirigida por Charles Swickard. En Francia, el referencial Max Linder (inspiración confiesa de Chaplin o Tati) filmó en tono de parodia L'Étroit Mousquetaire (1922). E, incluso, el pionero Georges Méliès rodó dos cortos con el mismo título, Les mousquetaires de la reine (1903-1909).
Las más conocidas
En plena era dorada de los musicales de la Metro Goldwyn Mayer, en 1948, el cineasta George Sidney (firmante de clásicos como Levante anclas o Escuela de sirenas) y el mítico Gene Kelly encabezaron una fantástica adaptación en luminoso technicolor, lúdica y llena de energía, y con Lana Turner como Milady y Vincent Price como Richelieu. Muy recordada es también la trilogía firmada por el británico Richard Lester (el director de las películas de los Beatles). Las dos primeras: Los Tres Mosqueteros: Los diamantes de la reina y Los Cuatro Mosqueteros, rodadas en los años 70 con estrellas de la época como Michael York, Richard Chamberlain, Oliver Reed, Faye Dunaway, Rachel Welch y Charlton Heston como Cardenal Richelieu. Y con una tercera entrega (El regreso de los mosqueteros), rodada a finales de los 80 y que reunía el reparto original para adaptar la novela de Dumas Veinte años después.
Las francesas
Más allá de los experimentos de Méliès y Linder, o de la versión de André Hunebelle (1953), la más canónica de las versiones rodadas en Francia hasta ahora es la firmada por Bernand Borderie en 1961. Dividida en dos partes, es especialmente recordada por la fuerza de Mylène Demongeot como Milady y por la entrega del director a actores de la Comedia Française, como Georges Descrières o Jacques Toja.
Las modernas
Dos adaptaciones hollywoodianas, separadas por 20 años, y muy pensadas para satisfacer a los grandes públicos, con actores de moda y un tono entre socarrón y tonto. En 1993, Stephen Herek dirige a Chris O’Donnell, Kiefer Sutherland, Charlie Sheen y Oliver Platt en una versión que lo brotó en taquilla. Más heredera de los videojuegos era la versión de Paul Anderson del 2011, con Logan Lerman, Orlando Bloom, Matthew MacFadyen (Succession) y Milla Jovovich.
Las locas
Entre las decenas de versiones de las novelas de Dumas hay algunas especialmente relevantes por motivos alejados al rigor o la épica. Muy divertida era la mexicana Los Tres Mosqueteros (1942), con el gran Mario Moreno Cantinflas soñando que vive en primera persona la gran aventura de D'Artagnan. Algunos se rieron con la mediocre La loca historia de los tres mosqueteros (1983), del mítico Mariano Ozores, rodada a mayor gloria del entonces trío cómico Martes y 13. Y si hay una especialmente loca es la italoespañola Todos para uno, golpes para todos (1973), marciana mezcla de spaghetti western y artes marciales, una película que parece un ensayo general de las que después harían Bud Spencer y Terence Hill, con los mosqueteros reconvertidos en Rangers de Texas que se enfrentan a peligrosos karatecas.
La animada
Y llegamos a la que probablemente toda una generación (o dos, o tres) tiene guardada en la memoria: la serie de televisión de los 80 (y reciente película) D'Artacan y los tres mosqueperros, del recordado Claudio Biern Boyd. No es la única versión animada (entre otras muchas también destaca la futurista Los Tres Mosqueteros del espacio, pero sí la mejor y más recordada.