Mientras otros escritores que merecen su olvido ganaban muy bien su vida con sus libros, Lucia Berlin (1936-2004) hacía de mujer de la limpieza, y en sus tiempos libres escribía relatos en que reflejaba sus vivencias. Pero no siempre hacía de mujer de la limpieza; también había trabajado de auxiliar administrativa, de operadora de centralita telefónica, de auxiliar de clínica, de profesora... Tuvo una vida apasionante: viajó mucho, se enamoró mucho, sufrió mucho... Y bebió mucho: el alcoholismo la acompañó una buena parte de su vida. Parece ser que Lucia Berlin todo lo hacía sin medida. Escribir, también. Sus relatos son un torrente de pasión, de humor, de sátira, de desengaño... Y ahora, L'Altra Editorial nos los ofrece en el volumen Manual per a dones de fer feines.
Una niña de buena familia...
Lucia Berlin venía de buena familia. Su padre era ejecutivo de una compañía minera y por eso Lucia pasó la infancia y la juventud en muchos lugares. Vivió una vida de grandes lujos: ella aseguraba que su primer pitillo lo encendió el príncipe millonario Aly Khan, el marido de Rita Hayworth. Pero no parece que guardase muy buen recuerdo de aquella época. En sus cuentos, los ricos familiares son a menudo ridiculizados por su banalidad y su vacuidad... No hay ninguna duda que Berlin se identifica más con los pobres, con los que vivió mucho tiempo, que con los ricos, entre los que nació. Además, Berlin se vio afectada por una enfermedad de columna, que le obligaba a llevar unos refuerzos metálicos muy dolorosos, y eso le marcó la infancia. Berlin se sentía inmensamente atraída por el mundo que había fuera de su confortable universo burgués: la marginalidad ejercía una poderosa atracción sobre ella, y se lanzó al vacío.
Una hippy de verdad
Jack Kerouac, en sus novelas-testimonio, como En la carretera, mitificó al movimiento hippy. Pero la visión de Kerouac no deja de ser una visión profundamente masculina. En realidad, Kerouac durante años se negó a reconocer a su hija. En cambio, Berlin, aunque tuvo una vida personal, profesional y sentimental muy agitada, como correspondía a los inconformistas de la época, se responsabilizó de sus hijos. Primero se casó con un escultor, que la abandonó después de tener dos hijos. Más tarde se casó con un pianista, que Berlin dejó, para unirse con un millonario drogadicto, con quien tuvo dos hijos más. En 1968 se divorció y de 1971 en 1994 pasó unos años muy difíciles, haciendo todo tipo de trabajos, cuidando de sus hijos, y bebiendo. Bebiendo sin parar. Y, a pesar de todo, en este periodo de alcoholización fue publicando relatos, primero en revistas, y más tarde en forma de libro. En 1994 entró de profesora en la universidad. Empezaron unos años de una cierta estabilidad y de un cierto reconocimiento profesional. No le duró mucho: se tuvo que retirar por motivos de salud y murió a los 68 años.
La verdad y la mentira
Los relatos de Lucia Berlin se inspiran en su vida. Las protagonistas de sus obras tienen muchos puntos de contacto con ella: muchas beben, las otras tienen una desviación de columna, alguna pasa la infancia en Chile, hay las que trabajan de administrativas a un hospital... Las anécdotas que Berlin vivía día a día le servían de inspiración para sus relatos. Según su hijo, Berlin, "reformaba, adornaba y corregía" su historia y la de su familia. La autora afirmaba: "Exagero mucho y mezclo ficción y realidad, pero no digo ninguna mentira". En realidad, algunos de sus relatos son inventados, de arriba, abajo.
La suciedad, el desengaño, la desesperación...
Los relatos de Lucia Berlin son muy duros... Presentan un mundo repleto de enfermedades, de desamores, de amarguras, de frustraciones... En sus relatos nos habla de abortos, de palizas, de abusos, de adicciones, de malentendidos... Pero también de amor, de entrega, de amistad... Muchos de sus cuentos transcurren en espacios donde mucha gente tiene que pasar mucho rato, pero no por gusto: los transportes públicos, los hospitales, las lavanderías, el trabajo, los internados... Unos espacios y un mundo que no tienen nada idílico. Y pese a la dureza de las experiencias que sufrió, Berlin no perdió nunca la capacidad de amar. Por eso sus cuentos están impregnados de poesía: las descripciones siempre son de una gran belleza. No en vano Berlin decía que su gran maestro era Chejov (que inspira el cuento "Punto de vista").
Otra mirada de mujer
Que nadie espere aquí la típica historia de tres generaciones de mujeres que se ayudan y se respetan, en un mundo de indestructible solidaridad femenina. En todos los relatos de la Lucia Berlin hay mujeres de protagonistas. Pero Berlin nunca esconde la brutalidad que envuelve todas las relaciones humanas. Sus personajes femeninos se odian tanto como se aman. Y se faltan al respecto con la misma intensidad con que se ayudan. Y, a pesar de todo, no hay ninguna victimización. Pese a todas las desgracias, difícilmente el lector puede sentir pena por Berlin, o por sus alter egos, las protagonistas de sus relatos.
La risa más ácida
Una niña arranca, con unos alicates, los dientes de su abuelo borracho. Podría ser la noticia más patética de un diario de sucesos, y en cambio es un hilarante cuento de Lucia Berlin, posiblemente basado en hechos reales. En otro de sus relatos explica que en los centros de desintoxicación de alcohólicos se plantean suprimir las drogas y usar una rehabilitación más "social": "¿Qué sentido tendrá ir, pues?", comentan los adictos... En todos los cuentos, pese a la dureza de las situaciones, la autora transmite una inmensa alegría de vivir.
Para las mujeres de la limpieza
Uno de los mejores cuentos del libro es el que da nombre al volumen: "Manual per a dones de la neteja". Aquí llega a usar el tono más satírico, al explicar sus experiencias como sirvienta y dar consejos para sus colegas, por ejemplo: "Mujeres de la limpieza: por norma, no trabajéis nunca para amigos. Tarde o temprano se molestarán con vosotros porque sabéis demasiadas cosas. O, si no, seréis vosotros los que ya no los podréis ver porque sabréis demasiadas cosas". O: "Intentad trabajar para judías o negras (...) no les da vergüenza pasarse el día sin pegar golpe. ¿Verdad que son ellas las que te pagan?". Y, mientras trabaja y da consejos, Berlin recuerda a su marido muerto: "No quise identificar tu cadáver, Ter, lo que levantó bastante polvareda. Tenía miedo de pegarte por lo que habías hecho. Morirte". Y pese a su dolor, la protagonista ríe, y tiene un inmenso deseo de vivir.
Casi la obra completa
Si bien Lucia Berlin hizo muchas cosas a la vida, sólo escribió 76 cuentos, publicados en tres volúmenes diferentes. El libro que ahora publica L'Altra Editorial es una selección de sus 43 mejores relatos, una traducción de la última edición de la obra de Berlin publicada en los Estados Unidos. Como antología, quizás resulta un poco excesiva: tal vez unos cuentos menos habrían realzado la obra y le habrían dado más fuerza. Y el prólogo y la presentación no cumplen en absoluto la función de animar a la lectura. Pero lo más importante es que L'Altra Editorial nos ha permitido acercarnos a una autora injustamente marginada. Una autora con que sufrir y pensar. Y reir.