Uno de los principales problemas de la era de los true crimes es que llegan muchas ficciones a partir de hechos reales que ya hemos visto en formato documental. El caso de Candy Montgomery, que en 1980 pasó a ser más conocida como la asesina del hacha, es uno de ellos. Además, este mismo crimen ha dado pie a otra serie reciente, Candy, que, con Jessica Biel de protagonista, lo recrea con bastante gracia. Por lo tanto, la primera pregunta que viene a la cabeza con Love & Death es qué interés puede tener ver otra ficción sobre el momento en que Candy decidió dar 41 golpes de hacha a su amiga Betty Gore. La respuesta se encuentra donde menos nos lo esperábamos: la serie de HBO Max brilla justamente cuando se aleja de los clichés del thriller basado en hechos reales y se dedica a explorar la intimidad de esta ama de casa de Texas. Es decir, que es mucho más interesante cuando presenta los prolegómenos de los hechos que cuando recrea sus consecuencias. Eso se debe, sobre todo, en que su creador es David E. Kelley, un hombre que ha demostrado en numerosas ocasiones que, cuando se trata de construir intrigas, es mucho mejor explicando personajes que situándolos en las convenciones del género. Esta tensión es la que resume, por ejemplo, la diferencia de atractivo (y de calidad) entre la primera y la segunda temporada de Big Little Lies.
La serie de HBO Max brilla justamente cuando se aleja de los clichés del thriller basado en hechos reales y se dedica a explorar la intimidad de esta ama de casa de Texas
Notable atención al detalle
Love & Death, pues, es una serie tirando a excelente cuando muestra por qué Candy Montgomery, una mujer cansada de tener una vida ordinaria con un marido indolente, decide tener una aventura con Allan Gore, también casado y también en plena crisis matrimonial. O se dedica a analizar, con una notable atención al detalle, por qué la protagonista se siente traicionada cuando Allan convierte su infidelidad en un pretexto para arreglar las cosas con su mujer. Y, también, por qué aquella fatídica mañana del viernes (13, por cierto), las dos mujeres se enredaron en una discusión que acabó a golpes de hacha.
Love & Death es una serie tirando a excelente cuando muestra por qué Candy Montgomery, una mujer cansada de tener una vida ordinaria con un marido indolente, decide tener una aventura con Allan Gore, también casado y también en plena crisis matrimonial
De sus siete episodios, los verdaderamente recomendables son los cuatro primeros, que juegan con mucha habilidad a crear las tensiones, a menudo sutiles y siempre irrespirables, que degenerarán en el crimen. Resultan particularmente espléndidos los momentos compartidos entre Candy y Allan, tanto en los que consuman su atracción cómo aquellos, seguramente los mejores, donde se encuentran rodeados de gente. Lo que viene después, con su detención, la investigación policial y el posterior juicio, pierde interés, en gran manera porque no aporta grandes novedades a la manera de explicarlos y porque Kelley y su equipo no sacan bastante punta a las peculiaridades morales del caso, de que no son pocas. Con todo, sí que hay un aspecto que resiste de principio a final: las magníficas interpretaciones de Elizabeth Olsen y Jesse Plemons, que se dejan de mimetismos (cosa que sí que hacían los protagonistas de Candy) para ofrecer una versión más personal y realmente inspirada de los personajes.