Love of Lesbian es como aquel viejo amigo con quien no tienes contacto diario, pero que siempre está. Juntos habéis vivido de todo: épocas de más proximidad y, por circunstancias, momentos de menos comunicación. Pero cuando os reencontráis, y todavía más si pides ayuda, puedes contar con él. En el caso de Love of Lesbian, has visto cómo han crecido y cómo, con cada nuevo disco o gira, han ido subiendo peldaños. A favor suyo: nunca han querido —ni pretendido— subir las escaleras de cuatro en cuatro. En cada planta había alguna cosa interesante para explorar y aprender.
 

🟠El día que fui miembro de Love of Lesbian
 

Una experiencia en comunidad

Si nos centramos en la figura de su cantante, el carismático Santi Balmes, siempre lo he defendido: es el más listo de la clase. Seguramente, en el recreo, en aquellos partidillos de fútbol improvisados con el bocadillo envuelto en papel de aluminio, era el típico que, al principio, no destacaba demasiado, pero al final, gracias a su astucia, era, sino el mejor, uno de los más decisivos (ahora es cuando descubro que prefería la esgrima…). Una de sus grandes virtudes es saber cómo y cuándo moverse. Se conocen de memoria las tácticas y las pizarras, al igual que el funcionamiento de esta industria musical tan caprichosa.

El grupo de Sant Vicenç dels Horts siempre ha sabido aportar alguna cosa nueva y fresca a su propuesta, sin renunciar a su esencia

Es cierto que, como a muchos otros grupos, a veces la ambición les ha jugado malas pasadas: discos dobles con infinidad de canciones en las que podías perderte, o esa sensación inevitable de repetición. Pero, en cambio, el grupo de Sant Vicenç dels Horts siempre ha sabido aportar algo nuevo y fresco a su propuesta, sin renunciar a su esencia. Empezando por la voz grave e inconfundible de Balmes, que marca el tono y acentúa la personalidad del grupo, al mismo tiempo que plantea retos.

Con este recorrido y muchos kilómetros acumulados, Love of Lesbian puede permitirse algunas licencias. Ahora, por sistema, tocan en grandes espacios y festivales; ya están en esa categoría. Pero también en salas como Razzmatazz, que celebra su 25º aniversario (hace dos días, tocaban en Apolo), mucho más cerca de casa. Convocan a los suyos con la idea de cantar juntos y vivir una experiencia —quizá no religiosa—, pero sí en comunidad (o, como ellos dicen, en germanor). Sí, todos los raros hemos ido a ver a los Love of Lesbian a la sala Razzmatazz. Más si, como es el caso, se ha anunciado que esta será su última gira, como mínimo, hasta el 2029. 

Ejército de salvación es su último disco, y como teoría, representa una de las claves para mantener tanto tiempo un grupo: la amistad, con sus altibajos, pero siempre presente. A partir de ahí, todo queda explicado. Casi no haría falta música. Para celebrar la vida o lo que sea, han contado con voces amigas como Eva Amaral, Zahara o Leiva. Así que, un viernes y tras la vuelta a la rutina posnavideña, un concierto de Love of Lesbian parece un buen plan: un motivo para sonreír, saltar y, de paso, justificar esa cuota del gimnasio que nunca usas.

Después de la vuelta a la rutina postnavideña, un concierto de Love of Lesbian parece un buen plan: un motivo para sonreír, saltar y, de paso, justificar aquella cuota de gimnasio que nunca utilizas

Con la lección bien aprendida y dejando de lado los análisis exhaustivos (de eso ya se encargan las letras de Balmes), el concierto se convierte en una excusa perfecta para dar la bienvenida al 2025. A 10 de enero, campanadas de nuevo, pero diferentes. Con ellos en el escenario, cánticos, abrazos y éxtasis. Ese que provoca Santi Balmes (durante unos años, todas las chicas que conocía estaban enamoradas de él).

Antes de la presentación de Rigoberta Bandini (que después cantaría a dúo con Balmes), se proyectan imágenes en blanco y negro: en el estudio, en los camerinos, en la cima de una montaña... Balmes avisa: “No presentamos el nuevo disco, hemos venido a pasarlo bien. ¿Vosotros también queréis pasarlo bien?”. La llamada comienza con Ejército de salvación, continúa con Bajo el volcán (¡qué huracán!) y los propósitos de año nuevo: dejar de fumar, ganar diez kilos y ponerse camisas de estilo japonés. Pero, ¿qué más da? Con la edad, estas decisiones se asumen (cosas de boomers). Entre tanto, un sorteo según el número de entrada presentado por Julián Saldarriaga. Las afortunadas, Ona y Júlia, ganan un lote de merchandising. Para celebrarlo, Balmes baja a la pista y canta entre el público.

De ahí en adelante, unos Cala Vento exultantes, temas como ¿Qué vas a saber? y Ya sale el sol (de su último disco), la canción sobre Bowie, hablando del día de su muerte y cómo este hecho marcó a muchos. La noche llega al punto álgido con las joyas de 1999 (todavía hoy su mejor disco), especialmente con Allí donde solíamos gritar, coreada incluso más que Club de fans de John Boy. Y ya con la fiesta a punto de acabar, una especie de villancico dedicado al cuñado sabelotodo que todos tenemos, con una zambomba aquí, una zambomba allá. Con ABBA y un supuesto cuñado sueco de fondo, el concierto llega a su fin.