Adaptar novelas es un ejercicio que vemos constantemente en los escenarios. La interrogación para cómo llevar a escena un narrador, una descripción larguísima o una sensación hace que directores de todas las edades se hayan sumado a esta práctica. Novelas clásicas pero también de contemporáneas. Pura passió (Pura pasión) de la ganadora del Premio Nobel de Literatura se estrenó en el Temporada Alta y que hasta hoy se puede ver en Barcelona en el Teatre Akadèmia.

La directora del montaje, Lucia del Greco venía de dirigir un texto de la Caryl Churchill en Tantarantana, su proyecto del Institute del Teatre, y después estrenar Els encantats de David Plana en la Beckett. Lucia del Greco es filóloga y se doctoró con una tesis sobre literatura comparada en Roma. La entrevistamos para hablar de las convicciones teatrales que rezuman sus montajes y sus propuestas.

Entrevistamos a la dramaturga Lucia del Greco / Foto: Carlos Baglietto

Llevar al teatro Annie Ernaux no debe haber sido fácil.
De Pura pasisó conecté con la relación con el tiempo. La historia en sí no se me llamaba la atención: un enamoramiento, una obsesión, locura, abandono, desesperación e indiferencia. Pero la mirada que dirige hacia la pasión situada en el tiempo. Es decir, Annie Ernaux es una autora que lee el presente en clave de pasado. Es una autora que hace que su presente siempre esté desdibujado. Se construye a partir del pasado o una proyección del futuro. Ella, en texto, desea transitar en los recuerdos como se cambia de una habitación a otra. Es una idea muy latina: la memoria como una casa con diferentes habitaciones. La relación con el tiempo es lomás singular.

Annie Ernaux es una autora que lee el presente en clave del pasado. Es una autora que hace que su presente siempre esté desdibujado

Es decir, te interesó la relación de alguien que se analiza.
Annie Ernaux trabaja siempre desde una distancia. Creo que nunca ha escrito nada en tiempo presente. Su relación con el pasado es muy importante. En la distancia que sitúa entre ella y el pasado no hay nunca un juicio. De Annie Ernaux me interesa su manipulación de los recuerdos. Es cierto que ningún recuerdo nunca es objetivo, siempre reinterpretamos nuestros deseos. Ella hace un esfuerzo por encontrar una objetividad, pero es imposible, no podemos tener nunca un recuerdo limpio del pasado. Por eso es muy rica en la precisión quirúrgica y milimétrica. Siempre se pide por si lo que se ha vivido es cierto a partir de documentos históricos (diarios de la época, imágenes).

Eso es muy interesante porque habla de ella, y no de sus libros.
Tiene un punto obsesivo. Me lo imagino recogiendo papeles, almacenando mucha documentación para que cuando su vida sea un recuerdo sea el máximo verdadero posible. Ella misma ejemplariza una relación con el tiempo muy interesante. Mucho. Pero fíjate, cuando vino a Barcelona le preguntaron a Annie Ernaux si podía definir pasión. Respondió que no, que había necesitado hacer un libro para entenderlo.

Lucia del Greco ha llevado a escena Pura passió de Annie Ernaux / Foto: Carlos Baglietto

¿Y qué hay de teatral en todo eso?
No estoy muy interesada en una textualidad canónica. Tengo más interés en trabajar la deconstrucción de estas textualidades o textos más fragmentarios: que vengan de un género menos dramático. En el caso de Annie Ernaux había una la posibilidad de trabajar con una actriz. Y en el sentido dramático, trabajar una serie de cosas.

¿En el texto había alguna cosa que se pudiera trabajar actoralmente?
La otra cuestión es la empatía. Es una autora que trabaja la empatía con su yo del pasado. Eso es una gran lección para todos nosotros. Y eso es quizás de las cosas más interesantes. Yo releí el libro Pura pasión y solo sabía ver la obsesión y este mundo tergiversado. El mundo que había creado solo tenía significado con la persona que sabíamos que estaba ausente. Es decir: el mundo como tal deja de tener sentido, porque está construido de acuerdo con alguien que ha desaparecido. Ernaux solo se puede acercar desde la mirada de este yo del pasado y lo mira con empatía.

No quería hablar de un deseo moral, quería hablar de un deseo que abrace la ambigüedad. Es un deseo no binario

No leerla como una loca, sino como una autora racional.
Redibuja en su cabeza. Nunca emite un juicio ni ninguna condena. No se mira nunca en un sentido ridículo, ni irónico. Se aproxima como quien intenta encontrar la máxima objetividad. No le resta importancia, pero encuentra una belleza. No me gusta hablar de Annie Ernaux como una autora femenina o que defiende una feminidad. No sé qué quiere decir eso. No la tenemos que encapsular. No es un deseo feminista, por cómo leemos el deseo hoy día. Eso también era muy interesante: no quería hablar de un deseo moral, quería hablar de un deseo que abrace la ambigüedad. Es un deseo no binario.

¿Cómo habéis trabajado con Cristina Plazas?
Ella es una actriz de salas grandes. Muy dramática. Ha trabajado siempre desde un lugar muy emotivo. No es una actriz que haya trabajado una teatralidad posmoderna y eso se me interesaba. Siempre ha trabajado desde los personajes. Hemos trabajado desde una neutralidad, una cierta indiferencia. Si la importancia está en el contenido, tenemos que reconectar la forma. Es decir, hay que pensar autónomamente la forma. Y con ella trabajamos una emoción, de la lectura misma de Ernaux. Y poner capas encima. Trabajamos muchas cosas. Sobre todo hemos evitado ir hacia una cosa robótica, ni fría ni distante: humana, pero neutral. Hemos trabajado con muchas imágenes: la de un forense y la del cuerpo. Y después había que preguntarse con quién hablaba. Y era evidente, con ella. Siempre con ella. Es un diálogo con la ella del presente y la ella del pasado, que está reviviendo.

Pura passió se puede ver hasta hoy en el Teatre Akadèmia / Foto: Carlos Baglietto

¿Con qué equipo te has rodeado?
Me gusta mucho trabajar en equipo y somos todos de la misma generación. Para hacer el movimiento hemos trabajado con Lorena Nogal. Hemos hecho un primer montaje con la partitura física. Cuando se domina a sí misma, o cuando no puede. El vestuario de Pau Aulí, que me ha acompañado siempre, era muy importante. La escenografía de Pol Roig, también, que habíamos trabajado puntualmente antes. Hemos dialogado entre todos, y los admiro mucho. Hemos trabajado mucho poniendo nuestras miradas singulares pero juntando mundos. Una colisión entre Pau Aulí y Polo Roig o Lorena Nogal. Son artistas por ellos mismos, pero encontrándonos es cuando realmente me siento más segura.